¡Gracias Angélica, por tan bello poema!

Prosigo informado sobre CUBA LIBRE obra recopiladora de excelentes artículos de Yoani Sánchez, publicada en México por editorial Debate. Escogido al azar aparece el caso de una niña que le pregunta a su padre cuántos pollos se ha comido en su vida, el padre tiene 58 años. y reacciona sorprendido pues nunca se le ocurrió semejante pregunta. La niña insiste y el lector avisado va comprendiendo las diferencias generacionales y sus peculiaridades. La cuenta para mentes del mundo libre es bastante insospechada, pero no para la menor que ha nacido bajo el socialismo científico cubano. Reza así. Si cada cubano recibe dos libras de pollo mensuales y un pollo pesa digamos tres libras, multiplique dos libras por doce meses y luego divida veinticuatro entre tres y tendra unos ocho pollos de tres libras por año. Añada la edad del padre a partir de 1962 fecha en que se implantó el racionamiento general de los alimentos hasta el año 2008 en que tuvo lugar el cuestionamiento de la niña, y se obtendrá el número exacto de pollos que el padre de la menor se pudo haber comido hasta la fecha.
No obstante, a la menor le resulta extraño que su padre haya partido del año 1962, porqué razón. Sencillo, la niña responde. Ay papi no me digas que en otra época los pollos se comian en Cuba por la libre,

Se destaca entre muchos su artículo titulado «Hospitales: lo llevas todo.»

La visitante al hospital, Yoani Sánchez, llega cargada con un cubo, un ventilador, una almohada, aparte de la mochila a la espalda repleta de objetos de indispensable uso para su paciente. Para que la dejen permanecer junto a la enferma más allá de la hora del horario límite ofrece un pan con tortilla al guardia de seguridad que trae escondida en otra bolsa colgada del hombro.
Al desempaquetar extrae una bolsa de detergente y aromatizante con que ha de limpiar el baño que mal huele. El cubo le sirve para bañar a la pacienta, el agua sucia recogida en dicho recipiente la emplea en viciar el inodoro que ha permanecido estancado desde hace dias y despidiendo un aroma aun menos agradable que el baño. Para protegerse de los gérmenes ambientales la visitante ha sacado un par de guantes sintéticos color amarillo guardados en la bolsa.
Prosigue el desempaque y aparce la comida para la enferma y su acompañante, al punto reluce un juego de sábanas limpias que cubren el colchón bastante manchado de heces resecas. El ventilador parece ser el objeto más preciado de las ofrendas, que se conecta a unos cables pegados a la pared, y al enchuflarlo lo coloca de modo que alcance a una viejecita que desde la cama contigua los mira celosa mientras consume una especie de sopa clarucha proveniente del hospital. La visitante ha conseguido unas agujas adecuadas para el suero pues las que tiene puestas son muy gruesas y causan dolor a la enferma. También extrae algodón y gasa trapicheados en el mercado negro, pero lo más difícil de conseguir ha sido el hilo de sutura para la cirugía que se hará al día siguiente. Como extra entre las provisiones también ha llegado una caja de jeringuillas desechables.
Luego de sacar un radio y un televisor para entretenimiento de las pacienta y su acompañante, se revisa el nuevo estado general del aposento. Al momento se descubre una cucaracha deslizándose cautelosamente por la pared, pero en la bolsa, previsoramente, se trajo un aerosol contra insectos. Al final de la heroica jornada aun quedan algunas medicinas y un regalito para la enfermera.

Algo que la sociedad libre no parece captar en toda su profundidad es que la política constituye sólo un ámbito de la vida. Se suele confundir la visión pública del gobierno con las primeras urgencias de cada ciudadano de a pie. Al decir Cuba no se suele pensar en el ama de casa o el chofer de alquiler; sino en su gobierno. De esta manera se tapa lo imprescindible de comer, vestir, curar una gripe o dar un juguete a tu niño’ con el perfil del gobernante de turno. Nada más lejano a la verdad. Las razones pueden ser muchas, pero cuando una sociedad tiene medios normales para resolver más o menos sus urgencias primarias, es comprensible que se distraiga e ignore que para un cubano de a pie conseguir un plato diario de arroz con frijoles, una aspirina, o un bolígrafo requiere una verdadera odisea de esfuerzos, tiempo y a veces ingenio. No lo conciben, porque jamás han palpado tal el dilema. Cuba es verdadero teatro del absurdo y por lo tanto su verdad no está al alcance de las mayorías inteligentes y suspicaces que podrían asimilar su enrevesado cuadro. De ahí esos desfiles de tontos regresando de los tantos simposiums, convenciones, tournees, misiones religiosas, asambleas culturales, o puros turistas que pasan por el pueblo y no ven las casas. Insisto en la lectura de Cuba Libre para pormenorizar el detalle mínimo que nos da la clave del comunismo criollo y su verdadera dimensión como teatro del absurdo.