En: Derechos Humanos
23 May 2011El octogenario Fidel Castro sigue con su mala costumbre de meter la cuchareta en todo lo que acontece alrededor del mundo. Se cree omnipotente, más sigue siendo prepotente a la enésima potencia. Solo que siempre anda por el camino equivocado. Claro, en esta ocasión su amigo José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español se lo permite y le rie la gracia. Necesitado como está de tratar de dar un vuelco a la más que mala imagen que tiene en su pueblo, incluso entre sus seguidores del PSOE, poco le preocupan las opiniones del exmandatario de la isla. Ya él es agua pasada.
Opiniones no solicitadas
Ex preso de conciencia causa de los 75
Periodista Independiente
Mayo 22 de 2011
El octogenario Fidel Castro sigue con su mala costumbre de meter la cuchareta en todo lo que acontece alrededor del mundo. Se cree omnipotente, más sigue siendo prepotente a la enésima potencia. Solo que siempre anda por el camino equivocado. Claro, en esta ocasión su amigo José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español se lo permite y le rie la gracia. Necesitado como está de tratar de dar un vuelco a la más que mala imagen que tiene en su pueblo, incluso entre sus seguidores del PSOE, poco le preocupan las opiniones del exmandatario de la isla. Ya él es agua pasada.
La descabellada idea de comparar las concentraciones de los indignados en la Puerta del Sol y otras plazas españolas, conocidos internacionalmente como «spanish revolution», con las revueltas populares de Libia, para acabar de echar del poder a su amigo Gadafi es algo más que irracional. Solo en la calenturienta mente de un hombre, que durante más de 50 años siempre ha tenido el mismo discurso catastrófico y amenazador para la humanidad, ha sojuzgado y oprimido hasta en los más elementales derechos civiles y humanos a la población cubana, puede tan siquiera establecer similitudes entre ambos países. Es algo irónico su crítica a la democracia española.
Después de duros años de dictadura franquista, la solución de los problemas que existen en España no es el del enfrentamiento entre ciudadanos o partidos políticos, ni mucho menos el destruir o eliminar los amplios valores de una democracia plena, cuyo proceso de estabilización y consolidación mucho esfuerzo y sacrificio le ha costado a la sociedad civil española.
Lo correcto sería poder ver al pueblo cubano manifestarse reclamando, de forma pacífica, sin impedimento alguno y sin las golpizas de las turbas dirigidas por la policía política del régimen, los derechos civiles y sociales prohibidos por el propio Fidel Castro desde hace más de 50 años de totalitarismo.
Ejemplo de represión contra quienes opinan diferente al discurso oficial sobran en Cuba. Disidentes, periodistas y bibliotecarios independientes, y hasta las Damas de Blanco, simples y sencillas mujeres cuyo delito es demandar la libertad de sus familiares injustamente encarcelados han sido empujadas, golpeadas y arrastradas por las calles de La Habana. No podemos olvidar la muerte de Orlando Zapata Tamayo,al que dejaron morir en una celda. Ni la golpiza propinada a Wilfredo Soto, que le propició la muerte hace pocos días. O los más de 50 presos políticos como Rafael Ibarra Roque, Ernesto Borges o Rolandoo Sarraff, por solo mencionar algunos que aún permanecen en las cárceles cubanas, a pesar de tener extinguida casi su sanción completa y que el régimen se niega a cumplimentar lo que establece la ley en estos casos.
Quien autorizó o le pidió opinión al hombre que ha destruido la economía, la sociedad, la cultura y la vida de cientos de miles de cubanos sobre lo que acontece en España. Mejor le sería callar ante los reclamos de una sociedad que poco tiene que ver con el totalitarismo imperante en Cuba. Quizá dentro de poco la noticia que recorra el mundo sea las de las protestas dentro de la isla en demanda de sus derechos, pero sin darle la oportunidad al exmandatario cubano de poderlas comentar.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".