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13 Ago 2010En el fondo del regreso de Fidel a la escena pública parece haber un deseo de preservar dos elementos claves de su legado que su hermano pudiera debilitar: una economía de tipo soviético estrictamente controlada por el gobierno, y una visceral hostilidad hacia Washington.
Fidel Castro cumple 84 años y frena gestión de su hermano Raúl
Por JUAN O. TAMAYO
jtamayo@elnuevoherald.com
Agosto 13 de 2010
Un Fidel Castro obviamente repuesto celebra su 84to. cumpleaños el viernes, oficialmente fuera del gobierno pero con poder de veto sobre los planes de su hermano Raúl para hacer reformas económicas y mejorar las relaciones con Estados Unidos.
Esto está claro según analistas en Cuba y el extranjero que han visto a Fidel hacer una decena de insólitas apariciones públicas tras una enfermedad casi fatal en el 2006 que lo mantuvo alejado del escenario público.
Lo que está menos claro es cómo se equilibra la balanza de poder entre Fidel y Raúl, en medio de informes sobre tensiones entre ambos e indicios de que la sucesión del mayor al menor de los Castro está lejos de estar establecida.
Fidel, que se ha declarado «totalmente» recuperado de su crisis de salud, parece haber recobrado parte de su peso y lucía lúcido e inclusive conversador en sus recientes apariciones aunque, en ocasiones, pareció cansado y cometió algunos errores en sus comentarios.
A diferencia de meses anteriores, cuando fue visto frecuentemente caminando por su vecindario al oeste de La Habana, ahora Fidel camina con la ayuda de un guardaespaldas que lo toma del brazo.
Sin embargo, sigue siendo el icónico líder de una revolución que ha gobernado a Cuba en las últimas cinco décadas, así como primer secretario del Partido Comunista de Cuba. Raúl, de 79 años, sucedió a Fidel como presidente en el 2008 pero sigue siendo el segundo secretario del partido.
«El poder permanece en las manos de Fidel Castro porque todavía encabeza el partido que, según la Constitución, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado», observó Vladimiro Roca, un disidente habanero e hijo de uno de los fundadores del Partido Socialista Popular, nombre del partido comunista antes de la revolución.
El cardenal cubano Jaime Ortega dijo a funcionarios de Estados Unidos durante sus recientes visitas a Washington que Fidel mantiene poder de veto sobre asuntos claves, según un analista cubano que pidió el anonimato para proteger sus fuentes.
No es así, aseguró Armando F. Mastrapa, que dirige un blog sobre los problemas político-militares de Cuba, wwww.cubapolidata.com. Mastrapa alega que Raúl estimuló a Fidel a que regresara a la luz pública para mostrar que el nuevo gobierno tiene pleno control.
«No hay duda de que Raúl y sus acólitos tienen el control total del país. Fidel ya no es controlador en jefe sino, más bien, el controlado en jefe», afirmó.
Otros analistas creen que los hermanos han establecido un «cogobierno», con Fidel enfocado en los temas internacionales. Raúl estaría encargado de los temas domésticos, aunque siempre bajo la mirada del hermano mayor.
Cualquiera que sea el balance de poder entre los Castro, las recientes apariciones de Fidel han suscitado interés por el momento y el contexto en que se producen, aunque sus comentarios se han concentrado en la amenaza de una guerra nuclear en Irán y en la península coreana.
Su primera aparición se produjo el 7 de julio en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas en La Habana, el mismo día en que Ortega anunció que Raúl había aprobado liberar a 52 presos políticos. En público, Fidel nunca se ha referido a la liberación de los presos, la mayor desde 1998.
El 26 de julio, Fidel depositó una ofrenda floral en el monumento al héroe nacional José Martí, en La Habana, al mismo tiempo que Raúl estaba en la ciudad de Santa Clara celebrando el acto oficial por el inicio de la revolución. Raúl no habló en el acto pese a las muchas expectativas de que se referiría a algunas reformas económicas.
El 7 de agosto, Fidel se dirigió a una sesión especial de la Asamblea Nacional del Poder Popular –que había solicitado–, en su primer acto oficial de gobierno desde el 2006.
