Los Norteamericanos buscan un cambio politico y economico real

En: Opinión

3 Feb 2010

Hasta que el pueblo estadounidense no vea el cambio en el que puede creer, en Washington y en Wall Street, hasta que no vea decisiones empresariales tomadas sobre una base moral, la crisis de confianza entre los trabajadores y los consumidores continuará, y pinta mal para todos nosotros.



La Encíclia Papal ofrece una hoja de ruta con una brújula moral a los mercados

Por Carl Anderson

Los norteamericanos buscan un cambio político y económico real

La Encíclia Papal ofrece una hoja de ruta con una brújula moral a los mercados

Por Carl Anderson

Anderson.jpgNEW HAVEN, miércoles 3 de febrero de 2010 (ZENIT.org) .- Los estadounidenses continúan viendo al país dirigirse en la dirección equivocada.

Durante el 2008, el presidente Barack Obama percibió claramente este estado de ánimo y brillantemente aprovechó el momento con el lema de la campaña «El cambio en el que podemos creer». Ahora, un año en la presidencia, Washington parece incapaz de cumplir, y los estadounidenses están perdiendo cada vez más la confianza en el gobierno.

Una reciente encuesta de los Caballeros de Colón y los Maristas mostró que, mientras que Obama cuenta con la aprobación general de la mayoría de la población estadounidense, casi seis de cada 10 han perdido la confianza en la capacidad de Washington para tratar la crisis económica.

Además, el 55% dice que el aumento de la regulación gubernamental sólo dañará aún más la economía.

Pero mientras el pueblo de Estados Unidos no apoyan una mayor regulación y disminuye su confianza en la respuesta del gobierno a la economía, apenas dan a Wall Street un pase.

De hecho, cada vez más personas están descontentas con la codicia en la comunidad empresarial.

No será suficiente para los negocios simplemente oponerse a una mayor regulación del gobierno, porque la mayoría de los estadounidenses no quieren una regulación gubernamental desbocada, pero en márgenes aún más amplios, tampoco confían en los líderes empresariales.

El 81% de los estadounidenses creen que los líderes de negocios tienen un conjunto diferente de normas éticas para el trabajo y para su vida personal. Y el 75% dice que esto no es correcto.

El público está buscando un cambio desde las comunidades empresariales y financieras.

La gente quiere un nivel más alto y más fuerte de compromiso con la ética en los negocios.

Este sentimiento del pueblo estadounidense no puede ser desestimado como populismo enojado. Más bien, los estadounidenses están insistiendo en un mercado libre con reglas que tengan sentido. Ellos ven – y con razón – que una brújula moral es el fundamento esencial de los mercados libres.

Como los estadounidenses hacen en sus propias vidas, esperan que el mercado valore normas tales como la honestidad, el juego limpio y la preocupación por el prójimo. Estas siempre han sido lo mejor del «estilo de vida americano», y es la única manera como los líderes de los negocios pueden reconstruir su relación con el pueblo estadounidense.

¿Son capaces los ejecutivos de las empresas de hoy capaces de realizar una versión de libre mercado del “cambio en el que podemos creer”?

Ética de los negocios

Curiosamente, en 1985, Benedicto XVI – entonces cardenal Ratzinger –, advirtió de las consecuencias de un sistema que ha eliminado su base moral. Él dijo: «Se está convirtiendo en un hecho cada vez más evidente de la historia económica que el desarrollo de los sistemas económicos que se concentran en el bien común dependen de un sistema ético determinado, que a su vez puede nacer y sostenerse sólo por fuertes convicciones religiosas. Por el contrario, también se ha hecho evidente que la disminución de esa disciplina puede causar realmente el colapso de las leyes del mercado».

Hemos visto separados de la ética del mercado, y hemos visto el hundimiento del mercado bajo el peso de prácticas de inversión codiciosas y egoístas. La pregunta es, ¿podemos lograr un sistema de mercado ético?

El año pasado, en una anterior encuesta de los Caballeros de Colón/Maristas, encontramos que las tres cuartas partes de los estadounidenses y el 94% de los ejecutivos considera que una empresa puede ser ética y exitosa. Lo que se necesita es que esa mayoría abrumadora abrace la toma de decisiones morales.

Si los ejecutivos están dispuestos a intensificar sus normas éticas, entonces podrán proporcionar al pueblo estadounidense una alternativa real a la regulación del gobierno – que se ha mostrado incapaz de resolver una crisis, y mucho menos de impedir la próxima.

