Entrevista: Suu Kyi ve un papel militar en un Myanmar democrático

Foto: Aun San Suu Kyi

Reuters

Noviembre 19 de 2010

La líder pro-democrática Aung San Suu Kyi dijo el viernes que está dispuesta a trabajar con la junta militar de Myanmar, que la ha tenido 15 años encerrada y que apoyaría su nuevo sistema político si ayudara al pueblo.

La Premio Nobel de la Paz de 65 años hizo estas declaraciones en una entrevista con Reuters seis días después que ser liberada de su arresto domiciliario, y son las más contundentes hasta ahora, mostrando su deseo y su intención de trabajar con la junta para llevar a cabo reformas.

«No hemos descartado la cooperación con el Ejército», manifestó.

«Pero tenemos que hablar sobre ello, cómo aplicar una transición sin sobresaltos y en cuántas etapas (…) No estamos diciendo que desaparezcan los militares del escenario».

Cuando se le pidió que se explicara más sobre su deseo de una «revolución pacífica y no violenta» en la antigua colonia británica conocida como Birmania, respondió: «Digamos un cambio significativo en vez de un cambio dramático. El drama no siempre es para mejor».

Pero dejó claro que por encima de todo se considera una política, confirmando que piensa regresar a la actividad pública.

«Soy una política. Uno no debería intentar destacar para convertirse en alguien más grande de lo que es», manifestó. «La gente escoge llamarme todo tipo de cosas. Trabajo en política, así que soy una política».

En una entrevista telefónica desde su residencia a las orillas del lago en Yangón – antigua capital del país – en la que ha pasado los últimos siete años bajo arresto domiciliario, dijo que está «demasiado ocupada» para preocuparse por la seguridad, y que tiene previsto volver a viajar a las zonas rurales para ver a sus simpatizantes.

Sería su primer viaje de este tipo desde mayo de 2003, cuando al año siguiente de ser liberada de su último arresto domiciliario su caravana fue atacada por matones partidarios de la junta en el pueblo de Depayin. Grupos de defensa de los derechos humanos dicen que murieron unos 70 integrantes de su partido. Suu Kyi volvió a ser puesta bajo arresto domiciliario. Ha pasado 15 de los últimos 21 años bajo alguna forma de detención.

«Me gustaría viajar durante algún tiempo y creo que debería hacerlo».

AMIGUISMO RAMPANTE

La hija del asesinado héroe de la independencia, el general Aung San, quiere que los militares tengan un nuevo papel «honorable» tras casi medio siglo en el poder, pero indicó que necesitará ayuda para llevarles a la mesa de negociación.

Consideró que el amiguismo rampante en un país rico en recursos naturales como uno de los principales problemas de Myanmar, que hace 50 años era uno de los países más ricos del sureste asiático, pero donde ahora un tercio de sus 50 millones de habitantes vive en la pobreza, mientras los generales viven en medio de la abundancia,

«El amiguismo se está regenerando. El amiguismo genera más amiguismo».

Pero no llegó a rechazar el nuevo marco político diseñado por los militares tras las elecciones del 7 de noviembre, las primeras en 20 años, que han sido criticadas como una farsa falsificada para prolongar el mandato de la junta tras una fachada democrática.

La Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en inglés) de Suu Kyi ganó con comodidad los anteriores comicios, en 1990, pero los generales ignoraron el resultado.

«No podemos hablar de apoyo o rechazo», dijo, en referencia a los pasos del Ejército hacia un gobierno encabezado por civiles, que ella apoyaría «si va en la dirección correcta, la dirección que el pueblo quiera».

Además indicó que es de esperar que un comité creado por su partido para estudiar el fraude en las elecciones emita un informe «en unas semanas».

Aunque dijo que revisará el apoyo que ha dado en el pasado a las sanciones occidentales – «queremos saber si, como se ha dicho, han fallado a costa del pueblo » -, mostró sus dudas acerca de que las multinacionales puedan llevar al país hacia las reformas políticas y económicas y criticó a las compañías energéticas, sobre todo por su falta de transparencia.

«Hay muy poca gente beneficiándose de toda la situación (…) Las empresas que están trabajando en Birmania no han aportado ningún tipo de transparencia», agregó.

Los diplomáticos esperan que Suu Kyi trabaje con Occidente para acabar con las sanciones, que muchos consideran que se añaden al prolongado malestar económico, pero no está claro cómo lo haría y si primero intentaría que se pusiera en libertad a los alrededor de 2.100 prisioneros políticos que quedan entre rejas.

También pidió negociaciones para evitar un conflicto inminente entre tropas gubernamentales y grupos separatistas de varias etnias que se han negado a desarmarse y a participar en el proceso político. Mostró su disposición a mediar, aunque dudó de que el régimen la invitara.

Sus simpatizantes esperan que Suu Kyi presione para lograr reformas y más libertades, pero son conscientes de que hay límites a lo que puede hacer en un país fuertemente controlado por los militares y gobernado por una nueva constitución que según sus detractores fue diseñada para mantener arrinconada a Suu Kyi.