Nacimiento y muerte de la República

En: Derechos Humanos

27 Abr 2011

Si entendemos por república la forma de gobierno representativo en el que el poder reside en el pueblo, personificado este en un presidente elegido por la nación o sus representantes, el nacimiento de la República de Cuba data del 10 de abril de 1869, con la aprobación en Guáimaro de nuestra primera Constitución, al adoptar la clásica forma de gobierno republicano con la división de poderes; esto es, legislativo, ejecutivo y judicial.



Nacimiento y muerte de la República

24 abril, 2011 por ajudicuba

Por: Alberto Méndez Castelló (de Diario de Cuba)

Si entendemos por república la forma de gobierno representativo en el que el poder reside en el pueblo, personificado este en un presidente elegido por la nación o sus representantes, el nacimiento de la República de Cuba data del 10 de abril de 1869, con la aprobación en Guáimaro de nuestra primera Constitución, al adoptar la clásica forma de gobierno republicano con la división de poderes; esto es, legislativo, ejecutivo y judicial.

“No, por esta fecha ellos no vienen por aquí, ellos vienen en abril”, dijo un lugareño el pasado julio en Guáimaro, en alusión a las visitas de personeros del régimen para conmemorar la Constitución de 1869 y a la ausencia de estos en ocasión de los aniversarios de la firmada el 1 de julio de 1940, también en la ciudad de Guáimaro.

“Violentando la Constitución de 1940, el castrismo liquidó el Estado de Derecho en Cuba, pero la de 1869 también les queda grande, no veo por qué tienen que ir a Guáimaro a celebrarla”, dice un profesor de Derecho Constitucional.

No está desencaminado el jurista. Según la Constitución de 1869, de letra y espíritu de Ignacio Agramonte, si bien el presidente de la “república en armas” detentaría el poder ejecutivo y la Cámara de Representantes el poder político, limitaba a estos para suprimir las libertades de culto, imprenta, reunión pacífica, enseñanza y cualquier otro derecho del pueblo, estableciendo el reconocimiento de los derechos civiles y las garantías constitucionales para todos los cubanos, concepto jurídico reconocido por primera vez y que hoy debería hacer sonrojar a no pocos políticos y a más de un jurista.

Según Elizardo Sánchez Santacruz, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, por lo menos 25 de los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos son violados sistemáticamente por el gobierno actual.

Cabe preguntarse cómo murieron los derechos humanos en una nación que este 10 de abril podría celebrar, no simular, los 142 años del surgimiento de su Derecho Constitucional, contentivo del respeto por los derechos civiles y las garantías individuales.

“Si usted dice que yo le dije esto, me desaparecen”, dijo un empleado de artes gráficas a este corresponsal hace algunos años. La divulgación del suceso que tanto temía el funcionario de la imprenta de la Gaceta Oficial de la República de Cuba fue hecho público años después por su propio protagonista.

Sabido es que la Constitución de 1940 fue concebida contra desmanes, fueran de derecha o de izquierda, por lo que la suprimió Fulgencio Batista promulgando sus estatutos el 4 de abril de 1952, y también el gobierno sucesor de aquella dictadura, nombrado a dedo por Fidel Castro; gobierno que, para acomodar las leyes a la revolución de 1959, en sustitución de la Constitución de 1940 promulgó la llamada Ley Fundamental el 7 de febrero de 1959.

Pero la primera versión de la Ley Fundamental también le quedaba grande a Fidel Castro.

El Artículo 154 de la Constitución de 1940 dice: “El Consejo de Ministros será presidido por el presidente de la República. Cuando el presidente no asista a las sesiones del Consejo, lo presidirá el primer ministro. El primer ministro representará la política general del Gobierno y a este ante el Congreso”.

El Artículo 146 de la Ley Fundamental en su primera versión decía más o menos lo mismo que el 154 de la Constitución de 1940. Pero Castro planteó que para ocupar el cargo de primer ministro debía tener el control directo de la política general.

El 13 de febrero de 1959 se reunió el Consejo de Ministros para reacomodar la ley que ya había enviado al cesto la Constitución de 1940. El manipulado artículo 146 decía ahora: “Corresponde al primer ministro dirigir la política general del Gobierno, despachar con el presidente de la República los asuntos administrativos y, acompañado de los ministros, los propios de los respectivos departamentos”.

“Me trasladé a la imprenta y allí dispuse que fueran destruidos todos los ejemplares y se iniciara una nueva edición”, diría Luis Buch, secretario del Consejo de Ministros entonces, en sus memorias publicadas en 2004, haciendo público lo que no pocos definirían como el golpe de Estado más silencioso de la historia moderna.

Como no es lo mismo representar que dirigir, conocida es la renuncia del presidente Urrutia, negado a servir de títere. En el cargo fue situado Osvaldo Dorticós, quien terminó sus días suicidándose.

Entendida como República, en su reciente visita a Cuba el ex presidente estadounidense James Carter aludió a su soberanía y al encuentro sostenido con ex prisioneros políticos y Damas de Blanco, en el que los participantes se dirigieron al premio Nobel de la Paz para comunicarle sus cuitas.

Cuando el señor Carter habló de soberanía, afortunadamente se encontraba presente el ex preso de conciencia Diosdado González Marrero, condenado a 20 años durante la “primavera negra”, quien ya había consumido sus dos minutos de exposición y solicitó permiso para esclarecer que, por favor, entendieran que en Cuba la soberanía no reside en el pueblo, sino en la voluntad de los hermanos Castro.

La de González Marrero no es la primera noticia al respecto, pero sí la última, y todos deberían terminar comprendiendo. Si la República de Cuba nació en 10 de abril de 1869, con la Constitución de Guáimaro, agoniza desde el 13 de febrero de 1959, cuando acomodaron un artículo de una Constitución ficticia para que Castro gobernara con amplios poderes. Aún lo hace.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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