Varios comentarios que reflejan la actual crisis cubana

En: Sindicales

21 Ene 2011

Raúl Castro está empeñado en construir un socialismo eficiente y productivo capaz de generar beneficios. Por eso acaba de despedir a medio millón de asalariados innecesarios. El propósito es desligar del Estado al 25% de la fuerza laboral en el plazo de año y medio. Un millón trescientos mil trabajadores serán puestos de patitas en la calle para que los absorba el todavía nonato sector micro empresarial privado. Raúl y sus corifeos repiten que la revolución no puede alimentar a un ejército de trabajadores ociosos. Hay que recortar subsidios y reducir prestaciones sociales.



Varios comentarios que reflejan la actual crisis cubana

Trabas para los cuentapropistas

Aimée Cabrera, CUTC

LA HABANA, Cuba, 17 de enero (www.cubasindical.org) – Las Oficinas de Trabajo por Cuenta Propia del capitalino municipio de Centro Habana no cumplen con todas las normas establecidas para el ejercicio de esta labor.

Esta parte de la ciudad es la más concurrida, por encontrarse en ella la mayor área comercial de la provincia. Por tal motivo son muchos los que optan por realizar su actividad en espacios estatales creados para tal efecto.

Centro Habana cuenta con ocho de estos espacios, diseminados por las Calles Reina, San Lázaro y Galiano; además de un espacio creado en el portal del edificio de apartamentos Carreño, ubicado en Humboldt y Marina.

Esto no es suficiente, y los cuentapropistas residentes en otros municipios de la capital y en otras provincias cercanas se preguntan por qué, si la Resolución 32 de 2010 regula que el trabajador por cuenta propia puede realizar su actividad en cualquier lugar del país, ellos encuentran trabas, precisamente en donde más condiciones hay para ello.

Este céntrico municipio cuenta con centenares de inmuebles que fueron tiendas o almacenes y que están cerrados desde hace mucho tiempo. Diversas entidades se los disputan y no se les da un buen uso.

Otros están abiertos pero cumpliendo funciones que nada tienen que ver con la venta de mercancías. Ejemplo de ello es la quincalla de Neptuno y San Francisco, o la antigua tienda Alba en Infanta y San Lázaro, la cual estaba formada por varios departamentos individuales, donde existen un bar de mala muerte, junto a una entidad en la que no se ve a ningún trabajador.

De esta tienda sólo queda un feo almacén que vende en moneda nacional y una quincalla cuyos productos cuestan en la moneda convertible. ¿Cuál es la razón para que no se utilicen áreas de esta zona para que los cuentapropistas puedan vender sin estar a la intemperie o en un portal donde el poco espacio no ayuda a su gestión comercial?

Otros lugares que pudieran ser usados son la tienda Fin de Siglo que, con más de 4 pisos, sólo su vestíbulo es usado para vender artesanía. Esto, sin contar con los locales que se han convertido en solares yermos debido a los derrumbes, como Belascoaín y Concordia, donde hay un amplio parqueo, o la bella tienda Louvre en Galiano, convertida en un hueco en el que se guardan bicitaxis.

Periodistas del diario Granma entrevistaron a funcionarios de Centro Habana, sin obtener respuestas halagüeñas. La presidenta de la Asamblea en el territorio, afirmó que no existen capacidades para brindar los deseados espacios, mientras que la subdirectora de empleo expresó que no se han autorizado a los cuentapropistas de otros municipios en las áreas de propiedad estatal, aunque estos pueden hacerlo en cualquier casa o portal que les alquile de forma privada. En estos casos se encarece la actividad y va en detrimento del trabajador por cuenta propia.

El único trabajador por cuenta propia que ha sido autorizado sin vivir en Centro Habana es de Bejucal y tiene un “parque de diversiones itinerante” ubicado en la esquina de San Rafael y Aramburu, en el Parque Trillo. No se explica el por qué de esta decisión que demuestra la existencia de injustos privilegios.

Esta es la parte visible del iceberg, que muestra una parte muy pequeña de una sociedad atrapada en el burocratismo, el centralismo, el abuso de poder y el abierto maltrato a quienes buscan vías para trabajar legalmente.

Los nuevos cuentapropistas

Aini Martín Valero. Misceláneas de Cuba, 19 de enero de 2011.

