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30 Mar 2011Durante años, el laico Dagoberto Valdés ha sido una de las voces defensoras del desarrollo de la sociedad civil en Cuba. Hace unos días sufrió una vez más, sin derecho a réplica, los ataques del régimen castrista. Hoy responde a las preguntas de los lectores de DIARIO DE CUBA.
Dagoberto Valdés: «Formar comunidad cívica en un país totalitario no tiene perdón»
Diario de Cuba (DDC), marzo 25 de 2011
Durante años, el laico Dagoberto Valdés ha sido una de las voces defensoras del desarrollo de la sociedad civil en Cuba. Hace unos días sufrió una vez más, sin derecho a réplica, los ataques del régimen castrista. Hoy responde a las preguntas de los lectores de DIARIO DE CUBA.
Amir Valle: Querido Dagoberto. Pasados más de seis años desde mi última vez junto a ustedes allá en las jornadas del Premio Vitral, te repito aquella pregunta que nos hicimos juntos: ¿estaremos los intelectuales de la isla asumiendo el papel que nos corresponde ante la realidad de cada día o deberemos avergonzarnos de haber bajado la cabeza, callado o simplemente hechos los de la vista gorda?
Estimado Amir: Claro que recuerdo tu gran ayuda a los Premios literarios de Vitral. Otra vez, gracias. Tu pregunta es la que debemos hacernos todos los cubanos y no solo los intelectuales, pregunta que sigue vigente, y cada vez con más urgencia, sobre todo para los creadores, que son, en cualquier lugar, una eminente expresión del alma de la nación. Mi respuesta es que ahora, como antes, hay de todo en ese sector, y lo habrá porque el mundo es diverso. Unas veces somos Habana y otras veces Babilonia, como tú dices magistralmente en la que considero tu obra mayor, por lo menos de las que conozco.
Creo que cada cual debe dar su contribución a Cuba en su propio código y con el lenguaje y el estilo propio de su forma de ser artista o pensador: unos con la palabra, otros con el pincel y los colores, otros con la música y otros con el humor o el teatro. Lo más patético es cuando los políticos usan los códigos artísticos y les sale un bodrio o cuando los artistas abandonan su lenguaje y hacen un panfleto refinado.
Considero que hay, dentro y fuera de Cuba, intelectuales que asumen su vocación cívica, y otros que se aíslan en su torre de marfil, donde no faltan ladrillos de oportunismo. Estos quizá son los más visibles, porque tienen espacio en los medios. Pero tú y yo conocemos a otros que están comprometidos con Cuba y su futuro próspero y libre. Quizá todavía no sean muy visibles, pero están convencidos. Creo en la fuerza de las ideas y en la mística de lo pequeño.
Rey Salomón: Querido hermano y amigo, primero gracias por arriesgar tu vida por la libertad de mi patria y la de mis hijos. Desde un lugar del centro de la isla te mandamos a decir, ‘p’alante’. ¿Qué opinas de esta idea: que todos aquellos que reclamen una visa en la SINA, sea definitiva o de visita, tengan que presentarse a un curso de cuatro horas sobre la vida en Estados Unidos: derechos civiles, derechos humanos, propiedad privada, libertad de expresión…? Que estas clases sean conducidas en las Bibliotecas Independientes del país. ¿Te imaginas las consecuencias, te imagina ‘la bola entre el pueblo’, te imaginas la cantidad de cubanos que tendrían que pasar este curso? Y si el gobierno quiere involucrase en esto, pues que se atreva. Creo en esta idea, por favor menciónalo entre nuestros hermanos.
Estimado Salomón: Muy sabio, como lo era su homónimo el rey bíblico, gracias por su preocupación acerca de la educación cívica en Cuba. El analfabetismo ciudadano es, quizá, una de nuestras urgencias a resolver desde ya. Sin embargo, a mí, personalmente, me gustaría que estos cursos o encuentros de formación cívica se hicieran no solo por iniciativa de la sociedad civil cubana, sino bajo su única responsabilidad.