Pero si no quieren limpiar su propia casa, los líderes de negocios dejarán a los norteamericanos con la forzada elección entre tolerar juegos de manos en Wall Street o la mano dura de Washington.

No es de extrañar que, además de ser pesimistas sobre las medidas del gobierno para resolver la crisis económica, la mayoría de los estadounidenses vean que la crisis les afecta a ellos personalmente. En nuestra encuesta, el 55% dijo que sus carreras pueden verse afectadas negativamente por el entorno económico actual.

Con la mayoría de los estadounidenses creyendo que se verán afectados negativamente por la crisis, este no es un problema que vaya a desaparecer por sí solo.

Voto de no confianza

En la calle hay decepción – y oposición – tanto a la regulación del gobierno como a la avaricia empresarial – ninguna de las dos puede resolver la quiebra moral de los que han divorciado la ética de la economía.

Hasta que el pueblo estadounidense no vea el cambio en el que puede creer, en Washington y en Wall Street, hasta que no vea decisiones empresariales tomadas sobre una base moral, la crisis de confianza entre los trabajadores y los consumidores continuará, y pinta mal para todos nosotros.

Pero hay esperanza. De hecho, para los católicos que son propietarios de negocios, ejecutivos, inversores y consumidores, debemos darnos cuenta de que nuestra propia falta de acción – o falta de acción pública – está contribuyendo al silencio en torno a las dimensiones morales de la crisis económica.

Deberíamos decir, con Shakespeare: «El fallo no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos», y, una vez que nos damos cuenta de esto, podemos darnos cuenta también de que esta situación se puede superar.

Benedicto XVI nos ha dado una gran hoja de ruta para un futuro que incluye la ética en la economía. Durante años, y especialmente en su más reciente encíclica Caritas in veritate, nos ha mostrado el camino hacia un futuro en el que la ética está en el centro de la economía, no en los márgenes.

Así que debemos – por nuestro ejemplo – despertar al 75% de los estadounidenses y al 94% de los ejecutivos que creen que se puede hacer dinero de forma ética. Con ese tipo de mayoría, no debería ser difícil hacer una verdadera diferencia en la forma de hacer negocios.

Este es el tipo de cambio en el que ya creen tres cuartas partes del país, y que podría cambiar el mundo en un lugar mejor para todos nosotros.

Carl Anderson es el Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, y un autor best-seller del New York Times.

Traducción del inglés por Inma Álvarez
Anderson.jpgNEW HAVEN, miércoles 3 de febrero de 2010 (ZENIT.org) .- Los estadounidenses continúan viendo al país dirigirse en la dirección equivocada.

Durante el 2008, el presidente Barack Obama percibió claramente este estado de ánimo y brillantemente aprovechó el momento con el lema de la campaña «El cambio en el que podemos creer». Ahora, un año en la presidencia, Washington parece incapaz de cumplir, y los estadounidenses están perdiendo cada vez más la confianza en el gobierno.

Una reciente encuesta de los Caballeros de Colón y los Maristas mostró que, mientras que Obama cuenta con la aprobación general de la mayoría de la población estadounidense, casi seis de cada 10 han perdido la confianza en la capacidad de Washington para tratar la crisis económica.

Además, el 55% dice que el aumento de la regulación gubernamental sólo dañará aún más la economía.

Pero mientras el pueblo de Estados Unidos no apoyan una mayor regulación y disminuye su confianza en la respuesta del gobierno a la economía, apenas dan a Wall Street un pase.

De hecho, cada vez más personas están descontentas con la codicia en la comunidad empresarial.

No será suficiente para los negocios simplemente oponerse a una mayor regulación del gobierno, porque la mayoría de los estadounidenses no quieren una regulación gubernamental desbocada, pero en márgenes aún más amplios, tampoco confían en los líderes empresariales.

El 81% de los estadounidenses creen que los líderes de negocios tienen un conjunto diferente de normas éticas para el trabajo y para su vida personal. Y el 75% dice que esto no es correcto.

El público está buscando un cambio desde las comunidades empresariales y financieras.

La gente quiere un nivel más alto y más fuerte de compromiso con la ética en los negocios.

Este sentimiento del pueblo estadounidense no puede ser desestimado como populismo enojado. Más bien, los estadounidenses están insistiendo en un mercado libre con reglas que tengan sentido. Ellos ven – y con razón – que una brújula moral es el fundamento esencial de los mercados libres.

