En: Opinión
28 Feb 2011Los pueblos pueden cometer errores, pero no arrastrarlos toda la vida. Defendamos nuestros ideales frente a los Ventura y los Carratalá de esta época mediante la exigencia cívica sin recurrir a la violencia. ¿Estamos justificados como pueblo para hacerlo? Mucho. Cuando no hay opción, cuando no se oyen los clamores, dolores e ideas de la mayoría del pueblo y solo se hacen obras de teatro con falsos y cobardes diputados y un congreso de militantes mediocres que votan con las dos manos en alto sobre todo lo que le presenten, te obliga a levantar la cabeza. Del pueblo cubano depende todo.
Una apertura nacional
Por: Oscar Peña. El Nuevo Herald. Febrero 26 de 2011
Pregunta: ¿ha cambiado mi opinión de desear para Cuba después de un proceso largo y complejo de tres generaciones viviendo bajo la tutela de una dictadura una evolución de cambios organizados, graduales, pacíficos y pactados entre todos los cubanos de adentro y de afuera? No. Siempre he remado dentro de Cuba y en el destierro por ese escenario. Uno de los más salvajes actos de repudio oficiales del régimen encabezado por Robertico Robaina y Felipe Pérez Roque y teledirigido por el propio Fidel Castro fue en 1990 saliendo de la casa del histórico luchador contra dictaduras Gustavo Arcos Bergnes después de firmar y hacer público nuestro llamado a sentarnos entre cubanos de los dos bandos en una Mesa Nacional a debatir los problemas de Cuba. No he cambiado. Son los totalitarios de Cuba los que no salen de sus refugios a debatir con nacionales no siervos. ¿Será por ese atrincheramiento y miedo del régimen a reconocer que hay una considerable cantidad de cubanos que no está de acuerdo con ellos que he estado pensando en otros escenarios para forzar una apertura cubana? Sí.
Me pregunto: ¿Por qué Egipto podía liberarse de un dictadura y Cuba no? Lo primero que me debo imponer es decirme que no tengo que perder la fe. Ese cambio se dará en Cuba provocado por la misma ambición de poder absoluto de los hermanos Castro y por aquella ley social que nos enseñaron de la negación de la negación. El régimen nos dividió y mutiló el sentido común del cubano. No nos planteamos como pueblo la opción de llegar cívicamente tan lejos como nuestras capacidades nos lo permitan, desconocemos nuestras fuerzas y desperdiciamos nuestros recursos humanos. Los cubanos han preferido huir que luchar desde adentro. Tampoco hacemos los cubanos esos ejercicios de civismo nacional porque a diferencia de los egipcios los cubanos tenemos otras opciones: la posibilidad de irnos del país o sobrevivir en algún negocio mientras no se cuestione el poder político absoluto y la falta de libertades. Llevamos medio siglo con caretas con el régimen para no buscarnos líos. Y si nos vamos para Miami llevamos la careta en la maleta para ajustarla allá al discurso de la otra dirección histórica. Ya nos acostumbramos a mentir y por eso en La Habana y en Miami la situación sigue estática.
Los pueblos pueden cometer errores, pero no arrastrarlos toda la vida. Defendamos nuestros ideales frente a los Ventura y los Carratalá de esta época mediante la exigencia cívica sin recurrir a la violencia. ¿Estamos justificados como pueblo para hacerlo? Mucho. Cuando no hay opción, cuando no se oyen los clamores, dolores e ideas de la mayoría del pueblo y solo se hacen obras de teatro con falsos y cobardes diputados y un congreso de militantes mediocres que votan con las dos manos en alto sobre todo lo que le presenten, te obliga a levantar la cabeza. Del pueblo cubano depende todo.
No hay países pobres, hay seres humanos pobres de alma y espíritu. No creo que ningún país sea mejor que otro. Si otros se han quitado el yugo, ¿por qué los cubanos no? Aspiremos a una Cuba no solo libre del sistema que nos oprime, también libre de la ignorancia política en que nos ha sumido el régimen en estos largos años. ¿Dónde están nuestros valores? ¿Dónde está el respeto a uno mismo y como pueblo? El paso decisivo que hay que hacer en Cuba es cívico y es entre todos. Cada cubano tenga su monólogo y pídale a su alma que lo ayude a buscar su dignidad, su decoro para matar la desidia, la irresponsabilidad, la huida y la falta de amor a nuestra nación.
Termino preguntándome: ¿por qué no ponemos a prueba al ejército y al Minint de nuestro país? Comprobemos si serán fieles a su pueblo como el de Egipto o fieles a la dictadura. Sentándose medio millón de cubanos dos días en la Plaza frente al busto de Martí, reclamando la renuncia de nuestros faraones cubanos para comenzar entre todos una apertura nacional.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".
1 Comentario para Una apertura nacional
Jose Vilasuso Rivero
marzo 1st, 2011 at 5:22 pm
Hago mío todo articulo de Oscar Peña.