En: Opinión
1 Dic 2010En el ensayo ¿Tiempos de Esperanza?, presentado en la última reunión de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE por sus siglas en inglés) en Miami el pasado 29 de julio, el activista de derechos humanos Oscar Espinosa Chepe hizo un planteamiento intrépido y diferente.
Tiempos de Esperanza
Rolando Castañeda y Lorenzo Cañizares*
Noviembre de 2010
En el ensayo ¿Tiempos de Esperanza?, presentado en la última reunión de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE por sus siglas en inglés) en Miami el pasado 29 de julio, el activista de derechos humanos Oscar Espinosa Chepe hizo un planteamiento intrépido y diferente.
Oscar, quien hoy 29 de noviembre cumplió 70 años, considera que ha llegado el momento de construir un frente de todos quienes deseamos lo mejor para Cuba y, por lo tanto, aspiramos a vivir en un país sin exclusiones y reconciliado, unido por encima de las legítimas diferencias políticas. En este tema nosotros vemos las inmensas posibilidades que tiene nuestra patria si todos sus hijos son invitados a participar en la reconstrucción económica de la nación que todos entendemos como un factor esencial para nuestro progreso y modernización.
Simultáneamente en su ensayo Oscar hace un convincente y enérgico caso por la inmediata liberación de todos los presos de conciencia, así como por las reformas críticas para superar los amplios y profundos problemas socioeconómicos que afectan al país.
En la llamada «primavera negra» del 2003, el gobierno cubano condenó sumariamente, entre otros luchadores de conciencia, a 49 activistas del Proyecto Varela entre los que se encontraba Oscar Espinosa. Esos activistas, con base en la legislación vigente, hicieron una propuesta de modestas reformas para realizar algunos cambios económicos básicos similares a los anunciados el 1ro. de agosto del 2010 por el presidente Raúl Castro para enfrentar los desafíos económicos existentes y que actualmente se están implementando. Concretamente el proyecto Varela propuso, entre otros, la liberalización de la pequeña empresa y que ésta pueda contratar trabajadores asalariados. Si bien los activistas están siendo excarcelados, en general son desterrados de inmediato en vez de ser reivindicados por su precursora y oportuna iniciativa. En la búsqueda del camino del progreso económico cada lado tiene que hacer un esfuerzo mayor por buscar un camino común, esto solamente se podrá llevar a cabo a través de sentar las bases para elevar la confianza existente entre el gobierno cubano y la oposición.
Oscar es un prolífico y muy dedicado economista que suele escribir un ensayo semanal analizando críticamente la situación socioeconómica cubana, las políticas públicas, así como proponiendo acciones concretas, pragmáticas y realistas, para resolver los amplios y profundos problemas existentes. Muchos de nuestros artículos han citado el excelente trabajo de Espinosa Chepe por su seriedad y su infatigable preocupación por la verdad.
Además de ser uno de los presos de conciencia de la Primavera Negra por apoyar el Proyecto Varela, Oscar firmó la Carta de los 74, es opositor del embargo y defensor de una transición gradual y pacífica. Esperamos que se entienda que cuando hablamos de transición no estamos hablando de un cambio de gobierno sino una transformación que añada como participantes en el futuro de nuestra patria a todos esos que entienden que nuestro bienestar como pueblo cubano está basado en el trabajo conjunto donde todas las contribuciones sean todas apreciadas, aunque sean después descartadas.
*Rolando Castañeda es economista cubano-americano. Funcionario retirado del Banco Interamericano del Desarrollo. Reside en Washington, D.C. Lorenzo Cañizares es sindicalista cubano-americano. Especialista de Organización para la Pennsylvania State Education Association. Reside en Harrisburg, PA.
‘Perestroika’ a la cubana
LUIS MATÍAS LÓPEZ
Periodista
Ante el fantasma de la bancarrota, el régimen cubano, en el mayor ejercicio de pragmatismo en 51 años, ha anunciado pasos significativos para liquidar una gran seña de identidad de la revolución: el monopolio estatal de la economía.
El anuncio de que sobra un millón de puestos de trabajo públicos (20% del total), de que la mitad se suprimirán en siete meses y de que se promoverá el autoempleo y el cooperativismo significa admitir un fracaso histórico. Algo parecido hizo Mijáil Gorbachov a partir de 1985, pero no parece que Raúl y Fidel Castro, que tienen presente lo que luego ocurrió con la URSS, quieran acompañar esta perestroika con una apertura política como la que abrió la glasnost. Raúl lo dijo: Hay que eliminar la noción de que Cuba es el único país en el que no es necesario trabajar. Fidel lo dijo (o tal vez no): el modelo ya no sirve. Y los cubanos lo dicen con sorna: el Gobierno hace como que nos paga [el salario medio es de 20 dólares] y nosotros como que trabajamos. La falta de eficiencia es la norma. La economía hace agua, el precio del níquel y el turismo caen, el país sufre aún los efectos del huracán de 2008 y el criminal embargo norteamericano ahoga. Sólo un alivio: el petróleo barato de Hugo Chávez.
Se dice que Raúl Castro envidia el sistema chino: capitalismo en lo económico y férreo control comunista del poder. China puede permitirse una revolución económica sin transición democrática, pero Cuba lo tendrá mucho más difícil. Además de construir una economía mixta, algo debe moverse en el terreno político. La reciente excarcelación de decenas de presos políticos es un paso en esa dirección. El cambio es necesario, pero los Castro deberían dejar el timón a nuevos dirigentes, sin tantas cortapisas ideológicas.
La agonía del modelo revolucionario es una pésima noticia para las clases trabajadoras del mundo entero. Pese a todos sus defectos y excesos, su rechazo de la hegemonía de EEUU, su ideal igualitario y su garantía de trabajo, educación, sanidad y vivienda para todos, era útil como prueba de que había alternativa a los usos y abusos del capitalismo. El fracaso de opciones como la soviética y la cubana no es del todo ajeno al retorno de recetas que cercenan brutalmente los derechos de los trabajadores, una aberración en la que, para su vergüenza, la socialdemocracia es cómplice a veces de la derecha liberal.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".