Tres años antes de que Hugo Chávez intentara tomar el poder por la fuerza, izquierdistas venezolanos vinculados con La Habana buscaban sacar provecho a un esperado estallido popular para derrocar al ex presidente Carlos Andrés Pérez, siendo dotados con armas y guiados personalmente por Fidel Castro, según reveló un oficial venezolano de alto rango.
Fidel Castro dio armas para el Caracazo
Antonio Maria Delgado.(adelgado@elnuevoherald.com), mayo 9 de 2011
Tres años antes de que Hugo Chávez intentara tomar el poder por la fuerza, izquierdistas venezolanos vinculados con La Habana buscaban sacar provecho a un esperado estallido popular para derrocar al ex presidente Carlos Andrés Pérez, siendo dotados con armas y guiados personalmente por Fidel Castro, según reveló un oficial venezolano de alto rango.
El ex comandante del Ejército de Venezuela, Carlos Julio Peñaloza, dijo que Castro aprovechó su visita a Caracas durante la toma de posesión de Pérez -el 2 de febrero de 1989- para ingresar armas al país petrolero y ultimar detalles de una insurrección que sería liderada por civiles y militares venezolanos que simpatizaban con el régimen cubano.
Algunas de las armas incluían rifles de francotiradores que semanas después fueron utilizados contra soldados y agentes del orden público durante el llamado “Caracazo”, el levantamiento popular en el que cientos de venezolanos perdieron la vida.
“Cuando se produce el Caracazo (el 27 de febrero), Fidel trató de explotarlo”, reveló Peñaloza, general de División del Ejército, en una entrevista con El Nuevo Herald. “Fue una explosión popular pero, sabiendo que venía, él se preparó para sacarle provecho”.
El estallido popular era sólo cuestión de tiempo, señaló Peñaloza, quien tenía acceso a los organismos de inteligencia del Ejército y a la información suministrada por agentes que habían infiltrado los movimientos subversivos.
Cuando Pérez resultó electo en 1988, la economía venezolana se encontraba en serios aprietos, afligida por una severa caída en los precios del petróleo, un gigantesco endeudamiento y una espiral inflacionaria que parecía haber salido de control durante el mandato del presidente saliente Jaime Lusinchi.
Los organismos de inteligencia ya habían comenzado a recibir informes de que algo muy grande y serio estaba por ocurrir en Venezuela en el marco de la grave situación económica del país que, aunada a una serie de escándalos de corrupción, contribuía a acentuar el descontento de la población.
Y en ese ambiente de descontento llegó Castro a Caracas, en lo que era su primera visita en 30 años, para participar en una ostentosa inauguración presidencial bautizada en Venezuela como “la Coronación de Pérez”.
“Cuando Fidel llega a Caracas para la coronación, entra con una comitiva de 300 personas y trae numerosas cajas que contenían armas”, dijo el general, quien tres años después le advirtió a Pérez, sin ser escuchado, que Chávez y otros oficiales preparaban un golpe de Estado.
“Llegaron en tres aviones de Cubana de Aviación y entraron por la rampa presidencial, pero debido a coordinaciones con agentes del alto gobierno, la comitiva y los pesados cajones pasaron sin revisión en el aeropuerto”, añadió Peñaloza.
Las cajas fueron colocadas en camiones que estaban esperando el cargamento, y las personas, 280 de ellas que se presentaban como el personal de seguridad de Castro, fueron trasladadas al recién construido, pero aún no inaugurado, hotel Eurobuilding, que días antes había sido tomado en su totalidad por el G2 cubano, dijo Peñaloza.
“Ese hotel fue por una semana territorio cubano en Venezuela”, comentó Peñaloza. “Todos sus puntos de acceso eran controlados por las fuerzas de seguridad fidelistas. Tomaron el edificio como si se tratara de una embajada”.
