El gran desafío de Cuba

En: Laborales

7 Ene 2011

“…chica dame una razón para trabajar…” Esta expresión la escuché en Cuba y no supe su alcance hasta que tuve conciencia del valor real del trabajo. La situación la originó una pareja que caminaban manoteándose, casi gritando en la calle. Muy cerca de mi madre que me llevaba de la mano. No sé por qué, jamás pude olvidar aquella escena que revela hoy el gran desafío de Cuba, tener trabajo y salario justo.



El gran desafío de Cuba



¿Trabajo y salario?

“…chica dame una razón para trabajar…”

Por: Luis Manuel de Lima

Enero 6 de 2011


“…chica dame una razón para trabajar…” Esta expresión la escuché en Cuba y no supe su alcance hasta que tuve conciencia del valor real del trabajo. La situación la originó una pareja que caminaban manoteándose, casi gritando en la calle. Muy  cerca de mi madre que me llevaba de la mano. No sé por qué, jamás pude olvidar aquella escena que revela hoy el gran desafío de Cuba, tener trabajo y salario justo.

El hombre transforma la sociedad y así mismo como resultado del trabajo que lo socializa y convierte en creador de su propio futuro y destino societario. El régimen cubano hizo lo imposible para que la gente no trabajara. Inventó el trabajo voluntario donde se gastaba más en transporte y merienda que en productividad. Ese es el resultado de aquella discusión callejera. La institucionalización de la conocida “botella” (vivir sin trabajar) de antes de 1959, se convirtió de manera parecida en cultura de vida que hasta hoy tuvo tiempo de rectificar. Todos se acostumbraron a decir, repetir, no hay, pero nadie se pregunta por qué no hay. El objetivo crear la dependencia del estado. El desprecio por la producción de bienes y servicios fue el arma mágica que desapareció en poco tiempo la abundancia material de Cuba que producía lo que se comía  y exportaba nunca menos de cinco millones de toneladas de azúcar y de otros rubros.

La conciencia de clase es un concepto marxista que define la capacidad de los individuos que conforman una clase social de ser consciente de las relaciones sociales antagónicas… siendo la condición original de la organización de una sociedad de clases y de actuar de acuerdo a ellas para beneficio de sus intereses. De acuerdo a esa teoría, Cuba debía ser una nación de pensamiento homogéneo, muy desarrollada económicamente. Pero después de 52 años está en la ruina y despide a miles de trabajadores. Hoy prácticamente gritan sus gobernantes, ¡sálvense quien pueda! Revelador de la mentira del pleno empleo, así como el proyecto socialista que dicen ahora transformarán al socialismo del siglo XXI. ¿Será que piensan inventar la nueva manera de vivir sin trabajar? ¿Será que convertir en polvo, en la nada, todo lo que toman para sí se impondrá en este siglo? Entonces, no hará falta combatir el deshielo ni los factores climáticos, los “nuevos socialistas” se encargarán de terminar de arruinar el planeta matando de hambre a la humanidad.

Las consecuencias del suicidio colectivo que ha sido Cuba durante buena parte de su historia, vista así, abochornan, abruma y desanima. Nuestra tradición está llena de acontecimientos perversos. Más bien han sido como ráfagas de aspavientos que rondan la malcriades, una mezcla irresponsable de apasionamiento, insensatez, marcada por la imposición de intereses que desdibujan cualquier acercamiento concreto a la fundación de una verdadera nación de hombres y mujeres libres. Más bien el fomento y la reafirmación de la sociedad de vivos y pendejos, tristemente es el resultado de nuestra practica histórica. El realismo mágico que Alejo Carpentier nos cuenta. Es larga la lista cronológica de errores, desaciertos y contradicciones que alimenta la cultura de caudillos y Mesías, que si no lo tenemos los inventamos.

Cuba y Hambre son sinónimas. No por la hambruna colectiva, no por la falta de agua potable, sino la necesidad del hombre del desenfreno de sentirse libre en la realización creativa. La falta de oxigeno espiritual. El ser humano necesita esa estética que se recrea en la libertad sin condicionamientos. Dejemos ya de vivir del cuento, de echarle la culpa de nuestras desgracias a los imperialismos y al fatalismo. Asumamos la tarea de construir el país que queremos y necesitamos.

