WikiLeaks, Chávez y Allende.

En: Opinión

2 Dic 2010

Entre la abrumadora avalancha de información que ahora es la comidilla de la prensa, El País, que entre los diarios en español de todo el mundo ha sido privilegiado con la lectura preferencial de los chismes de WikiLeaks, «revela» hoy en un «sensacional» titular que «Espías cubanos operan en Venezuela». Esto ha sido anunciado abundantemente por las fuerzas democráticas venezolanas durante los últimos años, pero ahora «se sabe».



WikiLeaks, Chávez y Allende.



Gerardo E. Martínez-Solanas, Diciembre 1 de 2010

Los WikiLeaks están dando a conocer muchos «secretos a voces», los cuales, pese a no haber sido abiertamente divulgados han sido bien sabidos por muchos. La realidad es que no sólo afectan a los Estados Unidos sino a todos los países involucrados en los manejos diplomáticos de la primera Potencia del mundo.WikiLeaks

Entre la abrumadora avalancha de información que ahora es la comidilla de la prensa, El País, que entre los diarios en español de todo el mundo ha sido privilegiado con la lectura preferencial de los chismes de WikiLeaks, «revela» hoy en un «sensacional» titular que «Espías cubanos operan en Venezuela».  Esto ha sido anunciado abundantemente por las fuerzas democráticas venezolanas durante los últimos años, pero ahora «se sabe».

«Con respecto a Venezuela, los archivos revelan la estrechísima relación que existe entre ese país y Cuba, y la libertad con la que se mueven los servicios de inteligencia de La Habana en Caracas, donde disponen de «acceso directo» al presidente Hugo Chávez», informa El País.

Y señala además que «Chávez confía en los isleños a tal punto que la Dirección de Inteligencia Militar y los Servicios de Inteligencia Bolivarianos responden a las indicaciones cubanas al momento de efectuar complejos operativos de inteligencia, según revela un archivo de enero de este año. En Venezuela los cubanos también acceden a las oficinas migratorias que documentan y nacionalizan a extranjeros, a los efectos de controlar sus movimientos y ubicación.»

Esta realidad es relativamente reciente en el caso de Venezuela, pero es un método constante en la estrategia de penetración de los hermanos Castro en todo el continente americano desde hace más de 40 años.

Faltan por ver unos 1,400 documentos que publicará WikiLeaks en estos días entre los que fueron remitidos de Santiago de Chile a Washington, que probablemente «revelen» otros «secretos a voces».

Entre tales secretos puede que confirmen la investigación realizada en un libro publicado en París por las Ediciones Plon en 2006, que no ha sido traducido del francés hasta el momento, titulado «Cuba Nostra, les secrets d’Etat de Fidel Castro».
Su autor, Alain Ammar, un periodista especialista en Cuba y América Latina, analiza y confronta las declaraciones que le dieran Juan Vives y Daniel Alarcón Ramírez, dos ex funcionarios de inteligencia cubanos sobre la trágica muerte de Salvador Allende, que contradice las versiones elaboradas por Fidel Castro (imaginando su muerte heroica en combate) o por la Junta Militar chilena que lo reemplazó en el gobierno (proclamando que se suicidó).

Exilado desde 1979, Juan Vives es un ex agente secreto de la dictadura cubana y sobrino de Osvaldo Dorticós Torrado, Presidente de Cuba desde 1959 hasta 1976, bajo la égida de Fidel Castro como gobernante de facto, quien se «suicidó» en obscuras circunstancias en 1983. Vives cuenta que en noviembre de 1973, en un bar del hotel Habana Libre, donde algunos miembros de los órganos de seguridad del Estado solían reunirse los sábados para beber cerveza e intercambiar de manera informal chismes e informaciones de todo tipo, escuchó la historia testimonial de lo sucedido en el Palacio de la Moneda del mismo Patricio de la Guardia, jefe de las tropas especiales cubanas que estuvo presente en la Moneda el 11 de septiembre de 1973, y que fue posteriormente ascendido a General por Fidel Castro.

Durante el asalto contra el palacio presidencial (de la Moneda), Salvador Allende fue ultimado por uno de los agentes cubanos que estaban encargados de su protección, el propio Patricio de la Guardia, según su confesión. En medio de los bombardeos de la aviación militar, el pánico se había apoderado de los colaboradores del jefe de Estado socialista y éste, en vista de la desesperada situación, había pedido y obtenido breves ceses al fuego y estaba, al final, decidido a cesar toda resistencia.

