En: Opinión
15 Abr 2010La dura realidad se impuso, el PSOE y el gobierno español finalmente llegaron a la conclusión de que tenían que modificar su actitud de diálogo laxo con las autoridades cubanas. Es realmente lamentable que aún queden dirigentes de la izquierda incapaces de romper sus compromisos con el régimen y nieguen a los cubanos la democracia que disfrutan en su país.
LOS PARLAMENTOS APOYAN AL PUEBLO CUBANO
El Congreso y el Senado de España aprobaron los días 13 y 14 de abril sendas iniciativas para que su gobierno a través del diálogo que sostiene con el cubano consiga la entrada de la Cruz Roja Internacional y el Relator de ONU de Derechos Humanos a las cárceles con presos de conciencia y políticos; la liberación inmediata e incondicional de los prisioneros de conciencia y el final de la huelga de hambre de Guillermo Fariñas; poner las bases para un futuro de reconciliación nacional, respeto a los derechos humanos y libertades fundamentales y mejora sostenible del nivel de vida del pueblo cubano. Las votaciones contaron casi con unanimidad por las negociaciones del Partido Popular y el PSOE (en el poder) y el apoyo de CiU, PNV, UPyD y UPN, con sólo 7 votos en contra de los grupos de ultraizquierda vinculados al totalitarismo cubano y 4 abstenciones de Coalición Canaria.
La dura realidad se impuso, el PSOE y el gobierno español finalmente llegaron a la conclusión de que tenían que modificar su actitud de diálogo laxo con las autoridades cubanas. Es realmente lamentable que aún queden dirigentes de la izquierda incapaces de romper sus compromisos con el régimen y nieguen a los cubanos la democracia que disfrutan en su país.
Actualmente se aprecia que el totalitarismo con sus promesas de cambios, entre el 31 de julio de 2006 y marzo de 2010 procuraba sortear la delicada situación política causada por la súbita enfermedad de Fidel Castro. La sociedad cubana se encuentra en la encrucijada entre el viejo régimen y el nuevo porvenir. El desastre político, económico y social no se puede remontar por los estertores de las fuerzas retrogradas, que lustran sus armas y ejercitan sus órganos represivos con operativos desproporcionados contra pacíficos opositores, en maniobras callejeras en las que mueven a los atacantes transportados por ellos mismos como entrenamiento antimotines, aunque corren el riesgo de que se les vaya de las manos. Forma también de amedrentar a los cubanos atormentados por las carencias e incrédulos, para prevenir la desobediencia civil. Alerta a los silenciosos descarriados de partido, gobierno y militares con inclinaciones reales a los cambios, porque no hay que ser muy sagaces para darse cuenta de que están hundiendo Cuba y con ella todos sus privilegios, o que quien posea dignidad y decoro tiene que ayudar a salvarla.
Pero el estrangulamiento de la oposición ahora es mucho más complejo que durante la Primavera Negra de 2003. Más allá de la crisis general de la sociedad, está la crisis de gobernabilidad y la desesperación por mantener el poder absoluto de una élite. La asonada de hace 7 años lamentablemente alerta sobre la decisión del régimen de preservarse a toda costa. De ahí la trascendencia de la contención internacional. Estamos convencidos de que la responsabilidad del destino de Cuba es de los cubanos, que de muchas formas somos rehenes del sistema. Los contestatarios ya son millones, y los decididos a afrontar pacíficamente todas las represalias somos miles porque luchamos por la democracia y la reconciliación con respeto a la diversidad, sin odios ni revanchas. En Cuba el desenlace parece casi tan imprevisible hoy, como lo fuera en la mayoría de los países de Europa del Este a fines de los 80. Las autoridades cubanas aprendieron de esas experiencias y procuran impedirlo a toda costa, a tal punto que son timoratas hasta para emprender pequeñas reformas que contribuyan a preservar su poder, y ellas mismas cumplir su deber elemental de propiciar “la evolución de la mariposa”, flor blanca símbolo nacional.
Los prisioneros de conciencia y políticos, sus familias y toda la oposición pacífica nos sentimos realmente agradecidos de los esfuerzos de nuestros hermanos españoles por contribuir a la justicia y el futuro bienestar de nuestro pueblo. Como también estamos muy agradecidos de los parlamentos, personalidades y pueblos de otros países, en particular los latinoamericanos donde comienza el despertar con los ejemplos de México, Brasil, Chile y otros.
Como señalara Joan María Roig, senador de Convergencia y Unión (CiU), “con la aprobación de la iniciativa, se ha realizado un avance sustancial en el reconocimiento de que en Cuba existe un grave problema que se debe abordar desde la seriedad, el rigor y la exigencia”.
La Habana, 15 de abril de 2010
Miriam Leiva
Periodista Independiente
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".