El Camino de Servidumbre no Conduce al Infinito.

En: Opinión

26 Sep 2010

Muchos regímenes que imperaron en América Latina apenas se alcanzó la independencia hasta años recientes con toda justeza fueron considerados dictaduras de diferente cuño, por cuanto expresaban la voluntad del ejecutivo con carácter exclusivo o al menos excluyente de los restantes integrantes. Pero tras los escombros de los totalitarismos, a la sombra de las corrientes libertarias hoy en boga, no podemos desconocer la contradicción, y remanente de ideas otrora impuestas que, aceptaban como soberanos a tales estados autoritarios. Ante la proliferación y prepotencia de éstos no era posible encender la señal de alarma con todo el vigor deseado. Tuvimos que vivir con ellos. Tiempos de resignación. México nos trae a la memoria que durante décadas fue modelo de dictadura perfecta. Hoy esta afirmación parece un absurdo.



El Camino de Servidumbre no Conduce al Infinito.

POR JOSE VILASUSO

Por el Camino de Servidumbre hoy se arrastran cerca de cien millones de Latinoamericanos. ¿Cuántos lo alcanzarán totalmente?

I.
El fin del pasado siglo ha puesto en onda el concepto quizás menos delimitado por indelimitable el infinito.
El infinito aparece manejarse con mayor familiaridad por astrónomos, científicos y teólogos, que por economistas, jurisconsultos y personeros de las más conocidas corrientes políticas internacionales. No obstante pensamos en grande y hablamos en lenguaje ambicioso. El infinito constituye un atributo piramidal de la libertad de cara al futuro, al espacio y las próximas galaxias por descubrir. Pues si la libertad se agotara estrangularía consigo el sentido mismo de la existencia, y teólogos, astrónomos y sabios en general tendríanse que reubicar en el mundo de la investigación de manera urgente y profunda. Pero ese agujero negro no existe. Corresponde al puro razonamiento. En el camino a la libertad generación por generación va tomando otras dimensiones, nuevos derroteros y sus postulados ciméntales, lejos de cerrar sus círculos, se esclarecen y abarcan insospechados, deslumbrantes y lustrosos componentes. La libertad va hermanada al espacio abierto y al futuro indefinidamente, y por lo tanto a la esperanza en sí misma y eternamente promisoria.

Basta meditar el significado que implica una realidad tangible como es la velocidad de la luz. El sentido de amplitud espacial y futurismo insondable así conformado nos arroja unas posibilidades espirituales indescriptibles por alentadoras y sublimes. La velocidad a que avanza la luz no se detiene, y bueno que así sea pues ahí está abierto el camino al infinito. Es concepto físico y teológico a la vez, dos paradigmas que mutuamente se complementan y refuerzan. De esa manera estaremos creciendo y progresando permanentemente. Rememoraremos a Isaac Newton observando embelesado el firmamento para fortalecerse en la convicción de su trascendencia vital. Su visión científica se corroboraba con la visión de fe. Científico y creyente Newton era hombre de doble dimensión.

Bajando el tono. La policromía de enfoques tocante a la libertad se cuenta entre las aportaciones más formidables de los pensadores que el fin del pasado siglo ha concedido pleno reconocimiento: Carl Popper, Ludwig Von Mises, Isahiah Berlin. Los vibrantes discursos decimonónicos cayeron en desuso ante las insospechadas perspectivas de las sociedades abiertas modernas, preconizadas por estos teóricos de la actualidad. Sus plumas escribieron para los que sostienen el compás de la historia, la marcha del tiempo, y cuando Carl Jaspers postula que no hay fin de la historia adquiere la ciudadanía básica para incluirse en el listín de los visionarios.

Frederick Hayek otro representativo de dicha corriente, nos ofrece su documentada tesis sobre el constante redescubrimiento del incalculable potencial humano en una comunidad libre que, supere las trabas y subterfugios de la coacción, puesta a la vista. Aplicamos dichos conceptos a nuestra naturaleza biológica en desarrollo imparable y sólo nos resta mirar al frente para no convertirnos en estatuas de sal. Por lo tanto, si se centra la atención en las garantías que nos brinda una verdadera democracia, la sustancia moderna por antonomasia para su instrumentalización y mejores conquistas lo forman los adelantos en las comunicaciones. En otros términos el juego de la opinión pública como parte de la llama información. Si el juego de la opinión pública quedara desvinculado de la prensa, el tribuno callejero, la charla de café, Internet o el ama de casa conversadora algo tan serio como la legalidad de los parlamentos perdería su virtualidad. Porque los parlamentos constituyen escenarios vivos de la democracia con todas sus claridades y penumbras. Son escenarios por excelencia del diario vivir colectivo y les reconocemos sus fallos que, no son pocos.  No es secreto que actualmente cualquiera en cualquier país, puede comprar un acta de diputado. Pero si no ha sabido reflejar las corrientes de opinión pública vinculadas a sus responsabilidades, para reelegirse necesitará un billete laaaaaaaaaaaaaaargo. Es que la opinión pública no perdona los fiascos del poder. Más temprano que tarde la balanza justiciera asomará con todo rigor y el endriago se verá desplazado del puesto mal habido.