LA HABANA, Cuba, 19 de enero (www.miscelaneasdecuba.net) – En Cuba se ha llevado a cabo una campaña para que todos los cubanos que han quedado y quedarán en la calle comiencen a trabajar como cuentapropistas. Han sido muchas las personas que se han acogido a esta nueva forma de trabajo, pero al cabo de dos meses de comenzar en esta actividad, los problemas han aflorado.

Con el aumento de los impuestos y las grandes regulaciones los cuentapropistas han comenzado a desencantarse con la idea de continuar con sus pequeños negocios.

Las regulaciones y lo elevado de los impuestos van acompañados de las dificultades para comprar las materias primas para elaborar los alimentos.

Los trabajadores por cuenta propia del sector de la gastronomía, es decir cafeterías, restoranes o un simple vendedor de frituras, no cuenta con almacenes para comprar la materia prima necesaria para elaborar los productos que venden. Esto conlleva que la llegada de un inspector para detectar “ilegalidades” traiga como consecuencias que la corrupción continúe en este sector privado. La materia prima para elaborar una pizza, un dulce o un pastel, sólo la pueden adquirir en las tiendas  de  moneda dura.

Oscar Pérez, un dulcero y dueño de una cafetería que abrió en su vivienda, me cuenta que para comprar la harina de pan es toda una odisea. “Los precios en CUC son elevados, sin contar la levadura y el azúcar. Todo esto tengo que comprarlo por fuera (bolsa negra), por eso cuando viene un inspector tengo que darle dinero para que no me quite la licencia o me ponga una multa, es todo muy difícil.”

La Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT) ha reportado que en toda la isla miles de personas han adquirido sus licencias como cuentapropistas, pero otros cientos de personas han devuelto las mismas.

Si la situación entre los inspectores y la problemática de la materia prima continúa, muchos cubanos que invirtieron sus pocos ahorros se verán nuevamente sin trabajo y sin dinero.

La debacle continúa en la isla. Miles de personas han sido despedidas en lo que va de mes y muchos no saben que será de sus vidas y cómo llevar a delante su familia.  El boom del trabajador por cuenta propia está siendo ya una ilusión para muchos y un sueño difícil de alcanzar para otros.

El pueblo cubano sigue sumido bajo los preceptos del socialismo y con una economía centralizada por el gobierno. Mientras los gobernantes no cambien su forma retrograda y antigua de llevar el país el caos seguirá rondando por las calles de Cuba.

Nuevos golpes y pesadillas

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press.

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – Si para miles de cubanos el año 2010 fue el escenario de una sostenida paliza gubernamental contra la población, en los inicios de este año los vaticinios no mejoran en el sentido de dejar atrás las desgracias que nos aquejan. Hay que prepararse para nuevas rondas de golpes existenciales, la primera, el despido de 500 mil trabajadores en los próximos seis meses.

No será fácil ubicarlos en la nómina de los trabajadores por cuenta propia. El hecho de que se haya ampliado la posibilidad de trabajar fuera de la tutela del Estado, no quiere decir que los afectados tengan los recursos a su alcance para evitar los problemas que se les viene encima.
Desde las tribunas se asegura que nadie quedará abandonado a su suerte, pero esto no es exacto, debido a la insolvencia financiera y la burocratización del país. Ahora se pretende darle un baño de eficiencia al socialismo. Intento tardío, para no catalogarlo como algo condenado al fracaso. El capitalismo al estilo castrista (si esto es posible) prepara su asalto a Cuba. Sobran las pruebas para determinar que el ataque será brutal y sin aditamentos para la defensa.

Uno de los garantes del éxito es, nada más y nada menos, que el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Salvador Valdés.

En la ecuación que se baraja es preciso reconocer a los únicos autorizados a amasar fortunas a partir de los rudimentarios procedimientos de economía de mercado que, poco a poco, irán sustituyendo a los viejos planes quinquenales y otras iniciativas que, lejos de impulsar el desarrollo, acabaron con la nación.

Militares activos y retirados, funcionarios de diverso rango, encabezarán la lista de la clase media y alta que surgirá a medida que cobran fuerza los mecanismos capitalistas que aún se estigmatizan desde las tribunas. Esos apasionados rechazos forman el camuflaje para que la entrada del capital sea sutil.