Aunque vistió ropa deportiva en sus primeras apariciones, posteriormente Fidel empezó a utilizar chaqueta y pantalones de su tradicional verde olivo, aunque sin insignias militares.
Raúl, refiriéndose al parecer a los informes de tensiones entre ambos, utilizó 14 veces la palabra «unidad» en su discurso del 1ro. de agosto ante la Asamblea Nacional.
«La unidad entre revolucionarios y entre la dirección de la revolución y la mayoría del pueblo es nuestra más importante arma estratégica», afirmó Raúl. «Aunque le duela a nuestros enemigos, nuestra unidad es hoy más sólida que nunca».
El día después de que Fidel se dirigió a la Asamblea, el periódico Granma publicó en primera plana una foto de los hermanos hablando durante la sesión especial, aunque la transmisión televisiva del evento mostró que apenas tuvieron contacto.
El mismo Fidel negó que todavía tuviera cualquier poder oficial en una entrevista esta semana con la cadena Telesur, de Venezuela.
«Lo mío es decir las cosas y los acontecimientos para que cada cual decida. Tú debes comprender que los compañeros [en el gobierno] no son gente que deba llevar del dedo, de la mano, a hacer las cosas. Lo que quiero es que piensen».
En el fondo del regreso de Fidel a la escena pública parece haber un deseo de preservar dos elementos claves de su legado que su hermano pudiera debilitar: una economía de tipo soviético estrictamente controlada por el gobierno, y una visceral hostilidad hacia Washington.
Domingo Amuchástegui, ex analista del Ministerio de Interior de Cuba que ahora vive en Miami, señaló: «Yo diría que la totalidad de las personas en Cuba esperan, desean, reclaman los cambios de los que se ha venido hablando, y que todo el mundo coincide en que el factor más importante de oposición interna no es otro más que Fidel Castro».
Aunque Fidel ha advertido repetidas veces que el «imperio» norteamericano pudiera iniciar una guerra nuclear, Ortega comentó la semana pasada a The Washington Post que Raúl sigue profundamente interesado en mejorar las relaciones con Washington.
«La última batalla de Fidel Castro tiene por objetivo atajar el buen tono que cada vez con mayor celeridad adquieren las relaciones del gobierno cubano con Estados Unidos», escribió Norberto Fuentes, quien por largo tiempo fuera miembro del círculo íntimo de los hermanos Castro y que ahora vive en Miami.
Cualquier cambio importante en la dirección de la política cubana tendría que ser aprobado por un Congreso del Partido Comunista de Cuba. Raúl anunció que se celebraría uno en el segundo semestre del 2009 pero luego se pospuso indefinidamente. El 1ro. de agosto dijo que una comisión estaba preparando la sesión, pero no precisó fechas.
«Para fines del año pasado todo el mundo contaba con que Fidel Castro se hubiera muerto. Mientras Fidel Castro viva no se hace congreso porque el primero que no lo va a permitir es Fidel Castro», afirmó Roca.
Diferencias entre los hermanos Castro han sido reportadas ocasionalmente desde los años 50, con Raúl siempre cediendo a las decisiones de Fidel y, en ocasiones, retirándose luego de mal humor a remotas partes del país.
Los observadores, sin embargo, indican que informes no confirmados procedentes de la isla, donde la elite del poder opera en un casi absoluto secreto, sugieren una dura lucha.
Según uno de esos informes, el año pasado los seguidores de Fidel denunciaron la corrupción de un estrecho aliado de Raúl, Rogelio Acevedo, presidente del Instituto de la Aviación Civil. En represalia, los aliados de Raúl denunciaron la corrupción de un viejo protegido de Fidel, el empresario chileno Max Marambio.
«Fidel, por su parte, sabe que, de lograrlo, Raúl no solo va a consolidar su gobierno sino que, de hecho, activa el peligro de barrer con todo vestigio de su legado», escribió Fuentes en un artículo publicado en la página de internet Cubaencuentro.com.
Los obstáculos de Fidel al gobierno de su hermano son peligrosos, añadió Fuentes en el artículo titulado Próximo golpe de estado.
«Por mucho menos que eso», escribió, «ellos –los dos– han fusilado a mucha gente».
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Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".