Mezclar una tarea de los cubanos con una sede diplomática o, aún más, con su derecho a viajar, no me parece conveniente ni ético. En las bibliotecas independientes, sí. En cada grupo de amigos, en cada movimiento de cubanos libres y responsables, sí.
Le habla alguien que ha participado desde hace 17 años en ese tipo de cursos, primero en el Centro Cívico de la Iglesia y ahora desde hace tres años en el Proyecto Convivencia. Es posible, necesario y urgente, usted tiene razón. Eso cambiaría las cosas en Cuba y sobre todo en el futuro democrático de la Isla.
Alfredo de J. Viso: Hola Dagoberto. Qué alegría estar en contacto con usted. Soy un ex preso político, indultado tras la visita a Cuba de su santidad Juan Pablo II. Como católico y como cubano me identifico con usted y deseo felicitarlo y expresarle mi más profundo reconocimiento. El régimen no hará que su lucha y la de tantos otros termine a causa de actuaciones miserables basadas en la extorsión y la cobardía, eso demuestra la debilidad ante la verdad. Mis palabras para usted son de aliento, de apoyo, porque yo también fui víctima de la bajeza del régimen y me identifico plenamente con su lucha, porque es la lucha de quienes no tuvimos el valor de quedarnos allí, donde usted está.
Estimado Alfredo: Gracias por sus palabras de aliento y solidaridad cristiana. Pero discrepo fraternalmente de su apreciación de que los que están en la diáspora no tuvieron el valor de quedarse aquí. Querido amigo, tengo la profunda e inamovible convicción de que la nación cubana es una sola, formada inseparablemente por los que estamos aquí y ustedes, que peregrinan en el exilio. La Casa Cuba, nuestro hogar nacional, no podrá reconstruirse sin ustedes y sin nosotros. Aún mas, no creo que debamos esperar a la reconstrucción; sin su parte exiliada no podríamos ni siquiera resistir aquí dentro.
Jamás pienso en algo para Cuba sin tenerlos en cuenta, sin pensar cómo lo verán, lo pensarán o lo criticarán tanto los que viven aquí como los que sufren fuera por la nostalgia y el destierro. Si usted me lo permite, hermano en Cristo, me atrevería a sugerirle algo: jamás eche sobre sus hombros ni sobre el de los suyos una carga que le corresponde al sistema que nos oprime. Estaríamos juntos si Cuba fuera libre y democrática. Saber, asumir y responder a la raíz profunda del exilio es una forma de sanar esa etnorragia que ha desangrado a la Nación.
No debemos permitirnos que nada ni nadie nos haga desfallecer. Lo invito a pensar juntos, a rezar juntos, a proponer juntos. Es verdad que nosotros sufrimos aquí, pero igualmente es verdad que ustedes sufren allá. Si no ¿qué es la nostalgia, las raíces desenterradas, las familias divididas, los sueños truncados, y el vernos sufrir desde lejos?
Esta es mi visión sobre la tragedia y la riqueza del exilio. Se lo dice alguien que lo sufre en carne propia. Tengo una hija y hermanos y hermanas, y primos y tíos, y hermanos en la fe en Cuba y en Cristo, dispersos en la diáspora. Como casi todos los cubanos. Ánimo. Creo en el reencuentro y en que en Cuba se cumplirá la profecía de Isaías 37, mi lectura predilecta del Antiguo Testamento. Quizá sea buena para meditar esta noche. Dios lo bendiga a usted y a su familia y a sus sueños. Rece por nosotros.
Ernesto Gutiérrez Tamargo: Felicito su trabajo en la revista Vitral, fue importante y muy valioso, y de igual modo por Convivencia. La pregunta: ¿A qué se debe este ataque tan desproporcionado, injustificado y desacreditador contra su persona que hace el régimen? ¿Le temen como referente de la sociedad civil laica, pro democracia y pro derechos humanos? ¿Qué motivos cree usted que esconden realmente las autoridades para atacarle? ¿Tiene usted un proyecto político dentro de Cuba? Gracias.