El líder de la CTC no se inmuta a la hora de favorecer las reformas que buscan darle otra vuelta de tuerca a la existencia de los cubanos, pero falta voluntad en la élite para asumir un rol verdaderamente revolucionario.

No pocos cuentapropistas piensan en los impuestos leoninos que tendrán que pagar, y en la legión de  inspectores dispuestos a ir a los extremos en sus chequeos.

El sindicato oficial calla o resta importancia al trago amargo que beberán miles de trabajadores. Promete alternativas imposibles y adorna otro capítulo de una catástrofe que parece no tener final.

Una página sombría

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – “Era el año l965. Comenzaron los ataques y represalias contra los homosexuales  y se crearon las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), supuestamente centros de rehabilitación. Se justificaba su creación siguiendo ideologías ya antiguas, pero creyendo tontamente en el hombre nuevo. Esto fue anterior al Congreso de Cultura en 1971 que ratificó la política oficial ante el hecho de la existencia de homosexuales en el país”.

El texto fue extraído del libro autobiográfico del pintor Raúl Martínez (1927-1995), Yo Publio, Confesiones de Raúl Martínez, Letras Cubanas, edición póstuma, 2007.

La obra tiene cierto paralelismo con Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas. Demuestran por separado que ambos artistas, uno del pincel, el otro de las letras, a pesar de la diferencia de edad y circunstancias, vivieron tensiones, marginación y acoso parecidos.

“Yo creía ingenuamente que este nuevo campo de rehabilitación no me afectaría, por mis características personales y los valores que tenía como pintor y como profesor de la Escuela Nacional de Arte (ENA), y de la facultad de Arquitectura de la Universidad de La Habana. Pronto descubrí que los métodos para reclutar candidatos y llevarlos a Camagüey, donde  se hallaban  los campamentos, eran totalmente criticables, abuso de poder en que cayeron los Comités de Defensa de la Revolución, encargados de suministrar nombres y señalar a todos aquellos que consideraban tenían -a su manera- una conducta sexual  impropia, o que simplemente llevaran una vida separada del resto de los vecinos de la cuadra. Muchos deben haber cooperado por creer que la Revolución actuaba con buenas intenciones. Otros, mal intencionados, aprovecharon para ‘echar pa’lante’ a todos los que les molestaban y les causaban problemas@.

El dramaturgo Antón Arrufat, amigo de Martínez, se refiere en su nota editorial, a  “la vindicación, áspero aprendizaje y una aventura  del pintor reconocido internacionalmente, expulsado del profesorado de dos escuelas, una de ellas la Universidad, por su orientación sexual. Apartado de la enseñanza, Martínez entra en una nueva etapa de su vida”.

La denuncia a la represión contra los homosexuales continúa: “Así fue que muchos  amigos míos -homosexuales o no- fueron enviados a los campamentos. También figuras conocida de la Nueva Trova, escritores en ciernes y teatristas. Entre nosotros se desató una ola de miedo al saber que también la Policía -especialmente en la heladería Coppelia- hacía redadas o se llevaba preso a cualquiera que se destacara por su vestimenta o gestos. Yo tenía miedo a ser confundido. Recuerdo con qué temor tomaba café en la parada de la guagua mirando a un lado y otro para huir si algo pasaba. Cuando me veía obligado a pararme allí, al salir de Radiocentro o del hotel Habana Libre, rezaba porque llegara la guagua lo más rápido posible. Pensé ingenuamente que ninguna de estas medidas afectarían mi labor profesional al considerarse mis méritos ya probados y reconocidos por otros. Tampoco llevaba, en lo personal, características externas, ni una vida desordenada”.

Más adelante dice que “ya se hablaba de medidas de depuración en la enseñanza para educar a las nuevas generaciones puras y sanas. No me lo creía. Sin embargo, sucedió como decían. La ENA me entregó una carta en la que anunciaba que no podía renovar mi contrato. En la Universidad eran ya cuatro años dedicados a  los alumnos del primer año de Diseño Básico. Tenía que renunciar inmediatamente. Si no lo hacía los jóvenes comunistas en una asamblea general a la que debía asistir me acusarían de homosexual. Me asusté. Tomé la planilla y firmé. ¡Al carajo la Universidad! ¡Al carajo los jóvenes comunistas y quienes los instigaron! Y al carajo me marché. No sabía lo que me esperaba ni las repercusiones que esto me traería”.

