La enorme alegría de un fracaso

La periodista Anneris Ivette Leyva del diario cubano Granma ha asegurado el miércoles que la exhortación a hacer realidad cada lineamiento, a trabajar con intensidad y cambiar la mentalidad allí donde esta frena el desarrollo de nuestra sociedad socialista, marcó la clausura del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.

A párrafo seguido, describe Leyva que «con aplausos compactos que parecían eternizarse, los asistentes a la última sesión de la magna cita recibieron al querido Comandante en Jefe Fidel, y celebraron la elección de Raúl como Primer Secretario de la organización».

Tras ser investido -cosa que a nadie sorprendió-, Raúl Castro fue de una transparencia cristalina:  «asumo mi última tarea -Dios quiera así sea- con la firme convicción y compromiso de honor de que el primer secretario tiene como sentido de su vida defender, preservar y desarrollar el socialismo y no permitir jamás el regreso del régimen capitalista».

«Se acabó el Congreso -concluyó Raúl Castro-; ahora, a trabajar», o a seguir pasando trabajos, diría el cubano de a pie.

Las reacciones de la prensa en el mundo no se hicieron esperar. El diario El País de España comentó que el régimen castrista caerá por senectud y el socialismo en Cuba por incompetencia.

El Congreso del Partido Comunista de Cuba -puntualiza el rotativo español-  tuvo «algo de perestroika -reorganización- y nada de glasnost -transparencia- para una situación económicamente agónica».

Acerca de la propuesta de limitar los mandatos de los altos funcionarios, el diario considera que es «una solemne tontería» pues «el pueblo no puede elegir a sus gobernantes».

También recuerda El País que «el régimen franquista se encomendaba a las instituciones ante la (…) próxima desaparición del dictador, vanagloriándose de que todo quedaba atado y bien atado» Pero «El achacoso régimen castrista parece optar por una salida semejante», pero ha dejado todo «atado y mal atado».

La periodista y escritora cubana Gina Montaner escribió en el diario El mundo que en el cierre del congreso se nombraron 15 miembros del Buró Político, 9 menos que en el pasado, y con 3 nuevas designaciones que representan la generación de los cincuentones, pero en puestos poco relevantes y a la espera de que los altos mandos agoten un nuevo término estipulado en 10 años.

Se trata -aclara Gina Montaner- de tres delfines: Mario Murillo, asesor de muchas de las reformas económicas que Raúl ha intentado, hasta ahora sin éxito, poner en práctica; el ministro de Economía Adel Izquierdo, otro «mago» en busca de la fórmula (inviable) de sacar adelante un socialismo sin subsidios con un capitalismo sin libertad de mercado; y Lázara Mercedes López Acea, al frente del partido en La Habana.

De esta cumbre -concluye la periodista- que una vez más levantó falsas expectativas, lo que ha quedado claro es un paquete de medidas económicas cuyo objetivo es garantizar la supervivencia del ‘ancien regime’ en lo que los comandantes históricos se mueren en el plazo de una década.

El profesor Xu Shicheng, del Instituto de Estudios Latinoamericanos de China, declaró al diario China Business News que Fidel Castro aún no se jubiló y su hermano Raúl y otros dirigentes aún tienen que escuchar sus opiniones en asuntos de importancia para el país.

«No puede decirse que se haya jubilado por haber dejado la secretaría general del Partido Comunista de Cuba  a su hermano, quien ya dijo en el Congreso recién clausurado, que Fidel, aunque no tenga cargo en el Gobierno, es el líder», afirmó Shicheng.

El comentarista Sergio Serrichio destaca en el diario argentino Los Andes que tras mandar por más de 50 años en Cuba, los hermanos Castro sugieren que ningún gobernante futuro debería estar más de diez en el poder.

El autor repasa la transferencia de los más altos cargos de Fidel a Raúl Castro, la cual -dice- resume el grado de concentración de poder, familiar y personal, en una revolución predicada para «el pueblo» y a la que Raúl busca ahora extenderle la vida dándole aire a la iniciativa privada.

Apunta Serrichio que aunque el régimen atribuye sus pesares al embargo de Estados Unidos, no son culpa de ese mítico «bloqueo»el fracaso de la extrema concentración de poder político y económico; del estatismo a ultranza; del desaliento a la iniciativa personal; del control social y la delación como incentivo y disciplina; ni de las purgas en todos los órdenes.

Cuba -termina diciendo el articulista– puede comerciar con casi cualquier nación del globo. El problema es que, bajo el actual régimen, tiene muy poco que ofrecer.