Estimado Ernesto: Comenzaré por el final que es más fácil. No tengo proyecto político alguno. No porque considere que no hagan falta varios proyectos políticos partidistas en Cuba, sino porque no es mi vocación.
Siempre quise estudiar sociología, pero por ser católico no pude. Creo que la sociedad civil es mi tema y mi tarea. Hace años que lo vengo estudiando, ejercitando, enseñando. Disfruto, me siento pleno, útil y en paz con lo poco que he podido hacer en esta tercera pata de la mesa del hogar nacional. Creo firmemente que lo novedoso para el futuro de Cuba será la primacía de la sociedad civil como reguladora, critica o cooperante del Estado y del mercado. La política, los políticos y los partidos son necesarios e indispensables para una sociedad que aspire a ser democrática, pero no son, ni deben ser, el único actor social. Eso sería una partidocracia, no una democracia. No quisiera regresar a esa parte del pasado de Cuba con sus luces y sombras.
En cuanto a la pregunta de si soy un «referente», le contesto con un refrán popular: «en casa del ciego, el tuerto es rey». Creo que en una sociedad normal yo sería, en el mejor de los escenarios, un desconocido sociólogo, dando clases o investigando, perdido en un aula o un instituto social provinciano. El «ataque desproporcionado, injustificado y desacreditador», como usted bien dice, no se debe a mi persona, sino a la naturaleza del régimen, naturaleza agravada por su debilitada caducidad. Si algo pudiera servirles de modesto referente o pretexto para esta «lapidación televisiva» y mediática, como le ha llamado mi amiga Yoani Sánchez, es que aprendí de la Iglesia donde me crié y eduqué a trabajar en equipo, a formar comunidad cívica, a tejer convivencia, y eso en un país totalitario, en una cultura caudillista y en un sistema «político» mesiánico, no tiene perdón ni tolerancia. Esa es mi apreciación pero, claro, puedo estar equivocado. Lo consultaré, como siempre, con mi equipo. Gracias.
Roberto Antonio: ¿Cómo es su vida diaria después de haber sido declarado por los medios enemigo del sistema de los Castro?
Roberto: Mi vida diaria transcurre como siempre. Si algo hay diferente es que ahora hay muchos más cubanos y cubanas, de a pie o importantes, que me conocen, gracias a la TV y a la radio y a los dos periódicos nacionales que me dedicaron dos páginas el martes 15 de marzo. Tengo mucho trabajo con el proyecto Convivencia: las tertulias de formación cívica, la revista, el proyecto de creación de audiovisuales que se llama Video Convivencia, el concurso literario anual, las visitas, la atención a los familiares de los presos, mi propia formación, que me lleva mucho tiempo porque el ritmo de la vida me pide leer, estudiar, meditar, rezar, compartir, debatir, crear. Así que no me distraigo con este nuevo cicloncito platanero. Gracias por su atención sobre la vida cotidiana de las personas, creo que es la base que sostiene y anima todo proyecto social. Creo en la primacía de la persona humana, sin ella todo se derrumba o retuerce.
Ricardo E. Trelles: Primero decirle que aprecio su trabajo pasado y presente por la educación cívica en Cuba, de la que carecemos y que tanto necesitamos. Tres preguntas y un pedido: ¿Existen modificaciones mínimas que el actual sistema de gobierno pudiera hacer, que lo convirtieran en aceptable para usted, aunque el sistema no llegara a ser una clara y completa democracia? ¿Cree preferible que el actual sistema evolucione hacia uno progresivamente democrático, o que pasemos a una situación de gobierno interino marcadamente diferente que manifieste y asegure la ejecución de un programa de cambios definidos que lleven a una clara y completa democracia? ¿Coincide usted con la idea de que la condición más importante para dirigir nuestra sociedad hacia una reglamentación y sistema democrático, de plenos respeto y beneficios para el ser humano, es desarrollar desde ahora con la mayor fuerza posible la formación cívica y social de nuestros ciudadanos? Pensando en ese fin, ¿podría usted ayudarme a difundir dentro del país la encuesta que está en el enlace siguiente? Aspiraciones sociales cubanas, ¿sí o no?
