En: Opinión
14 Abr 2010Apremiar al oponente —que te agrede con todo su aparataje— realizando una huelga de hambre puede ser insano, pero es también legítimo. La muerte de Orlando Zapata Tamayo y el relevo realizado por Fariñas, dispuesto a morir por la misma causa, han demostrado dos cosas a la comunidad internacional. La primera es que hay hombres dispuestos a morir en aras de la libertad, lo que da al traste con la doctrina gubernamental cubana de que sus presos no son presos políticos, sino delincuentes comunes y mercenarios.
Lunes 12 de Abril de 2010
El relevo insoportable
“La huelga de hambre no puede ser usada como un pretexto de derechos humanos para liberar a las personas. Imagine, si todos los bandidos que están presos en Sao Paulo entran en huelga de hambre y piden libertad”, expresaba el Presidente de Brasil a la Agencia EFE en días pasados.
Comparar a los bandidos de Sao Paulo con los disidentes cubanos es, además de una ofensa, una intromisión en asuntos internos de otro país. Tomando partido por el gobierno y el sistema judicial cubano, pero intromisión al fin y al cabo.
En lo que sí lleva razón Lula es en calificar las huelgas de hambre como una “insanidad”: éstas son, en sí mismas, una locura o insanidad. No ingerir alimentos es negar a la vida la posibilidad de continuar. El Presidente brasileño habla desde su experiencia de huelguista. Pero desde ella también debería señalar que las huelgas de hambre son una expresión sublime de la lucha no violenta. Hombres que fueron condenados a prisión por sus ideas, que son vejados día a día, que saben que sus madres y mujeres son golpeadas en las calles de La Habana por turbas citadas al efecto y que son tildados de mercenarios y delincuentes comunes, no tienen más opción que demostrar, con la entrega de sus vidas, que su causa no tiene ni como fin ni como origen, el dinero.
Apremiar al oponente —que te agrede con todo su aparataje— realizando una huelga de hambre puede ser insano, pero es también legítimo. La muerte de Orlando Zapata Tamayo y el relevo realizado por Fariñas, dispuesto a morir por la misma causa, han demostrado dos cosas a la comunidad internacional. La primera es que hay hombres dispuestos a morir en aras de la libertad, lo que da al traste con la doctrina gubernamental cubana de que sus presos no son presos políticos, sino delincuentes comunes y mercenarios.
La segunda es que el gobierno cubano ha establecido como norma la violación flagrante de la vida y la dignidad de aquellos que se le oponen.
“La tozudez, la intransigencia, la crueldad, la insensibilidad ante la comunidad internacional del gobierno británico frente a (..) los patriotas irlandeses en huelga de hambre hasta la muerte, recuerda a Torquemada y la barbarie de la inquisición (…). ¡Tiemblen los tiranos ante hombres que son capaces de morir por sus ideas, tras 60 días de huelga de hambre!”. Con estas palabras se refería Fidel Castro a la huelga de hambre con la que Bobby Sands y sus compañeros, en el año 1981, hicieron frente al gobierno de Margaret Tatcher. Dicha huelga terminó luego que 10 de ellos, Sands incluido, perdieran la vida. Esta frase (para el bronce) está, de hecho, en bronce como placa en un parque habanero que recuerda estos hechos. Las nuevas voces de la ideología oficial isleña han dado vuelta estas declaraciones. Los huelguistas irlandeses son mártires, víctimas de la intransigencia de un gobierno déspota, inquisidor. Pero los huelguistas cubanos son suicidas, mercenarios, agentes del imperio y delincuentes comunes. Pues bien, esos delincuentes comunes, apátridas y lamebotas del imperio son capaces de morir de hambre, sin dudarlo, por la defensa de la libertad de Cuba.
Estos hombres han asumido la huelga como una oportunidad. Es un relevo, un testimonio insoportable que les lleva la vida, día tras día. Pero estos mismos hombres sienten que, por primera vez, el mundo les escucha y les confía la gracia de devolverles la mirada. Y ya que el mundo les conoce y sabe de su lucha, no hay marcha atrás. No han pedido más que lo básico: el respeto a la vida y a la integridad física de ellos y sus compañeros. Pero eso es demasiado para el gobierno cubano, que sólo les ha reconocido el derecho a morir.
Mijail Bonito Lovio
Abogado cubano nacionalizado chileno
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".