En: Opinión
6 Jun 2011Con los pies puestos sobre la tierra y basado en los principios básicos de real política a que en diversas ocasiones me he referido en mis crónicas y artículos, expresé la opinión que el tiempo disponible para la solución de los problemas y dificultades que nos aquejan está agotado y no admite más dilaciones. En un más amplio desarrollo de mi criterio planteado que me permite el espacio de esta crónica, debo reconocer que tal consideración no es exclusivamente mía y que el Presidente Raúl Castro ha expresado pública y claramente en su discurso ante la Asamblea Nacional el 18 de diciembre del 2010, que: “O rectificamos ya o se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos”.
En los límites del tiempo, apostar por los cambios
Por: Félix Sautié Mederos. (Crónicas cubanas), junio de 2011
Es una realidad de la cual no podemos escaparnos: que todo en la vida tiene su tiempo y muchas veces los límites del tiempo con que contamos se convierten en una preocupación esencial, porque incluso la biología con su movimiento implacable se encarga de recordárnoslo de las más diversas formas posibles. Estas realidades muchas veces se convierten en acuciantes sobre todo cuando transcurren momentos de inflexión que son determinantes para el presente y el futuro de la sociedad y tomamos conciencia de lo efímero que resulta la vida terrenal.
Así es que hace algunos días, participé en una muy interesante conferencia en el Aula Fray Bartolomé de las Casas dictada por un joven periodista y abogado que forma parte del equipo de la Revista Espacio Laical en su carácter de Editor y que es una persona con ideas sobre las realidades cubanas contemporáneas muy positivas y precisas. Me refiero al Licenciado Roberto Veiga González. El título de su disertación fue muy atrayente, más aún para los que hemos leído sus artículos y conocemos su valía personal: “Exigencias para un orden fraterno. Cuba: Urgencias del presente, imperativos del futuro”.
En su conjunto debo decir que considero la disertación de Veiga muy clara, directa, valiente y con un sano sentido constructivo-optimista fundamentado en los conceptos básicos de la real política que sobre la base de los que es posible hacer abogan por el encuentro, el diálogo y la reconciliación entre todos los cubanos. Algo muy alejado de los rencores, los pases de cuentas y los odios que algunos adentro y afuera del país propugnan y que a nada bueno podrán conducirnos.
Con independencia que quizás me sea necesario escribir otra crónica al respecto, dadas la importancia y trascendencia del tema tratado, quiero referirme a un aspecto debatido brevemente en las intervenciones de los participantes, en el cual expresé mi opinión personal, que creo interesante reseñarle a mis lectores porque se refiere a los límites de tiempo que se imponen en el presente ante las realidades que estamos viviendo en Cuba.
Con los pies puestos sobre la tierra y basado en los principios básicos de real política a que en diversas ocasiones me he referido en mis crónicas y artículos, expresé la opinión que el tiempo disponible para la solución de los problemas y dificultades que nos aquejan está agotado y no admite más dilaciones. En un más amplio desarrollo de mi criterio planteado que me permite el espacio de esta crónica, debo reconocer que tal consideración no es exclusivamente mía y que el Presidente Raúl Castro ha expresado pública y claramente en su discurso ante la Asamblea Nacional el 18 de diciembre del 2010, que: “O rectificamos ya o se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos”.
Sobre este concepto con el que concuerdo plenamente he escrito algunas referencias concretas en mis artículos; pero ahora una vez celebrado el 6to. Congreso del PCC considero que se ha producido un cierre tajante al tiempo y se imponen los hechos que si bien requieren de responsabilidad sin apresuramientos superficiales, no admiten más dilaciones.
Cambiar todo lo que deba ser cambiado, debe salirse de lo conceptual y teórico para entrar en el mundo de las realidades objetivas y subjetivas. Concuerdo en que los cambios planteados por el Congreso no son suficientemente abarcadores de tantos problemas, dificultades y errores acumulados, incluso reconocidos en el Informe Central; pero pienso que por algo hay que comenzar porque cuando los cambios se inician generan una impronta muy importante en contra del inmovilismo y de la burocracia. En estas circunstancias opino que es necesario apostar decididamente por los cambios positivos y no entorpecerlos porque siempre serán en interés de todos.
En cambio la burocracia y el autoritarismo con su accionar cotidiano podrán continuar entorpeciendo el desenvolvimiento positivo de los acontecimientos y tratando de empapelarnos por todas partes, incluso excluyendo a los que planteen ideas y opiniones diferentes; pero la impronta de cambios positivos desatadas por pequeños e insuficientes que puedan ser coadyuvarán decisivamente a la neutralización de estos males. Ya no hay más tiempo para el precipicio que nos acecha y nunca el hundimiento será de verdadera utilidad para el pueblo que lo soporta y lo sufre todo. La realidad por dura que sea hay que afrontarla de frente con optimismo y procurando dar fundamento a la esperanza. Así lo pienso y así lo afirmo. Quizás continúe comentando esta importante disertación del Aula Fray Bartolomé de las Casas de los dominicos del Vedado habanero.
fsautie@yahoo.com
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".