Gracias, estimado Trelles: Sí, y gracias por identificar mi trabajo con la educación cívica de los cubanos y cubanas. Paso a las tres preguntas: Creo que el comunismo es irreformable, tanto por la naturaleza intrínseca de sus fines como por sus métodos de gobierno y control sobre el alma de la gente. Por tanto, cualquier reforma puede servir de brecha por donde se derrumbe casi de motu proprio. Eso contesta qué consideración me merecen eso que usted llama «modificaciones mínimas» que lo pudieran hacer aceptable para mí. Por un lado, lo mínimo puede ser catalizador en un andamiaje irreformable por su esencia. Por otro, ni las más estructurales modificaciones le permitirían subsistir siendo lo que es. Así que para serle claro, por mi formación humana y cristiana, familiar y eclesial, no sería éticamente aceptable ninguna variante de sistema totalitario o colectivista donde la persona humana se subordinara o sometiera a ninguna estructura de poder. El daño antropológico que han causado estos sistemas y su dominación anti natura, lo hacen para mí inaceptables en sus variantes más sutiles o sofisticadas mientras no pongan a la persona por encima de ideologías, estructuras, intereses económicos o políticos. Otra cosa es la aceptación del diálogo civilizado y pacífico con las personas que lo viven o representan. Eso es harina de otro costal.
En cuanto a la segunda pregunta, claro que sí. Siempre he defendido que el cambio sea pacífico, gradual y ordenado. El diálogo y la negociación auténticos y sin exclusiones es mi escenario preferido para el camino hacia la libertad y la democracia. Lo que pasa es que eso supone una voluntad política de apertura real por parte del gobierno, una gran conciencia crítica, una capacidad de discernimiento y un talante propositivo más que confrontativo, además de una gran tolerancia por parte de todos. Hace tiempo escribí un editorial para Vitral que se titula Quien cierra la puerta al cambio en paz, abre la puerta a la violencia. Ocho años después, mantiene toda su vigencia y urgencia. No solo en Cuba, el Medio Oriente es otro ejemplo de qué pasa cuando coinciden estos tres factores de cambio: un gobierno en el poder durante muchos años, sea de izquierda o de derechas; una crisis económica galopante con medidas perjudiciales para los trabajadores; y una red de celulares, twitter, internet, en que los ciudadanos tejen convivencia pacífica y solidaridad efectiva y eficiente. ¿No se van dando en Cuba estos tres factores? Dios quiera que todo se resuelva entre cubanos y con la eticidad, la gradualidad y la tolerancia que necesitamos. Cuba lo merece.
La tercera: En efecto, y esta me parece la clave para fundamentar mejor la democracia por venir: «desarrollar desde ahora con la mayor fuerza posible la formación cívica» de los ciudadanos y abrir cada vez mayores espacios de participación para que éstos puedan desarrollar sus iniciativas y darle plenitud a su carácter emprendedor. Sin educación ética y cívica no hay ni democracia verdadera, ni patria con virtud. Es un proyecto al que me gustaría dedicar lo que me queda por vivir.
Jesús Roque: Hola Dagoberto, quiero que sepa que lo admiro y lo respeto. Es de las personas brillantes de Cuba. Estuve leyendo la definición de la palabra ‘mercenario’ y quiero compartirla con los lectores para luego hacerle mi pregunta: Se conoce como mercenario (del latín merces, – eris, ‘pago’), a aquel soldado que lucha o participa en un conflicto bélico por su beneficio económico y personal, normalmente con poca o nula consideración en la ideología, nacionalidad o preferencias políticas con el bando para el que lucha. Generalmente se les menciona como asesinos a sueldo, criminales apátridas, sicarios, etc. ¿Se considera usted un mercenario?
Estimado Jesús: No quiero responder a las calumnias. Todo el que conoce algo de mi vida le puede contestar. Gracias por su respeto y solidaridad. Soy un simple ciudadano que ha decidido, hace tiempo, tomar las riendas de su propio proyecto de vida. Donar la vida al servicio de los demás y pagar el costo por pensar libremente y actuar sin hipocresía no es propio de mercenarios. Y gracias por su búsqueda etimológica y por recordarnos lo que Cuba no necesita.