Hablo claro está, en una sociedad dotada de sentido cívico estimable, producto de una añeja trayectoria institucional; Gran Bretaña, Suecia, Costa Rica, Bélgica, Chile, países que han sido capaces de transformar radicalmente sus rumbos históricos desde sus códigos de gobierno, dada la receptividad a las opiniones imperantes entre sus ciudadanos. Países donde el gobernante actúa por consenso y tras mesurar y remozar aquel activismo popular siempre vivo. Análogamente sólo los poderes anidados en el barajar libre de las opiniones divergentes y discrepantes son acreedores del reconocimiento soberano. El hombre moderno ya no cuestiona el estado de derecho. Nunca la humanidad alcanzó grado tal de entendimiento y acuerdo al respecto. Sin embargo, por inanición y abulia cívica no hemos aún dado el paso al frente para admitir que acallada la opinión pública, la voz que manda es sólo ella, la del mandón de turno, y jamás la del conjunto ciudadano que así aplasta por lo tanto la soberanía. En cambio en una sociedad libre el gobierno es sólo un factor. Es componente y no el todo. Según su naturaleza y peculiaridades mil puede asumir facultades diversas; pero requiere el acuerdo mayoritario para su legalidad ejecutiva. Tiene que contar con sus congéneres. Si el ejecutivo de cualquier democracia asumiera poderes excesivos o ilegales la libertad peligraría. Por ello no podemos reconocer el sistema de Venezuela como verdadera democracia representativa; aunque aun ostenta escasos cosméticos de aquélla. Este bache histórico alcanza ya un potencial cercano a cien millones de latinoamericanos con sus variantes, modales y particularidades. Ellos van por el camino de servidumbre, cualquiera es candidato a engrosar el rebaño, Cuba pronto se despide del mismo.

II
Muchos regímenes que imperaron en América Latina apenas se alcanzó la independencia hasta años recientes con toda justeza fueron considerados dictaduras de diferente cuño, por cuanto expresaban la voluntad del ejecutivo con carácter exclusivo o al menos excluyente de los restantes integrantes. Pero tras los escombros de los totalitarismos, a la sombra de las corrientes libertarias hoy en boga, no podemos desconocer la contradicción, y remanente de ideas otrora impuestas que, aceptaban como soberanos a tales estados autoritarios. Ante la proliferación y prepotencia de éstos no era posible encender la señal de alarma con todo el vigor deseado. Tuvimos que vivir con ellos. Tiempos de resignación. México nos trae a la memoria que durante décadas fue modelo de dictadura perfecta. Hoy esta afirmación parece un absurdo.

Aunque por otra parte, el reconocimiento de cualquier estado como simple hecho es efecto de otra factura. Es evidente la magnitud de China, todos lo sabemos. Pero las decisiones de sus mandarines modernos de cuello, corbata, y zapatos nuevos en vez de babuchas, no merecen la credibilidad de sus colegas de Japón o Singapur, pongamos por caso. A pesar de su poder China sigue paralizada en una etapa anterior al siglo XIX; en cambio Japón o Singapur son naciones modernas típicas del sigloXXI.

El quicio de todo lo anterior no es económico ni tecnológico; sino humano, de derechos y deberes. Para nosotros siempre prevalece el espíritu y la cultura como corolario. El ciudadano que escoge libremente su programa de televisión, libro, o periódico para informarse, instruirse o pensar está distanciado irremisiblemente de quien sufre la censura. Un uruguayo de nuestros días es una persona que goza de posibilidades y respeto colectivo, aunque en su mesa sólo se sirva un trozo de asado y un vaso de vino. En cambio el chino con celular y Mercedes Benz a la puerta de su casa aunque se retrate sonriente, permanece en condiciones de súbdito de los mandarines.

A consecuencia, el concepto de soberanía no es atribuible a gobernantes desconocedores de las primicias del estado de derecho. Concederles a mandatarios de hecho la paridad con magistrados electos menoscaba los méritos y respetabilidad de estos últimos. Si de virtud ciudadana se trata la igualdad consiste en equiparar a los semejantes; nunca a los incompatibles. Sin embargo algunos ejecutivos legítimos no se percatan de que sentarse a la mesa para compartir con un tirano rebaja su propia estima. Carlos Andrés Pérez charlando vis a vis con Fidel Castro hizo ostentación de un humor negro que hoy sacude a Venezuela. En América Latina se suele tapar esta incongruencia alegando que se le dijo – bajito – al sátrapa que debía liberalizar, costumbre que el señor Moratinos acaba de descubrir en La Habana. O sea que se continúa desconociendo el ingrediente focal de la opinión pública. A veces se le quiere ignorar. Los conversatorios a sotto vocce no afectaban a los treinta tiranos de Atenas y Sardanápalo decía que más le molestaba la gotera de su techo. No; hay que exponer en alta voz las discrepancias de todos los ciudadanos, y si alguien protesta se identifica y estará evitándonos el trabajo de desenmascararlo.