Leyendo durante estas vacaciones navideñas la novela Sult (Hambre), del noruego Knut Hamsun, premio Nobel 1920, narración autobiográfica que cuenta la historia de hambre, pobreza y camino a la locura de un periodista acosado de desajustes físicos y psicológicos. Encontramos la obra necesaria para entender la vida y las contradicciones del capitalismo naciente que nos permiten juzgar mejor de donde venimos y en qué condiciones de precariedad hoy muere la sociedad socialista a la cubana. Un libro que nos enseña a razonar la vida moderna desde el tránsito del régimen feudal a la revolución industrial. Ver las almas tocar fondo y no regresar. Observar esa lucha infinita para salvarse del frío y a pesar de ello conservar la integridad moral y ética del periodista. Trabajar a cambio de un poco de comida, techo y abrigo. Los cubanos viven un poco así, separando las distancias lógicas, a la buena de Dios, de los parientes de la Yuma, de los amigos que todavía existen, de las coyunturas y cada día menos dependientes del gobierno, en 52 años.

¿Cómo enfrentar el hambre y la sed de libertad? Esa pregunta comienza  a ser tarea pendiente como nunca antes de cada cubano, su alcance no nos damos cuenta pero nos toca aunque vivamos en Nueva York o avistemos París. Más real y creciente es la necesidad para quienes desde a pie pisan la realidad de la Isla, ven la montaña venirse a pique sin manera inevitable de protegerse, esconderse para no ser aplastados por las avalanchas de lodo y mugre. Será duro para la mayoría de los cubanos simples. El trabajador que se enfrenta a la masa burocrática, viciada, calamitosa e inservible que apela a lo que encuentra para salvarse.

Sin dudas, hay que hacerse muchas preguntas para entender la situación delicada de Cuba, que rebasa hasta la voluntad del propio gobierno-régimen y los sectores que de verdad quieren cambio. Se necesitará mucha voluntad, diálogo permanente y reglas claras para encontrar la confianza necesaria primero, para transitar después al cambio posible. Las anunciadas medidas no resuelven el problema de fondo y sin recursos incluso agravan las condiciones generales de la población. El régimen pierde credibilidad y las razones para seguir en la conducción del país se deslegitiman en cada acto de soberbia para justificarse en el poder. El desafío de Cuba también es moral.

Siendo consecuentes con la crítica al régimen por su falsa política de pleno empleo en Cuba que hemos denunciado permanentemente, hoy tampoco vemos con buenos ojos el desempleo masivo de trabajadores y la actitud complaciente de la Central de Trabajadores de Cuba, (CTC). Pero hay que ser realista y lo mejor que puede ocurrir es sincerar la vida económica del país. Crear fuentes de empleos a partir del reconocimiento de las formas privadas de propiedad que puede ser el elemento inicial dinamizador de la vida cubana, a pesar de las dudas de si el gobierno dará marcha a tras como en otras ocasiones. Pero la verdad es que esta decisión llena la necesidad que todos los sectores políticos y sociales criticaban, acaba con la supremacía y la dependencia del Estado todo poderoso. La pregunta es si estas medidas ayudarán a  superar la inercia perversa del empobrecimiento generalizado. Si lo logran es bueno para Cuba.

Ojala los cambios que anuncia el gobierno se dieran enmarcadas dentro del debate social participativo y democrático que permitan la identificación de los problemas y cómo resolverlos. Sería el espacio del surgimiento legítimo de la oposición y de liderazgos nuevos que formen el sistema político cubano. El escenario propicio para crear las condiciones de la refundación de la República de Cuba. Una sociedad donde el Partido Comunista no sea el rector de la sociedad, donde la pluralidad política  se asiente con responsabilidad y forme parte de un pacto social. Donde los cubanos sean reconocidos y jamás estigmatizados por el lugar de residencia y su visión política. El actual gobierno tiene la responsabilidad de convocar al país todo después de 52 años para superar la crisis. Solamente los cubanos tenemos la solución a los problemas de Cuba.

Solucionar el problema político-económico-social será difícil si se concibe mal la partida. Hay primero que remediar la dura crisis económica y material, el hambre, creando las condiciones generales y permanentes de superación y desarrollo definitivos. Después superar los desafíos de fundar el nuevo sistema político que tendrán la experiencia de haber creado las bases y las nuevas condiciones económicas. Ese puede ser el punto de partida y encuentro de la confianza para empeños mayores. ¿Por qué no se ha convocado a los cubanos que viven en el exterior a participar en la inversión y la creación de la economía productiva? Esa sola determinación política colocaría a los sostenedores del embargo norteamericano en una difícil situación. Cuba debe abrirse primero a los cubanos de buena voluntad y después al resto del mundo. Eso seria justicia y la manera correcta y realista de superar la crisis y avanzar con seguridad plena al futuro.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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