En: Opinión
24 Sep 2010El diario Granma se hace eco de una noticia que parece tener una notable relevancia para ocupar la portada de hoy. Resulta que, como se cumple el 50 aniversario de la creación de esos órganos de delación y de infamia de los que presume el comunismo castrista, los llamados Comités de defensa de la “revolución”, los pobres niños cubanos están obligados a realizar lo que llaman “tradicional guardia pioneril”. Increible, pero cierto.
LAS GUARDIAS PIONERILES Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL
Septiembre 24 de 2010.
Elías Amor Bravo, Economista ULC
El diario Granma se hace eco de una noticia que parece tener una notable relevancia para ocupar la portada de hoy. Resulta que, como se cumple el 50 aniversario de la creación de esos órganos de delación y de infamia de los que presume el comunismo castrista, los llamados Comités de defensa de la “revolución”, los pobres niños cubanos están obligados a realizar lo que llaman “tradicional guardia pioneril”. Increible, pero cierto.
Lo sorprendente es que el raulismo castrista, que parece embarcado en una estrategia diseñada para sustituir todas estas manifestaciones de entrega pueril a una causa en la que ya nadie, por fortuna cree, no haya dado el carpetazo definitivo a esas imposiciones a pobres criaturas, enfundadas en sus pañoletas y uniformadas como si se tratase de pequeños mercenarios, entrenados desde muy pqueños para sembrar el odio.
De mi infancia, no tengo peor recuerdo que el día que me obligaron a ser como el Ché. Fue una mañana en la escuela que, al terminar de cantar el himno nacional como todos los días, la directora nos hizo permanecer en el patio en formación ante la mirada atenta de nuestros maestros, y casi de forma inmediata aparecieron los de “verde olivo” con sus aramas y con las pañoletas, obligándonos a todos a ponerlas como símbolo de lo que a partir de entonces debíamos ser. En cierto modo, ahora que nos hacemos eco de los escándalos provocados por los manoseos y los tocamientos que sufren los niños por determinados representantes de la Iglesia, y con la misma repugnancia que producen estas noticias, me siento igualmente asqueado al recordar la obligación de la pañoleta y el uniforme en aquella Cuba de los años 60.
Es posible que muchos piensen que no tiene nada que ver un suceso con otro. No lo creo. Cualquier acto de intromisión en la vida de un niño, de sus circunstancias familiares y personales, el que sea y cómo sea, es una vejación física o psíquica. En aquella Cuba castrista y revolucionaria en la que después nos llevaron al campo para plantar maticas de café en un erial en el que el guajiro que vivía cerca nos decía que aquellas plantas iban a morir, como de hecho sucedió, las vejaciones eran continuas a todos los que no comulgaban con la ideología impuesta por el régimen totalitario. Fue un momento de transición de una forma de vida, pacífica, feliz, tranquila, a otra en la que día sí, día no, movilización si, movilización no, las dificultades y los sufrimientos iban en aumento.
Estos son mis recuerdos de aquella época y por eso quiero compartirlos, y contrastar que casi 50 años después continúa la misma estupidez de las “guardias pioneriles”. ¡Cuanto esfuerzo, energía y tesón perdidos en defensa de un sistema basado en el odio y el enfrentamiento entre cubanos, entre hermanos!. ¡Cuantas horas de vida perdidas en actividades que no suponen beneficio personal alguno, y lo que es peor, mucho menos beneficio colectivo!.
Que clase de desgracia ha caído sobre el pueblo cubano. Por qué estos niños tienen que participar en una actividad impuesta por el gobierno de forma obligatoria, por mucha “pachanga” que les regalen con los juegos, la música, las rondas, las fogatas y demás pamplinas. ¿Qué es lo que busca ese gobierno sometiendo a los infantes a su voluntad desde tan tempranas edades?. ¿Es que acaso este no es el origen de la miseria moral del castrismo? Acaso no sería mejor que esos niños cubanos pudieran estar en sus casas, compartiendo con su familia las mejores horas del día, o jugando con sus mejores amigos, con sus vecinos, con sus primos o con quién les de la gana, en vez de verse obligados por el gobierno a realizar una actividad que seguramente va en contra de su deseo.
La libertad consiste en eso, en decidir desde pequeño, con los únicos límites impuestos por la autoridad siempre querida de los progenitores. Esa perversa y criminal invasión del estado y del sistema político en la unidad familiar, en la vida del niño desde su más temprana edad, no se registra en los Informes de Naciones Unidas de los que se vanagloria el comunismo castrista, pero tiene secuelas morales, éticas y psíquicas que quedan ahí, que no se superan y que suponen la entrada en un círculo vicioso del que resulta muy difícil escapar. Yo no podré a lo largo de mi vida agradecer a mis padres que tuvieran la capacidad y la decisión para sacarnos siendo niños de aquella locura, pero he conocido testimonios de muchos cubanos que coinciden con los míos, en los que se confirma esa influencia perversa del gobierno en el comportamiento infantil como una de las peores secuelas del régimen castrista sobre la población.
Esta es la experiencia vital de vivir en Cuba. La incapacidad para ser libre, para ejercer la autonomía personal, para ser uno mismo en el ámbito de las decisiones individuales. Desde las “guardias pioneriles”, hasta el último día en que malgasta su vida un cubano en el régimen castrista, la presencia y la exigencia del régimen de los Castro es permanente y continua, es una auténtica desgracia que, insisto, con 51 años ya es más que suficiente.
Granma se hace eco de las felicitaciones por el aniversario de los Comités de chivatos del barrio. Bueno, me parece bien. Ellos también son víctimas de su propio destino infame. Hicieron, han y seguirán haciendo mucho daño, pero la reparación llegará.
Desde luego, de mi parte, no van a recibir ni una sola palabra más. No la merecen.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".
2 Comentarios para Las guardias pioneriles y la libertad individual
Jose Vilassuso Rivero
septiembre 25th, 2010 at 3:38 pm
Bueno sería que los demócratas atendiéramos de estas inciativas, pero en sentido opuesto. Enseñar a nuestros niños en la casa y en la escuela a apreciar los valores y ventajas de la libertad. No niego mi horror al contemplar a las madres de alta sociedad en países libres tan preocupadas en que sus hijos aprendan Karate, por ejemplo. Hace dos días me entristecíó mucho contemplar lindas niñas cubanas exiladas socias del más exclusivo Club privado del país, practicando los bailes para las próximas fiestas del aniversario. Pero a esas lindas cubanitas ni siquiera se les habla de Marti o de las libertades que ahora gozan en el exilio y que se perdieron en Cuba. Ellas sólo aprenden graciosamente a mover sus lindos traseritos. Mientras las mamás conversan amigablemente del yate que se piensan comprar a fin de año.
Jose Vilassuso Rivero
septiembre 25th, 2010 at 3:48 pm
Pero en países libres las escuelas no hacen referencia a la política por considerarla tema tabú, o mejor lo que no les importa. Eso viste bien en una sociedad democrática cualquiera. La apoliticidad. Asi era en Venezuela hace unos doce o trece años. Recuero mi último intento por hacer declaraciones a favor de los disidentes cubanos en Caracas. Salvo excepciones honrosas, se me alegaba que eso no era bien visto, no por simpatías a Castro; sino porque los cubanos queriamos meter la baza en todo y eso afectaba al sentimiento nacional. Tal vez alguno lo recuerde.