María Benjumea: Dagoberto, ante todo mi admiración y respeto. ¿Siguen pudiendo hacer la revista y debatir en esa casa cuyo patio tapió la Seguridad del Estado?
Claro que sí. Hacemos la revista, que puede encontrar en su formato digital en www.convivenciacuba.es, seguimos teniendo nuestros debates y tertulias de formación cívica en esa y en otras casas de amigos del proyecto. Tenemos un blog llamado Intramuros en el mismo sitio de la revista y también nuestro servicio twitter. El Muro de Convivencia en el Patio de Karina se ha convertido en un símbolo del otro muro que no se ve y bloquea la iniciativa de los cubanos y cubanas. La invito a ver un Video Convivencia sobre El Patio y el Muro en www.youtube.com/verconvivenciacuba. Puede encontrarme también en facebook. Gracias por su preocupación.
Alejandro Lemes, desde Cuba. ¿Por qué siendo usted un laico tan comprometido con la iglesia no apoya a Oswaldo Payá, siendo este uno de los opositores más serios y respetados en Cuba?
Estimado Alejandro: Por supuesto que admiro y apoyo a mi hermano Oswaldo Payá, como a otros muchos que dan su vida y su trabajo pacífico por Cuba dentro y fuera de la Isla. Tuve el honor y consideré un deber cívico firmar el Proyecto Varela, también el Proyecto Heredia. He apoyado su candidatura al Premio Nobel. Dedicamos varias páginas en Vitral cuando ganó el Sajarov. Las páginas de Convivencia están y estarán siempre abiertas para que él o cualquiera de sus colaboradores expresen sus opiniones. Cuando yo participaba en la organización de las Semanas Sociales Católicas, no dejamos nunca de invitarlo a todas ellas, hasta que ninguno de los dos fuimos invitados. También en la exclusión su compañía me honra. Pero aún más, me considero su amigo y su hermano en la fe católica que compartimos desde cuando ninguno de los dos teníamos nuestros proyectos al servicio de la patria. Eran tiempos en que la Iglesia nos formaba para los más diversos servicios sociales. Su vida y su coherencia ética demuestran la seriedad y el compromiso de que usted habla y yo reconozco. Rezo para que Dios lo proteja a él, a su familia y colaboradores.
Yuniel Jacomino (Cuba Democracia ¡Ya!): Hola Dagoberto. Un gusto saludarte aunque sea virtualmente. Mi primera formación seria en materias cívico-políticas la obtuve a través del CFCR, estudiando los diferentes ciclos, en grupos parroquiales y de manera personal. Era un excelente proyecto que estoy seguro hizo mucho bien a Cuba; lo mismo que Vitral, de la que fui uno de los afortunados suscriptores. Te lo agradezco de corazón. Estás en mis oraciones en estos tiempos de ataques y calumnias. Ánimo, te deseo muchos éxitos en todos tus proyectos presentes y futuros porque sé que son buenos para los cubanos. ¿Cómo podemos ayudar desde el exilio?
Gracias Jacomino: Lo que comenzamos con el Centro Cívico y Vitral dentro de la pastoral de la diócesis de Pinar del Río, bajo el cayado de Mons. Siro, lo intentamos seguir a escala en el actual Proyecto Convivencia con los mismos objetivos y estilos, pero ahora desde la sociedad civil e independientemente del Estado, de las estructuras pastorales de la Iglesia y de cualquier formación política. Seguimos siendo Iglesia y como laicos ahora desarrollamos esta labor evangelizadora desde la sociedad civil, en el mundo a la intemperie, que es el lugar teológico para que los laicos desarrollemos nuestra vocación cristiana. Ha sido una experiencia liberadora y sufrida, pero somos felices de lograrlo con la gracia de Dios. Mucho pueden hacer desde el exilio: rezar por todos los que hacemos algo pequeño por Cuba. Colaborar con nuestras publicaciones y demás proyectos. Participar en nuestros concursos literarios. Divulgar en su red de amigos nuestras publicaciones y obras. Sugerirnos lo que nos falta, cómo mejorar, criticar nuestras opciones si no los hemos tenido en cuenta y otras muchas formas más. Gracias por su disponibilidad.
