En: Opinión
8 Ene 2011El problema de la disidencia no es de edad, es de sentido común y olfato político. Se impone una profunda reflexión entre todos los que componen de una forma u otra el movimiento pro-democracia dentro de Cuba. El régimen se ha estancado. ¿Y la disidencia? Tampoco hemos logrado ser atractivos para el pueblo cubano, aun teniendo a nuestro favor que el régimen no cuenta con aquella base de apoyo popular que tuvo, pero esa desilusión y despertar cubano, no se ha transformado en simpatía y apoyo a los disidentes veteranos, ni nuevos. Y para buscar la explicación a esa realidad no debemos sólo esgrimir el miedo del pueblo a la represión. También han sido nuestras deficiencias y nimiedades, junto a un discurso político extranjerizante lo que no ha permitido motivar a la ciudadanía cubana. Han dedicado más tiempo a la búsqueda de apoyo y de contacto con el extranjero que con los nacionales.
La disidencia cubana y WikiLeaks
Por: Oscar Peña
Ener0 8 de 2010
Lamentablemente la mayoría de lo transmitido sobre la disidencia en los WikiLeaks que salió a la luz firmado por el jefe de la oficina de Estados Unidos en la Habana Jonathan Farrar es verdad. Parece es el ADN cubano. Cometemos los mismos errores que nuestros adversarios. También el movimiento 26 de Julio de Fidel Castro en su época vivía dividido y abundante de chismes y descalificaciones entre ellos. El libro de Juanita Castro recoge en sus páginas mucho de esa historia, pero tenían a su favor que el régimen de Fulgencio Batista no era un sistema totalitario y existían ventanas y puertas abiertas en los tribunales, la prensa del país y la sociedad cubana en general que facilitaba la lucha, sin embargo la Cuba posterior requiere de los activistas pro democráticos más agudeza y talento. No es este análisis una descalificación de la disidencia cubana, sé lo que es moverse en ese terreno «completamente minado», pero si a esos obstáculos, se agregan los errores, torpezas y fragilidades de nuestra propia cosecha, unido a los muchos agentones infiltrados nunca se llega a una meta.
El problema de la disidencia no es de edad, es de sentido común y olfato político. Se impone una profunda reflexión entre todos los que componen de una forma u otra el movimiento pro-democracia dentro de Cuba. El régimen se ha estancado. ¿Y la disidencia? Tampoco hemos logrado ser atractivos para el pueblo cubano, aun teniendo a nuestro favor que el régimen no cuenta con aquella base de apoyo popular que tuvo, pero esa desilusión y despertar cubano, no se ha transformado en simpatía y apoyo a los disidentes veteranos, ni nuevos. Y para buscar la explicación a esa realidad no debemos sólo esgrimir el miedo del pueblo a la represión. También han sido nuestras deficiencias y nimiedades, junto a un discurso político extranjerizante lo que no ha permitido motivar a la ciudadanía cubana. Han dedicado más tiempo a la búsqueda de apoyo y de contacto con el extranjero que con los nacionales.
El trabajo de la disidencia, periodistas independientes, blogueros y sociedad civil en general para que sea útil tiene que estar basado en la realidad de Cuba. Hasta todos los cubanos tienen que llegar y estimular a hacer por la evolución del país. Pregunto: ¿qué grupo ha visitado a Mariela Castro para felicitarla por lo que ha hecho por los homosexuales e invitarla a que haga por la libertad de todos? Es necesario un contacto de carácter práctico, amable y respetuoso entre nacionales. Esta es la alternativa, la receta cubana para no seguir esperando por milagros que no existen. En cada municipio, provincia e instancias nacionales, las autoridades tienen que sentir el respetuoso reto cívico de otros cubanos. Convertirse todos en los abogados de los problemas sociales del pueblo. Así sea un hueco en la esquina, la falta de aceite en la bodega, o los trancazos y abusos de la policía.
Sinceras siempre han sido mis palabras a mis colegas de la disidencia, pero reconozco que han caído en oídos sordos. En su mayoría oyen solo al que le envía recursos aunque sus tácticas no sean viables. Albergo la experiencia de lucha en los dos terrenos: el interno y el externo. Y he concluido que la evolución del caso cubano no hay que buscarla en Washington, ni en la Unión Europea, ni en la ONU, la OEA, o la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, ni en los cubanos del exilio. Toda la solidaridad y el apoyo de gobiernos extranjeros, de instituciones internacionales y el activismo de los cubanos de Miami y de otras latitudes son muy importantes, pero es solo complemento del trabajo inteligente, práctico y tenaz que sea capaz de proyectar la sociedad civil dentro de Cuba. En sistemas de larga trayectoria totalitaria no hay derrumbes súbitos de sus estructuras. Es solo con una alta visión política y práctica dentro de Cuba como se alcanzan resultados concretos. Para que la disidencia logre ser un imán cubano que acerque y contagie a los indiferentes, a los desilusionados, a los que sólo piensan en irse de Cuba, y a los que dirigen dentro del régimen a salir del punto muerto en que está la isla, tienen que proyectar el trabajo dentro del entorno de la realidad que los rodea. La oposición cubana tiene que ayudar a salvar a Cuba partiendo de lo posible, no de lo que se desea. Aspiraciones superiores vendrán después.
Es muy importante que el movimiento pro democracia no sea sólo narrador o denunciante para el exterior de los problemas de Cuba, también tenemos que ser parte de las soluciones. Tener presente que nuestros adversarios nos quieren brutos, extremistas, violentos y dependientes. Tratemos de no servirle esos platos. No estoy ajeno a que la disidencia cubana ha hecho acciones heroicas y que hemos tenido y tenemos sufriendo en las prisiones a valientes hombres y mujeres que han obrado dignamente por Cuba. Sus aciertos son míos y sus errores también, pero es hora de entender que no sólo de las oxidadas autoridades del régimen cubano es y será la responsabilidad histórica del incierto destino de nuestra Cuba, también lo será de sus adversarios. Superar las verdades que se expresan en los WikiLeaks es nuestro reto.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".