La confusión de Raúl Castro

Carlos Alberto Montaner. Diario de Cuba, 7 de enero de 2011.

Madrid – Un socialismo sin prestaciones sociales ni subsidios y un capitalismo sin competencia, libertad para producir ni mercado: esas son las ‘reformas’ económicas.

Raúl Castro está empeñado en construir un socialismo eficiente y productivo capaz de generar beneficios. Por eso acaba de despedir a medio millón de asalariados innecesarios. El propósito es desligar del Estado al 25% de la fuerza laboral en el plazo de año y medio. Un millón trescientos mil trabajadores serán puestos de patitas en la calle para que los absorba el todavía nonato sector micro empresarial privado. Raúl y sus corifeos repiten que la revolución no puede alimentar a un ejército de trabajadores ociosos. Hay que recortar subsidios y reducir prestaciones sociales.

El general está muy confundido. No entiende nada. Lo obnubilan su falta de experiencia en el mundo empresarial, aunada a medio siglo de jefatura autoritario del ejército. La búsqueda de eficiencia y productividad son los medios que poseen las empresas capitalistas para competir en el mercado. No son fines. No se desviven por ahorrar, invertir y elaborar buenos productos por amor al prójimo, sino por temor a que otros empresarios las desplacen del mercado.

Sin competencia no hay desarrollo ni progreso. La agonía de producir cada vez más y mejor, empleando la menor cantidad posible de recursos, norma permanente de la rigurosa economía capitalista, es la consecuencia de la competencia. Donde no existe, donde prevalecen monopolios, o donde éstos reciben subsidios del Estado, las empresas privadas tienden a ser ineficientes, se atrasan tecnológicamente, también crujen bajo el peso de plantillas obesas y encarecen sus productos para compensar su incapacidad.

Los fines de los empresarios son dos y están íntimamente ligados: ganar dinero y prestigio social. En general, a más dinero, más prestigio, y viceversa. Algunos, los menos, tienen cierto instinto filantrópico, pero ésa pulsión solidaria no los hace mejores ni peores creadores de riqueza, aunque sí los convierten en seres humanos más interesantes y benévolos.

Los fines de los comunistas son otros. Sus burócratas no producen porque sientan la urgencia por ganar dinero y adquirir prestigio que aguijonea a los individuos emprendedores, sino, los mejores, unos pocos, para redimir a la humanidad, y los peores porque quieren medrar dentro del Partido. Para ello construyen sociedades igualitarias basadas en la propiedad colectiva de los medios de producción, en las que suprimen las libertades, y someten al conjunto de la sociedad al calvario de las «dictaduras del proletariado» administradas por fanáticos incompetentes.

La «legitimación» de ese atroz modelo de organizar la sociedad radica en que les garantiza a todas las personas un salario simbólico y ciertos bienes elementales, aunque sean escasos y malos, porque la calidad, el confort y el progreso no forman parte de los objetivos de los Estados colectivistas, como se demostró en la experiencia comunista europea o en China, mientras prevaleció el maoísmo. Es una vidita miserable y sin esperanzas de mejora, pero al menos no hay que «ganársela». Te la imponen.

Raúl Castro, tras repetir, enfáticamente, por milésima vez, que no renuncia al socialismo, se ha acogido, sin embargo, a los modos capitalistas de producir bienes y servicios, como si en Cuba existiera un sistema de economía de mercado basado en la competencia, lo que lo ha llevado a adoptar lo peor de ambos mundos: un socialismo sin prestaciones sociales ni subsidios, sumado a un capitalismo sin competencia, sin libertad para producir y sin mercado, vigilado de cerca por la policía política, porque no se permitirán la acumulación ni las desigualdades.

Esto es como tratar de curar un cáncer con un jarabe para la tos. La enfermedad no tiene nada que ver con el remedio. Esta confusión entre medios y fines, entre métodos y objetivos de sistemas fundamentalmente distintos, no tardará en mostrar sus falencias. Le ocurrió a Gorbachov en Rusia en la segunda mitad de los ochenta. Trató de adaptar algunas normas capitalistas para hacer más eficiente al socialismo soviético y en pocos años descubrió que el engendro marxista-leninista no es reformable: ese disparate, ese sueño de la razón, productor de monstruos, hay que demolerlo. Dulcemente, con voladura controlada y sin degollinas, pero hay que demolerlo.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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