Según Patricio de la Guardia, Allende corrió finalmente por los pasillos del segundo piso del palacio ordenando: «¡Hay que rendirse!». Pero antes de que pudiera hacerlo, Patricio de la Guardia, encargado directo de la seguridad del mandatario chileno, lo convenció para que regresara a su escritorio y le disparó seguidamente una ráfaga de ametralladora que lo mató al instante.

Puso entonces sobre el cuerpo de Allende un fusil para hacer creer que éste había sido ultimado por los atacantes y regresó corriendo al primer piso del edificio en llamas donde lo esperaban los otros cubanos. El grupo abandonó apresuradamente el palacio de la Moneda y se refugió minutos después en la embajada de Cuba, situada a corta distancia de allí.

Durante años, Vives no quiso dar a conocer esa información, pues afirma que «era muy peligroso hacerlo» y porque no había hasta ese momento ningún otro responsable cubano en el exilio que pudiera confirmar el carácter fidedigno de su testimonio sobre esos hechos. Cuando supo tiempo después que Daniel Alarcón Ramírez, alias «Benigno», uno de los tres sobrevivientes de la guerrilla de Ernesto (Ché) Guevara en Bolivia, se hallaba también exilado en Europa, la idea de dar a conocer esos graves hechos volvió a cobrar fuerza.

En el libro de Alain Ammar, «Benigno» confirma plenamente la narración de Vives. Ambos conocieron a Salvador Allende y a su familia. Ambos vivieron en Chile durante el gobierno de Allende. Ambos escucharon, en momentos diferentes, la confesión de Patricio de la Guardia a su regreso a La Habana.

El libro de Ammar describe con precisión los últimos meses del gobierno de la Unidad Popular y, sobre todo, muestra el avanzado grado de control directo que Fidel Castro había logrado instalar – mediante centenares de espías de la DGI (un servicio cubano de inteligencia), que había implantado a sus operadores y agentes de influencia en Santiago -, sobre el Presidente Salvador Allende, sobre sus ministros y hasta sobre sus amigos y colaboradores más íntimos.

La denominada «vía chilena al socialismo» había sido desviada por el castrismo hasta el punto de que dentro del gobierno de Allende había voces que criticaban esa brutal ingerencia. Meses antes de su muerte, Salvador Allende había sido ya «instrumentalizado por Castro», explica Juan Vives. «Pero Allende no era el hombre que la Habana quería tener en el poder en Santiago. Los que Castro y Piñeiro (brazo derecho de Castro en operaciones de espionaje en Latinoamérica, muerto recientemente en Cuba de un infarto) preparaban para el relevo, a espaldas del mismo Presidente Allende, eran Miguel Henríquez, principal dirigente del MIR y Pascal Allende, número dos del MIR, lo mismo que Beatriz Allende, la hija mayor del Presidente, quien pertenecía también al MIR». Beatriz moriría en Cuba en 1974.

Quienes pongan en duda las «teorías conspirativas» que han sido impulsadas desde La Habana, harían bien en leerse e libro titulado «El Furor y el Delirio», donde Jorge Masetti confiesa con inusitado candor – y justifica también – su participación como parte del esfuerzo continental del gobierno cubano en las actividades y propósitos de Tupamaros, Montoneros, el ERP, el MIR, etc. Jorge Masetti es hijo del fallecido guerrillero argentino Ricardo Masetti, amigo del Ché Guevara, quien combatió a sus órdenes en Cuba y fue el fundador de Prensa Latina. Jorge Masetti colaboró ciegamente con el gobierno castrista hasta que su suegro, Tony de la Guardia, fue fusilado en 1989 después de un «juicio» sumario. Patricio, hermano gemelo de Tony, ha sido silenciado definitivamente mediante una condena virtualmente perpetua. Fue sentenciado a 30 años de prisión en ese mismo juicio y nunca se ha escuchado hablar más de él.

Es evidente que el régimen de La Habana no tiene escrúpulo alguno para convertir a un mandatario en mártir si el hecho favorece a su estrategia continental. Bien le valdría a Chávez cuidarse de tan peligroso aliado.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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