En: Opinión
23 Ene 2011Las revelaciones de WikiLeaks han dejado mal parada a la oposición cubana. Lo que piensa un sector de la diplomacia estadounidense sobre el pobre desempeño de la disidencia tradicional, es lo mismo que por lo bajo comentan periodistas independientes y corresponsales extranjeros.
Disidencia cubana: mirar hacia dentro
Periodista Independiente
Enero 22 de 2011
Las revelaciones de WikiLeaks han dejado mal parada a la oposición cubana. Lo que piensa un sector de la diplomacia estadounidense sobre el pobre desempeño de la disidencia tradicional, es lo mismo que por lo bajo comentan periodistas independientes y corresponsales extranjeros.
Si no han salido a la luz una serie de bochornosos actos de corrupción, nepotismo y caudillismo en el desempeño de opositores al frente de grupos políticos, ha sido por esa gastada camisa de fuerza que hace pensar a los periodistas alternativos que al abordar el tema de forma pública, se le hace un favor a los servicios secretos de la isla.
A mí no me vale esa opinión. Es hora de que la oposición local replantee sus bases. Si no dan un giro de 180 grados y trazan sus estrategias mirando hacia dentro del país, quedarán como un movimiento de gente valiente que abiertamente desafiaron la intolerancia del régimen de los hermanos Castro.
A su favor, muchos opositores tienen que han pasado por las duras cárceles de la isla sin quebrarse. Es de admirar que cubanos que pudieran haber sido tranquilos padres o abuelos, hubieran tenido valor para fundar partidos y organizaciones que el gobierno considera ilegales y las leyes cubanas sancionan con varios años de prisión.
Pero ser valiente no lo es todo. Dentro de la disidencia tradicional hay no pocos autócratas que visten de civil. Son intolerantes, alcahuetes y deshonestos. Se han acostumbrado a vivir de las ayudas de agencias del gobierno de Estados Unidos o grupos y personas de diferentes tendencias políticas en Europa.
Soy de los que piensa que no es saludable aceptar dinero de ningún gobierno. Puedo estar errado. Hace años, de manera pública y transparente, la oposición debió abordar sin complejos ese tema.
Es real: cuando se toma el camino de disentir contra Castro, como regla, los disidentes pierden sus puestos de trabajos y dejan de cobrar un salario. También es cierto que para realizar cualquier labor política se necesitan fondos financieros.
Ocultar el asunto del dinero ha provocado el surgimiento de lamentables casos de corrupción. Al no haber controles efectivos, democracia interna y transparencia en el seno de muchas organizaciones disidentes, ciertos líderes de grupos se han apropiado de manera descarada de dinero y ayudas materiales.
La lista es larga. Pesos pesados dentro de la disidencia que roban a manos llenas. Por decoro no revelo sus nombres. Además de corrupta, salvo excepciones, la oposición cubana es mediocre y poco efectiva. Una disidencia bananera. Se pueden contar con los dedos de la mano los proyectos políticos que intentan involucrar a la ciudadanía.
La oposición local está dirigida hacia el exterior. Desde las salas de sus casas, pequeños grupos de personas escriben un documento, citan a la prensa extranjera, lo leen por Radio Martí y ya se sienten realizados.
La gente común en Cuba ni se entera. Es una pena. El número de ciudadanos disgustados por el quehacer del gobierno, les aseguro, es amplio. Si los partidos opositores realizaran una labor proselitista a fondo con ellos, serían conocidos en su propio país.
Hay campos inexplorados por la disidencia. Las carencias materiales y de servicios en Cuba afectan a todos. Leales al régimen o no. Unos y otros desean que reparen las escuelas de sus hijos, los hospitales y las calles del barrio. Unos y otros desean tener agua potable todos los días y que el 60% no se pierda debido a salideros.
Al margen de la ideología, todos sufren al tener que viajar como sardinas en lata en los atestados ómnibus del caótico transporte urbano. Piensen como piensen, los cubanos quieren más y mejor comida. Salarios dignos. Ciudades limpias. Una sola moneda. Poder viajar sin permiso estatal. Tener acceso libre a internet y la antena por cable, por módicas sumas.
En 52 años, los Castro no han sabido resolver esos problemas. Si la disidencia hiciera trabajo comunitario en los barrios, pudiera impulsar una serie de pequeños y modestos proyectos que involucre y beneficie a la gente. Apenas se encuentran activistas como Sonia Garro, mujer de la raza negra residente en un barrio marginal de Mariano, que ayuda a niños que viven en hogares que son infiernos chiquitos.
Es bueno exigir democracia y libertad al régimen. Pero también es bueno buscar opciones -y soluciones- para las mujeres y hombres de la Cuba profunda.
Por supuesto, los servicios secretos hacen todo lo que está a su alcance para que la disidencia no fragüe una verdadera base social. También es verdad que la oposición tradicional se ha acomodado a vivir de proyectos irrealizables, más conocidos en Miami que en La Habana.
Es sano que haya diferentes tendencias políticas y discrepancias dentro de la disidencia. Pero existen cuatro o cinco puntos de coincidencias entre los opositores que permiten diseñar proyectos conjuntos.
Que se discrepe no quiere decir que los grupos opositores sean enemigos. Es lo que está aconteciendo. Tantas rencillas y odios han disminuído una labor política coherente y seria.
La actual oposición, si no se recicla y democratiza las reglas de juego, será un cadáver político. Pero nunca es tarde para dar una vuelco a la realidad.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".
2 Comentarios para Disidencia cubana: mirar hacia dentro
Jose Vilasuso Rivero
enero 24th, 2011 at 5:38 pm
Me parece una mera opinión generalizando problemas naturales y contingencias propias de situaciones complejas en este tipo de activismo. Los disidentes hacen lo que pueden, fácil es criticarlos a la luz de lo que sería ideal. Pero no es fácil hacer oposición en Cuba cuando sabes que te puede costar la cárcel y hasta la vida. No puedo situarme en la postura de quien vive vigilado dia y noche, asediado, es objeto de diatribas y acusaciones oficiales constantes, aislados por Seguridad del Estado y sin embargo permanecen en sus puestos para exponer la verdad al mundo. Mas bien yo culpo a la prensa internacional que no se hace eco de la labor de estos valientes o sólo lo hace cuando ya no queda otro remedio. Si los disidentes no son tan conocidos por el pueblo se debe a la censura férrea que el oficialismo tiende sobre ellos; pero si la prensa internacionasl acreditada en Cuba fuese menos obediente al oficialismo y corriera riesgos de expulsión a costa de informar debidamente, el panorama no sería el mismo. Hay que dar el escándalo de la verdad al dictador, no criticar a sus víctimas. No tiene moral cualquier señor extranjero que vive bien en Cuba y se puede largar cuando lo desee, para opinar negativamente sobre la eficiencia de los disidentes. No creo en seres perfectos, el hombre nuevo del CHe Guevara fue una utopía.
Jose Vilasuso Rivero
enero 24th, 2011 at 5:47 pm
Lo que no parece traslucirse del referido material es que la disidencia es producto de una larga jornada que data de los años sesenta, natural es que surjan nuevas generaciones con mensajes frescos y los históricos permanezcan en sus puestos, ya hicieron lo suyo y ahora les toca a los jóvenes. En el exilio se ven contrastes semejantes. A veces hay líderes que insisten en cuestiones del ayer y no se acoplan a realidades de actualidad. Es natural, ley de la vida nadie tiene a su cargo todo el fardo de la oposición. Pero reitero que los dardos hay que tirárselos al tirano no a los opositores.