También fue el escenario de una serie de reuniones secretas sostenidas entre Fidel y varios líderes de la izquierda venezolana, quienes se entrevistaron con el jefe de la revolución cubana para recibir instrucciones, dijo Peñaloza, citando la información que había sido recabada durante las labores de inteligencia.
“Hubo varias reuniones en el hotel. Eso fue una peregrinación de venezolanos”, comentó el general. “Algunos venían supuestamente a saludar a Fidel, pero otros venían a pedir instrucciones, a recibir órdenes, a discutir cómo tomar el poder en Venezuela”.
Las reuniones en Venezuela con ex guerrilleros y líderes connotados de los movimientos de izquierda se produjeron en momentos en que oscuros nubarrones comenzaban a posarse sobre la economía cubana.
La entonces Unión Soviética, su principal aliado económico, ya había implementado las reformas económicas conocidas como la Perestroika y que luego condujeron a la desintegración de la superpotencia y al retiro de la ayuda que brindaba regularmente a La Habana.
Y el creciente descontento de los venezolanos sobre las condiciones económicas del país y lo que percibían como el deterioro de la moral y ética de la clase dirigente, constituían una oportunidad para Castro de ganarse a un nuevo aliado, dijo Peñaloza.
Según Peñaloza, en las reuniones se decidió canalizar la esperada rebelión popular para forzar la salida de Pérez. El levantamiento debería ser acompañado por alzamientos militares, emprendidos por oficiales que desde hacía algún tiempo ya venían conspirando contra el sistema bipartidista venezolano.
La izquierda, asegura Peñaloza, tenía decenas de agentes infiltrados dentro de las Fuerzas Armadas, incluyendo dentro de los propios organismos de Inteligencia.
Pero el estallido social se produjo mucho antes de lo previsto, a sólo 25 días de la juramentación de Pérez.
“El 27 febrero los tomó por sorpresa. Ocurrió antes de que estuvieran totalmente preparados, porque la idea era también aprovechar el estallido con las tropas en la calle para tomar el poder, y esa parte no la pudieron controlar. Cuando ocurrió, los militares no estaban listos”, comentó.
No obstante, el levantamiento popular alcanzó tal magnitud -con decenas de miles de personas en las calles y el saqueo de cientos de tiendas y supermercados- que los subversivos civiles sintieron que no tenía más opción que salir a la calle, sin el complemento militar.
Entre ellos podrían haber estado algunos cubanos que ingresaron al país con Castro debido a que cuando el líder cubano salió, el tamaño de su comitiva era menor de las 300 personas que ingresaron, dijo.
“Es ahí cuando hacen aparición los francotiradores”, comentó Peñaloza. “Los francotiradores son una de las tarjetas de presentación de Fidel”.
Añadió que estos contribuyeron a la violencia que caracterizó el aplacamiento del levantamiento popular, ya que los soldados y agentes de la policía comenzaron a hacer uso de las armas para defenderse.
“En la zona cercana al comando del Ejército, había cuatro o cinco edificios con tres o cuatro francotiradores en las azoteas. Era gente que disparaba muy bien y que estaba muy bien entrenada. Yo los vi disparar. Causaron mucho daño hasta que se tomaron los edificios. Fueron muy hábiles, tenían todo bien planificado y no eran blancos fáciles”.
Las fuerzas del orden lograron reprimir el levantamiento. Luego los revolucionarios lo volverían a intentar con Chávez en 1992, pero esta vez sin los civiles.
Fracasados los golpes del 92, los izquierdistas modificaron la estrategia y Chávez llegó al poder en 1998 por la vía electoral.
Peñaloza dijo que la victoria de Chávez en Venezuela es la culminación de un viejo sueño de Fidel Castro.
“Fidel siempre quiso controlar a Venezuela, porque era controlar el petróleo”, comentó el general. “El tiene un proyecto que va más allá de Cuba. Busca como mínimo a toda Hispanoamérica. Y el proyecto está andando. El hombre ya está viejo, y nunca verá el desenlace, pero ya ha hecho bastante”.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".