Sinmordaza: ¿Considera usted lícito, desde el punto de vista ético, recibir ayuda financiera desde el extranjero para realizar proyectos ciudadanos en Cuba? ¿Cuál sería el límite, de quién aceptar ayuda y de quién no?
Amigo anónimo: Una cosa es lícita en cuanto legal y otra ética en cuanto moral. Le comparto mis criterios que pueden ser, como es natural, muy discutidos y discutibles: creo que el límite para recibir ayuda financiera de lo que usted llama del extranjero –incluyo la ayuda de los cubanos de la diáspora, que forman parte de la Nación—, es su incondicionalidad con respecto a decidir sobre la actuación u opciones políticas, filosóficas o religiosas de los cubanos de dentro. Cada cual escoge a quien ayuda y cada ayudado tiene el derecho a escoger, si puede y tiene, a sus beneficiarios. En este punto creo que una condición indispensable es el respeto a la soberanía ciudadana y la de la nación, su independencia, su derecho a elegir su destino y los caminos por donde buscarlo. Otra condición sería la transparencia del origen, de los donantes y de sus propósitos, así como de los receptores y la eticidad de sus proyectos. Otra característica sería la diversificación, es decir, que ningún beneficiario tuviera más del 50 por ciento del presupuesto de un proyecto. Otra, que fueran ayudas de ONGs, o de personas individuales o de ayudas para el desarrollo que respeten absolutamente la independencia de los proyectos que ayudan. Ayuda que crea dependencia, no libera, rezaba un viejo afiche que había en el Obispado de Pinar del Río cuando yo, un adolescente inquieto, correteaba por sus galerías. Siempre me impactó. Me ha costado llevarlo a la práctica pero ha sido un faro en mi vida y en mis proyectos.
Carlos Yllobre: Primeramente felicitarte y darte las gracias por tu valor, tu honestidad y tu entrega en esa lucha por los derechos de todos los cubanos que desde años vienes realizando. Después de ver cómo el gobierno públicamente trata de desacreditarte, (claro sin darte el derecho también públicamente a la réplica) quisiera saber tu opinión sobre si crees que cada vez hay mas participación de la población en exigir esos derechos directamente (sé que hay mucho miedo y represión sutil), si crees que alguna vez nuestro pueblo gritará y exigirá en voz alta todo lo que en la actualidad susurra o habla en voz baja, porque ese miedo y esa pasividad también se trae al exilio donde nuestros compatriotas critican desde sus casas, pero son incapaces, aun estando fuera, de gritar y exigir frente a un consulado cubano nuestros derechos.
Estimado Carlos: Hay cada vez más participación cívica, especialmente en los jóvenes. Cualquiera que venga a Cuba podrá notar la diferencia de hace menos de cinco años. Nuestro pueblo ya está expresándose de múltiples maneras pacíficas. Nuestras Damas de Blanco y los que las apoyan son una muestra pequeña pero digna de lo que Cuba ha cambiado. Ellas han conseguido con la ayuda de muchos la excarcelación de los 75. Es una prueba de lo que podremos lograr juntos. Creo que habrá cada vez más libertad y menos miedo, por la sencilla razón de que el gobierno no tiene nada que ofrecer más que despidos y empobrecimiento, bloqueo a los proyectos y los sueños y para los que se atreven, represión. Y el miedo es solo efectivo cuando hay algo que perder. Por tanto, es inversamente proporcional a la miseria material. Otra cosa es la pobreza de alma o daño antropológico, el más grande desastre de estos 52 años. Produce la anomia ciudadana, la dejación de la propia libertad y la huida de la responsabilidad. Pero ese daño tiene cura, se sana solo con dosis pequeñas de libertad y pequeños ejercicios de responsabilidad. Pruebe allá. Nosotros aquí lo estamos experimentando todos los días. Por eso existen y se mantienen nuestros pequeños proyectos. Ánimo.
