En: Derechos Humanos
12 Sep 2010“Sufrí una injusta pero digna prisión ya que caí preso por el bien del pueblo cubano”
El odontólogo, que padeció siete años de reclusión en cárceles castristas por sus ideas, comienza a rehacer su vida en Jerez · Narra las formas en que los hermanos Castro castigan a la oposición pacífica
“Sufrí una injusta pero digna prisión ya que caí preso por el bien del pueblo cubano”
El odontólogo, que padeció siete años de reclusión en cárceles castristas por sus ideas, comienza a rehacer su vida en Jerez · Narra las formas en que los hermanos Castro castigan a la oposición pacífica
Manuel Moure / Jerez | Actualizado 12.09.2010
El doctor cubano Alfredo Pulido cumplirá 50 años el próximo mes de noviembre. Será su primer cumpleaños en libertad después de que fuera encarcelado en 2003 por tener ideas contrarias al régimen de los hermanos Castro. Liberado hace dos meses merced a la labor diplomática de la Iglesia católica y del Gobierno español, el doctor Pulido rehace su vida con su esposa y su hijo en Jerez, una ciudad en la que dice sentirse a gusto y en la que ha decido empezar de nuevo.
Nacido en Camagüey, “una ciudad, la tercera de Cuba y de tierra adentro”, ha tenido tiempo para ir centrándose todo lo que se puede considerar posible tras haber pasado siete años “bajo candado”. Ha visitado Cádiz, de la que dice que “es cierto que se da un aire a La Habana, sobre todo por la parte de la playita esa pequeña”, si bien confiesa que, debido a sus orígenes, se sigue sintiendo más a gusto “lejos del mar”.
Alfredo Pulido habla y requiere a cada poco que el periodista le lea sus anotaciones “dada la trascendencia que un error puede tener” y la forma ruin “en la que el régimen lo aprovecharía”. En cierta forma aún se considera un hombre encarcelado, “ya que he sido deportado a España”, lo que le erige en una persona que sigue siendo culpable en su Cuba natal, culpable de pensar de otra forma, de la manera en la que a los dictadores no suele gustarles que se piense. Las noticias que le llegan de su país no son precisamente felices: “Lo que llega es que continúa el acoso del Gobierno contra personas como la madre de Orlando Zapata o la represión a los opositores que protestaron pacíficamente en las escalinatas de la Universidad de La Habana”. Expresiones como “pacíficamente” o “en paz” cobran una dimensión especialmente grande en boca de Pulido. “La violencia sería la excusa perfecta para que el régimen pudiera encarcelar a quien le viniera en gana”, apunta, a la vez que recuerda que la oposición en la que empezó a militar hace 14 años “sería equiparable en España a una organización de derechos humanos”. Entre sus ‘méritos’ para acabar en prisión, “ejercer de periodista sin serlo, fundar un periódico que se llamaba ‘El Camagüeyano’ y una agencia de noticias de prensa que surtía de material a Radio Martí, en Miami”. En el momento de su detención era miembro del Movimiento Cristiano de Liberación, principal gestor del proyecto Varela (un proyecto ciudadano creado para recoger firmas y hacer un referéndum político basado en la Constitución).
La psicología del régimen cubano es especialmente cruel e implacable. Actúa de una forma constante, “deteniendo durante tres o cuatro días a cualquier persona sin tener nada en contra de ella. Acto seguido la dejan en libertad para volver a detenerla al poco. Otra forma de actuación es la “descredititud”, que consiste en hacerte perder todo el crédito que puedas tener como persona o profesional. A veces, incluso, llegan a acusarte de formar parte del régimen y de haberte marchado para, de esta forma, sembrar la duda entre tus iguales. En otras ocasiones estás las “golpizas” (palizas) gratuitas por la calle o la intervención de provocadores que revientan actos públicos. A esto se le puede unir la orden de alejamiento, restringir la libertad de movimientos despertándote en tu casa y llevándote a cien kilómetros de distancia donde te dejan y te dicen: “No vuelvas”. También suelen enviarte a personas que comienzan a gritarte frente a tu domicilio: “Contrarrevolucionario”, “gusano” o “apátrida”. Son las denominadas Brigadas de Respuesta Rápida, personas vestidas de civil que forman parte tanto de la policía política como de las organizaciones de masas del Gobierno que tienen encomendados los actos de repudio contra los opositores pacíficos”. Hay un detalle que el disidente Alfredo Pulido agradece enormemente: “Cada vez son más las personas valientes que en ocasiones les salen al paso”.