Los cambios anunciados en Cuba por el Partido Comunista no son más que una farsa sin fin perpetuada por los  hermanos Castro y representan una afrenta atroz a toda la nación cubana, declaró Ileana Ros-Lehtinen.

La representante federal por la Florida subraya que Raúl Castro, quien dijo ha desgobernado a Cuba desde que su hermano le cedió el poder, anunció cambios luego de 52 represivos años.

Señaló que el llamado Congreso del Partido Comunista de Cuba es todo, menos un Congreso, donde la agenda y todas las decisiones han sido previamente acordada por los ancianos dictadores gobernantes.

El diario The Miami Herald señala en un editorial que, fuera de que Fidel Castro no abrió la boca, la gran noticia del VI Congreso comunista en Cuba fue que Raúl Castro, de 79 años, será el nuevo número 1 del partido; Machado Ventura, de 80, el número 2; y el número 3 será el conocido represor de todo lo que huela a libertad, Ramiro Valdés, de 79 años.

El Herald ironiza que esta alentadora cúpula, de seguro hará una diferencia en las vidas de los atribulados y desempleados jóvenes cubanos.

El problema -apunta el editorial– no está tanto en sus edades, sino en que estos «nuevos» líderes siguen de fiesta como si fuera 1959, pese a que Cuba ha sido asolada bajo su dirección por una política comunista fracasada tras otra.

Señala el diario miamense que las reformas de Raúl se limitan a licenciar a limpiabotas y peladores de frutas, mientras que el bullicio en torno a nuevos dirigentes partidistas con nuevas ideas se quedó en eso: en el bullicio.

El escritor chileno, Jorge Edwards, calificó de muy tímidos los cambios experimentados por Cuba desde la llegada al poder de Raúl Castro y opinó que la situación evolucionará más rápidamente cuando muera Fidel Castro.

En conversación con la agencia de prensa EFE, Edwards dijo que siente gran curiosidad por Cuba, país que no ha visitado desde que fue expulsado en 1971, cuando ocupaba el cargo de embajador de Chile.

El opositor cubano, Oswaldo Payá Sardiñas, declaró a El Diario de Cooperativa que dentro del Partido Comunista no existe una apertura, aunque Raúl Castro habla de reformas.

«Lo que ocurre dentro del Partido Comunista no se puede presentar como apertura dentro de la sociedad cubana, porque precisamente es el comunismo lo que mantiene cerrada la sociedad cubana», comentó el disidente cubano al rotativo chileno.

En declaraciones a la cadena Ser de España, Payá dijo que los funcionarios comunistas están hablando de los problemas del país, como si otros funcionarios hubieran estado en el poder durante las últimas décadas.

También recalcó que los dirigentes comunistas no están hablando de libertad o derechos, sino de economía y mercados, sin mención alguna de la represión, la censura y la falta de libertad.

El periódico El Imparcial de España ha apuntado que «tras la celebración del IV Congreso del Partido Comunista Cubano, bien podría decirse que se cambia el tradicional «socialismo o muerte» por «capitalismo o muerte».

Puntualiza El Imparcial que «esa es, al menos, la interpretación que se desprende de las palabras de Raúl Castro, apelando a la inexorable necesidad de cambios que debe haber en la isla» y subraya que  «más de medio siglo ha tardado la gerontocracia cubana en proponer una limitación de dos mandatos, así como la posibilidad de permitir una mayor iniciativa privada. Algo que, a ojos vista de muchos puristas del régimen, supone una traición de los principios revolucionarios, pero una «traición» imprescindible».

En todo caso, -recalca el diario español- lo que impresiona es que, tras décadas de miseria, privaciones, cárceles y torturas, estos dinosaurios del poder, en su infinita soberbia, concluyen que el experimento ha salido mal. El problema es que la probeta era un país y, las cobayas, generaciones de cubanos desdichados.

Concluye El Imparcial que «el balance global del totalitarismo de los Castro durante todo este tiempo salta a la vista: pobreza, carencia absoluta de libertad y fracaso de un sistema al que se le ve ya el cartón. Actualmente, Cuba como país es casi inviable. El colapso del sistema está a la vuelta de la esquina y, como a la fuerza ahorcan, a Raúl no le ha quedado otro remedio que dejar abierta la puerta de las reformas. .

El periodista independiente cubano Iván Garcia, escribió en El Mundo que «la disidencia no sacó nada en limpio del VI Congreso. Seguirá siendo ninguneada y acusada de mercenaria. Por ahora, el General no piensa dialogar con la oposición. Prefiere hacerlo con Estados Unidos. Las marchas y protestas callejeras serán respondidas con turbas, palos y linchamientos verbales. Hasta nuevo aviso».