Como los estadounidenses hacen en sus propias vidas, esperan que el mercado valore normas tales como la honestidad, el juego limpio y la preocupación por el prójimo. Estas siempre han sido lo mejor del «estilo de vida americano», y es la única manera como los líderes de los negocios pueden reconstruir su relación con el pueblo estadounidense.

¿Son capaces los ejecutivos de las empresas de hoy capaces de realizar una versión de libre mercado del “cambio en el que podemos creer”?

Ética de los negocios

Curiosamente, en 1985, Benedicto XVI – entonces cardenal Ratzinger –, advirtió de las consecuencias de un sistema que ha eliminado su base moral. Él dijo: «Se está convirtiendo en un hecho cada vez más evidente de la historia económica que el desarrollo de los sistemas económicos que se concentran en el bien común dependen de un sistema ético determinado, que a su vez puede nacer y sostenerse sólo por fuertes convicciones religiosas. Por el contrario, también se ha hecho evidente que la disminución de esa disciplina puede causar realmente el colapso de las leyes del mercado».

Hemos visto separados de la ética del mercado, y hemos visto el hundimiento del mercado bajo el peso de prácticas de inversión codiciosas y egoístas. La pregunta es, ¿podemos lograr un sistema de mercado ético?

El año pasado, en una anterior encuesta de los Caballeros de Colón/Maristas, encontramos que las tres cuartas partes de los estadounidenses y el 94% de los ejecutivos considera que una empresa puede ser ética y exitosa. Lo que se necesita es que esa mayoría abrumadora abrace la toma de decisiones morales.

Si los ejecutivos están dispuestos a intensificar sus normas éticas, entonces podrán proporcionar al pueblo estadounidense una alternativa real a la regulación del gobierno – que se ha mostrado incapaz de resolver una crisis, y mucho menos de impedir la próxima.

Pero si no quieren limpiar su propia casa, los líderes de negocios dejarán a los norteamericanos con la forzada elección entre tolerar juegos de manos en Wall Street o la mano dura de Washington.

No es de extrañar que, además de ser pesimistas sobre las medidas del gobierno para resolver la crisis económica, la mayoría de los estadounidenses vean que la crisis les afecta a ellos personalmente. En nuestra encuesta, el 55% dijo que sus carreras pueden verse afectadas negativamente por el entorno económico actual.

Con la mayoría de los estadounidenses creyendo que se verán afectados negativamente por la crisis, este no es un problema que vaya a desaparecer por sí solo.

Voto de no confianza

En la calle hay decepción – y oposición – tanto a la regulación del gobierno como a la avaricia empresarial – ninguna de las dos puede resolver la quiebra moral de los que han divorciado la ética de la economía.

Hasta que el pueblo estadounidense no vea el cambio en el que puede creer, en Washington y en Wall Street, hasta que no vea decisiones empresariales tomadas sobre una base moral, la crisis de confianza entre los trabajadores y los consumidores continuará, y pinta mal para todos nosotros.

Pero hay esperanza. De hecho, para los católicos que son propietarios de negocios, ejecutivos, inversores y consumidores, debemos darnos cuenta de que nuestra propia falta de acción – o falta de acción pública – está contribuyendo al silencio en torno a las dimensiones morales de la crisis económica.

Deberíamos decir, con Shakespeare: «El fallo no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos», y, una vez que nos damos cuenta de esto, podemos darnos cuenta también de que esta situación se puede superar.

Benedicto XVI nos ha dado una gran hoja de ruta para un futuro que incluye la ética en la economía. Durante años, y especialmente en su más reciente encíclica Caritas in veritate, nos ha mostrado el camino hacia un futuro en el que la ética está en el centro de la economía, no en los márgenes.

Así que debemos – por nuestro ejemplo – despertar al 75% de los estadounidenses y al 94% de los ejecutivos que creen que se puede hacer dinero de forma ética. Con ese tipo de mayoría, no debería ser difícil hacer una verdadera diferencia en la forma de hacer negocios.

Este es el tipo de cambio en el que ya creen tres cuartas partes del país, y que podría cambiar el mundo en un lugar mejor para todos nosotros.

Carl Anderson es el Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, y un autor best-seller del New York Times.

Traducción del inglés por Inma Álvarez

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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