El doctor Pulido, especializado en odontología, fue acusado por el régimen de un presunto delito de atentado contra la independencia y la soberanía nacional cubana. Se le acusó de ser un mercenario al servicio de una potencia extranjera, eufemismo que en la mayor parte de los casos suele ser una forma de nombrar a Estados Unidos. “A mí jamás nadie me ha pagado un peso por tumbar a nadie”, señala con cierta carga de ironía Pulido.
¿Puede estar viviendo sus últimos años el régimen de los hermanos Castro? La pregunta provoca una honda reflexión en Pulido. “Yo, sinceramente, creo que sí. Lo primero a tener en cuenta es que Fidel Castro debe dejar de existir. Su muerte será el principio del fin de la dictadura. Es decir, no será el fin definitivo pues aún está Raúl”.
Sobre la intervención de la diplomacia española en Cuba, el doctor Pulido refiere que “el Gobierno español debería ser más duro y activo contra la dictadura de Castro. No entiendo las razones por las que Moratinos, cuando fue a Cuba, se reunió con familiares de los cinco espías cubanos detenidos en los Estados Unidos y no lo hizo con ninguna de las damas de blanco, que son las esposas de los presos políticos detenidos en marzo de 2003″.
Atrás queda Cuba. Por delante se abren España y Jerez, una ciudad en la que Alfredo Pulido piensa rehacer su vida a pesar de que “España atraviesa momentos difíciles. He comprobado que la situación laboral es dura, pero he venido aquí a vivir y a trabajar, de odontólogo o de lo que sea, no he venido para hacer el vago”. Sobre la vida diaria en España, hay aspectos que a un español le pasan desapercibidos, incluso son infravalorados por haber sido disfrutados a diario desde hace años. Para un cubano no es así: “Ha habido dos cosas que me han llamado poderosamente la atención. Lo primero, la libertad del individuo, tanto a nivel de prensa, de reunión, de expresión, de manifestación… Lo segundo, el poder adquisitivo con relación a Cuba. Los precios de los productos me asombran. Y lo tercero, la solidaridad del pueblo español, así como lo bien conservado que está el patrimonio histórico”.
Entre los sueños del doctor Pulido está “ejercer de nuevo la medicina”. “Al llegar -manifiesta- me dijeron que me iban a homologar el título de odontólogo, pero al no traer las certificaciones con las notas, las autoridades dijeron que iban a hablar con el Gobierno cubano para tramitarlo”. Los veinte años de ejercicio profesional se vieron bruscamente interrumpidos por la cárcel, “aunque allí me busque la forma de seguir formándome”.
La cárcel es especialmente dura en Cuba. Con decir que el odontólogo perdió en ella buena parte de su dentadura se dice todo. “Estuve un año y medio en la celda 41 de Combinado del Este (penitenciaría), con una hora de sol de lunes a viernes en compañía de otro preso. Todo el tiempo estuve bajo candado en una celda de unos pocos metros cuadrados. Para colmo, la distancia hasta Camagüey era de 500 kilómetros, lo que dificultaba enormemente los desplazamientos familiares. La visitas eran cada tres meses y el vis a vis cada cinco”. De Combinado del Este se le trasladó a la Provincial de Camagüey “llamada Kilo 7 por estar en dicho punto kilométrico”. “Allí estuve cinco años y 10 meses. Conviví con presos comunes, algunos de ellos gente muy peligrosa con la que jamás tuve problemas. De esa me libre, pues el Gobierno tiene otra práctica que es hostigar al preso mediante otros reclusos, en una especie de condena añadida”.
En los siete años y cuatro meses que Alfredo Pulido estuvo encarcelado jamás pudo hablar con otro preso político. “Tan sólo los veía a lo lejos, aunque lográbamos contactar a través de otros presos”.
Tras tan dura experiencia, el doctor Pulido asegura que “la cárcel no es buena para nada, pero desde que salí siempre digo que pasé una injusta pero digna prisión porque por lo que yo caí preso fue por el bien del pueblo cubano”.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".