Siguiendo al autor de Camino de Servidumbre entre otros causahabientes de la legalidad figura la inviolabilidad de la ley. Es ese vaso comunicante del civismo que asegura la estabilidad indispensable para el trabajo creativo y cabal desenvolvimiento humano derivado del juego libre entre los tres poderes estatales que garantizan el ejercicio del derecho. No hay derecho en manos de un solo poder. Todo poder es relativo y se sujeta al equilibrio. El poder absoluto es símbolo de dictadura cuando no de tiranía, No se olvide que una autoridad siempre puede convertirse en pedal para ejercer coacciones tanto de mayorías como minorías. Lo primero hace la demagogia, lo segundo compone la oligarquía. Ya en tiempos de Aristóteles se establecieron las diferencias infranqueables entre estos desbordes de autoridad. Demagogia y oligarquía dos manifestaciones de la gran calamidad latinoamericana. Babor y estribor; el haz y el envés de la perversión cívica, el abuso de poder, su camino se servidumbre. Por tanto, para evitarlo se requiere el contrapeso y balance que mantengan las funciones entre aquellos tres mandos sin el cual la libertad se va al piso, y ese balance requiere el concurso de la opinión pública de manera indespojable.

Ya desde el siglo XIX Alexis de Tocqueville encabezó esta tesis que, en nuestros días Frederick Hayek se encargó de actualizar. La democracia es el régimen de la opinión pública, – sostuvo aquel docto racionalista – y nuestras comunicaciones con su inconmensurable poder de convocatoria han fortalecido tales asertos de forma contundente. No sin sus razones Fidel hace un tiempo calificaba de peligroso navegar por Internet. En días pasados varios corresponsales internacionales fueron expulsados de La Habana. Chávez reforzó su mandato aplicando fuertes censuras a los medios televisivos y ya anuncia sus planes de extenderlos a los escritos. El ignorante repudia la lectura. Aunque se traga los escritos de los censores. Los tiranos se identifican por su agudeza en detectar las amenazas, Ninguna como la que esgrime un certero  artículo periodístico o libro con yema. Sus mentes negativas construyen sobre la desconfianza, complejos y temores. Pero a impulso de sus prevenciones raras veces se equivocan. De ahí su aferramiento contumaz a la censura cual talismán protector.

La verdad es tan temible para nuestros tiranuelos continentales como para una cobra la mangosta.

La fuerza de las ideas a través de la palabra se refleja en pantalla desde Canadá hasta India; desde Níger a Australia y en el cosmos se incorpora a corrientes operantes en tiempo, espacio y profundidad que con toda seguridad ejercerán su flujo positivo en el infinito del que nuestro mundo forma parte integral. Es decir que germinamos un poder multidimensionado que, a largo plazo o espacio sideral, es decir a tiempo incalculable, revertirá sobre nosotros, la especie humana. No se olvide que de aquí a millones de siglos en otra galaxia el batir de las alas de una mariposa puede ocasionar un terremoto. Como igualmente un vaso de agua ofrecido al sediento al mismo plazo puede propiciar el acuerdo diplomático que evite la desaparición del planeta Neptuno. No sin fundamento Julien Green consideraba una guerra mundial tragedia de sólo breves espejismos con miras a la eternidad. Julien Green fue un escritor con visión del mañana.

De ahí la sabiduría retratada al otorgar a las comunicaciones el sitial de preferencia en el debate presente. Ayer creímos necesaria la guerra para derrocar las tiranías. Hoy no vale la pena; es más eficaz desenmascararlos, educar y fomentar la libertad. He ahí el verdadero compromiso de actualidad…

Hablando pues en buen romance, si llegamos a convencernos que los astrónomos, sabios en general, y teólogos poseen la cosmovisión más firme y prometedora del futuro, no habrá mayores posibilidades para que en América Latina se nos continúe pavimentando El Camino de Servidumbre. Creo que con sus cerca de cien milloncejos de ciudadanos paralizados en un presente que ha llegado a su ocaso tienen suficiente.

1 Comentario para El Camino de Servidumbre no Conduce al Infinito.

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Jose Vilasuso Rivero

septiembre 29th, 2010 at 12:59 am

Pude parecer elevado y teórico. Mas admitamos que el pensamiento guía las ideas y aun la práctica de la democracia. No hay verdadera democracia sin fundamentos sóidos. La teoria democrática debe manejarse con absoluta regularidad.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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