Víctor: En primer lugar, agradecerle su coraje y animarle que siga en su tarea. La pregunta es, ¿qué papel tiene la iglesia en la transición a la democracia en Cuba? ¿Cree usted que el Papa aceptará la ‘jubilación’ del cardenal Jaime Ortega como obispo de La Habana? ¿Quién podría ser un buen candidato para el cargo? Muchas gracias.
Estimado Víctor: La Iglesia tiene una vocación de servicio social que le es irrenunciable. Pero no debe confundirse esa vocación social con una parcialización política que excluya o descalifique a nadie del pueblo que le ha sido confiado. La línea es muy tenue y debe ser continuamente discernida y rectificada. Entre los servicios sociales no solo en la transición, sino en todo tiempo y lugar, la Iglesia tiene la labor de anunciar lo mejor para el pueblo del que forma parte y denunciar todo aquello que vaya contra la dignidad y los derechos de la persona. La Iglesia debe ser fuente y hogar de espiritualidad y crecimiento humano para todos los que se le acercan. Otra misión importante es su labor de formación ética y cívica. También ofrecer sus propios espacios para ejercitar la participación, la libertad responsable, la solidaridad fraterna y la reconciliación con justicia y paz. Ella también puede servir de interlocutora, o de facilitadora, o aún más difícil, de auténtica mediadora entre las partes, reconociéndolas públicamente a todas. Una Iglesia reducida a una labor espiritualista está mutilada, como lo está si es reducida en una agencia de servicios humanitarios. Reducir la libertad religiosa a la libertad para celebrar un culto desencarnado y no comprometido en lo social, es tan alienante como un compromiso cívico sin alma y sin trascendencia.
Sobre lo que usted llama jubilación del Sr. Cardenal Arzobispo de La Habana, solo Dios y la Santa Sede lo saben; y solo ellos con la ayuda de los demás obispos y en consulta con sacerdotes, religiosos y laicos, pueden decidir sobre su retiro y sobre su sucesor. Ruego para que, a los que les corresponde, tengan la serenidad y el discernimiento y la sana independencia de espíritu para elegir a quien mejor pueda servir a la Iglesia de La Habana y desde allí a toda la Iglesia en Cuba.
Armando Paz: Primeramente, reciba usted todo mi apoyo, admiración y respeto, como persona decente y valiente que es. ¿No cree usted conveniente, aunque pueda parecer esta pregunta una tontería, que usted y el resto de afectados por los comentarios de la TV cubana deberían de solicitar formalmente al ICRT su derecho a réplica, teniendo en cuenta que la TV Cubana es un medio de expresión público, con lo cual lo pagamos todos los cubanos, y en caso de omisión o denegación, poner una demanda, que aunque no prospere al menos constará para la historia? Le ejemplifico con el caso de la Asociación Jurídica Cubana (AJC).
Estimado Armando: Es una buena sugerencia. La propondré a los demás. En efecto, el camino de la Asociación Jurídica Cubana es y puede ser paradigmático para otros muchos violados en sus derechos más elementales. Por lo pronto y como somos ciudadanos independientes, nos hemos agenciado nuestra propia forma de presentar nuestras opiniones y propuestas, sin confrontar ni descalificar: es lo que hemos llamado Razones Ciudadanas. Pequeño espacio de debate público que ya puede usted encontrar en internet en el sitio de Yoani Sánchez y otras redes sociales. El primero de esos programas, en el que tuve el honor de participar, trata precisamente de este dilema o par dialéctico que ojalá llegue algún día cercano a convertirse en un par dialógico: El ciudadano y las instituciones estatales. Quizás ésta pudiera ser otra manera de agenciarnos nosotros mismos nuestros espacios de propuesta, con el auxilio de las nuevas tecnologías informáticas y audiovisuales. Haciendo se aprende también. Gracias.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".