La homofobia selectiva cubana

En: Culturales

29 Mar 2011

Recuerdo que cuando yo vivía allá en nuestra Patria, en terminos generales, los cubanos ni odiaban ni despreciaban a los homosexuales ni a las lesbianas. Simplemente se preocupaban y se interesaban porque el hijo varón y la hija hembra no les salieran ni una cosa ni la otra. Si no conseguían ese objetivo los seguían queriendo igual.



La homofobia selectiva cubana


Por: Esteban Fernandez

Recuerdo que cuando yo vivía allá en nuestra Patria, en terminos generales, los cubanos ni odiaban ni despreciaban a los homosexuales ni a las lesbianas. Simplemente se preocupaban y se interesaban porque el hijo varón y la hija hembra no les salieran ni una cosa ni la otra. Si no conseguían ese objetivo los seguían queriendo igual.

Aquí en los Estados Unidos me parece que algunos sicólogos culpan a los padres por toda desviación de sus hijos. Con los padres cubanos no existía ese «tiqui-tiqui, ni ese taca-taca».

En la tierra- y la época- donde yo me crié el varón era criado como varón y la hembra como hembra. El varón en la calle mataperreando y la hembra en su casa jugando a las muñecas. Era un sociedad machista, conservadora y puritana.

Por ejemplo, si un muchacho le decía a su padre: «Viejo, yo quiero un perro» entonces el padre le traía de regalo un «Bóxer» o «un Pastor alemán», o por lo menos un perro sato pero grandote. Jamás se le ocurría a un padre cubano regalarle a su niño «una perrita pekinesa»( como la de Pedrito Rico) para que la llevara al parque con una cadenita. Allá nada de perritos «gay» como los veo aquí con sus abriguitos floreados.

Y cualquier error o desliz que cometiera un muchacho era «enmendado» rápidamente por el populacho en la calle. Al que se le ocurriera ir al centro del pueblo con una camisita rosada «de lo más mona» se tenía que pasar un montón de horas recibiendo burlas. Yo hasta vi a algunos quitársela, tirarla al suelo y salir para la casa sin camisa.

Donde yo crecí era imposible que un padre aceptara de buena gana que un varón quisiera dar clases de bordado ni una hembra clases de Judo. Jamás vi a un padre cubano tratando de que su niña aprendiera a jugar a «la viola», ni que se fuera al parque a jugar a la quimbumbia, y mucho menos que el varón quisiera aprender a zurcir.

En Cuba los padres evitaban a toda costa que los hijos les salieran homosexuales. Era «homofobia selectiva» porque sostenían categóricamente que «Cada cual puede hacer con su cucu lo que le dé la gana, menos mi hijo».

Inclusive hasta para oír la radio: «La Novela del Aire» era para las hembras y «Los Tres Villalobos» era para los varones.

En mi país las cosas estaban compartidas y los roles definidos. ¿Usted no ha notado que aquí, actualmente, les inculcan a los hijos varones que: «Muchacho, por ningún motivo del mundo, vaya a fajarse». De ahí se puede llegar a la conclusión que les están diciendo: «Sí por una casualidad en el colegio algún muchacho te toca las nalguitas no te fajes, llora o quéjate con el maestro».

Y entonces, cuando los psicoanalistas aquí culpan a los padres por las blandenguerías de sus hijos quizás tengan parte de razón, porque la verdad es una: «¡Sí le tocaron las nalguitas y no se fajó se las van a tocar cien mil veces!».

En esa tierra linda donde yo nací y me crié los padres nos decían: «¡Usted se tiene que fajar, y si es más grande que usted entonces le parte un palo en la cabeza!». Por lo tanto, si el hijo salía afeminado era porque él quería ( o nació así como nos explican actualmente) no porque su padre no le inculcó lo contrario.

¿Saben ustedes cuales fueron las primeras cinco palabras que yo escuché de la boca de mi padre cuando yo salí del vientre de mi madre?. No, no fue «¡Qué niño más lindo!» como hubiera sido lo más apropiado en esos casos. Cuando yo asomé la cabeza sollozando, mi padre me miró seriamente y me dijo: «¡LOS MACHOS NO LLORAN, CARIJO!».

Y eso, a través de los años que yo viví en Cuba, junto a él, me lo repitió un millón de veces. Fue en los Estados Unidos, en el exilio, al morir mis padres, cuando lloré tranquilamente. Aunque tengo que reconocer que a cada rato me parecía escuchar a mi papá, desde «ultratumba», gritando: «¡Esteban de Jesús, los hombres no lloriquean, coño!»…

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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