Consejo a Fidel Castro

En: Opinión

8 Ago 2010

Señor Fidel Castro, Cuba también necesita salvarse de la conflagración que se le avecina y que muy bien pudiera ser evitada por su gobierno. El País hoy está sumido en una de las crisis más terribles de los últimos veinte años y por el empecinamiento de sus líderes octogenarios, aferrados al poder, como usted, que no quieren reconocer el fracaso de un sistema obsoleto e ineficaz, el País podría ser conducido a una debacle nacional. Al menos haga algo útil por su pueblo, evíteles más sufrimiento a los cubanos. Usted señor Castro, puede evitar que Cuba se bañe en sangre.



Consejo a Fidel Castro

Señor Fidel Castro, Cuba también necesita salvarse de la conflagración que se le avecina y que muy bien pudiera ser evitada por su gobierno. El País hoy  está  sumido en una de las crisis más terribles de los últimos veinte años y por el empecinamiento de sus  líderes octogenarios, aferrados al poder, como usted, que no quieren reconocer el fracaso de un sistema obsoleto e ineficaz, el País podría ser conducido a una debacle nacional. Al menos haga algo útil por su pueblo, evíteles más sufrimiento a los cubanos. Usted señor Castro, puede evitar que Cuba se bañe en sangre.

Traemos a colación una entrevista realizada al Padre José Conrado por las verdades que encierra y por los concejos sabios de un hombre que ha dedicado prácticamente toda su vida a defender a los necesitados. En los  momentos que el señor, Fidel Castro pretende dar señal de cordura ante el mundo, lo cual no practica o ha practicado nunca con su pueblo. Sería muy constructivo que el (Fidel) leyera y asumiera los buenos consejos que este Fraile le trasmite a su gobierno

A continuación la entrevista al Padre José Conrado, efectuada por, a Michel Suarez del Diario de Cuba:

«HAY QUE CERRAR LA FABRICA DE PRESOS».  El Viernes, 09 de julio de 2010
Entrevista concedida por el Padre José Conrado, a Michel Suarez del «Diario de Cuba» y tomada de:
http://www.legalcity.es/cuba.php

Invito a mis amigos a una lectura serena, pragmática e imparcial. Pasiones aparte…Hay puntos muy interesantes, lógicos y necesarios para lograr que al fin quede «cerrada» la fábrica de presos.

A sus 59 años, y tras 33 en el sacerdocio, el padre José Conrado regresa a su  iglesia de Santa Teresita de Jesús, en Santiago de Cuba, después de recoger  el Premio de la Comunidad de Democracias, entregado en Cracovia por el  cardenal Stanislaw Dziwiszex, ex secretario de Juan Pablo II. Durante su breve estancia en Madrid, Conrado hace un alto para charlar con DIARIO DE CUBA acerca de los últimos acontecimientos en la Isla, el papel de la Iglesia en el diálogo con el régimen y la situación de los presos políticos.

¿Por qué cree usted que el régimen decide justamente en este momento  iniciar un diálogo con la Iglesia?

Yo creo que por una serie de factores. La situación interna del país ha sido un elemento fundamental. Cuba está en un estado de crisis que, si estuviéramos  hablando en términos de enfermedad, se corresponde con el de un enfermo terminal. Entonces, es lógico que en un momento como éste se acuda a la  ayuda de personas que se sabe que tienen buena voluntad, que no tienen otra agenda que el bien del país, y que están dispuestas a quemarse por el bien de  los demás.  La Iglesia no es un enemigo. Nunca ha querido ser enemiga la Iglesia. El  gobierno a veces la ha considerado enemiga, pero la Iglesia no es enemiga de  nadie. Trata de ser un punto de encuentro entre la gente. Por lo menos en  Cuba esa ha sido la función y la misión de la Iglesia.  Otro factor indudable es la constancia de las Damas de Blanco y de los presos  de conciencia en mantener su compromiso por la defensa de la libertad de sus  familiares, por la defensa de los derechos que tienen a no estar presos. Porque  ellos no son otra cosa que prisioneros de conciencia reconocidos así por todas  las organizaciones internacionales. Es decir, son inocentes presos. Eso es una  cosa espantosa. Son personas honestas que han dicho lo que piensan.  Martí definía la libertad como el derecho de todo hombre tiene a ser honrado y  a pensar y hablar sin hipocresía. Y esta es gente que ha cumplido con la  definición martiana de la libertad. Entonces, no merecen castigo. Al contrario,  merecen honra, merecen honor, y ser honrados por ser honestos y no tener  miedo a decir la verdad. Por lo menos, la verdad que ellos tienen.  Creo que la unión de estos varios factores ha dado su fruto, y considero como un signo muy positivo, que le aplaudo al gobierno de Cuba, que haya decidido dialogar con la Iglesia. Una cosa así no había ocurrido antes, y ahora está ocurriendo, y creo que eso hay que apoyarlo y hay que tomarlo en serio.  Alguien me preguntó, un periodista desde Miami, si yo tendría que estar en esa  mesa. Y respondí que yo no, porque me siento muy bien representado por mi cardenal [Jaime Ortega] y mi arzobispo primado de Cuba [Dionisio García], además presidente de la Conferencia Episcopal. Yo no tengo que  estar ahí. El  mismo periodista me dijo: pero Payá dice que ese diálogo debe incluir también  a la oposición, a las partes implicadas. Y le dije: ah, pues pienso igual que Payá.

Justamente se le ha cuestionado eso: que para que haya una mediación  tiene que ser una mediación entre dos partes.

Claro. Estoy de acuerdo con ese razonamiento. Lógicamente, la Iglesia ha comenzado desde donde el gobierno ha querido comenzar, y es normal que así  sea. Yo no objeto que la Iglesia, el cardenal y el arzobispo de Santiago hayan  comenzado de esa manera. Al contrario, estoy convencido de la    buena  voluntad que tienen, de la mejor intención que los mueven, y estoy convencido  de que son gente que ama a Cuba y que quieren el bien del pueblo cubano. De  esto a mí no me cabe la menor duda, porque los conozco muy bien. Pero tengo  que decir también lo que pienso sobre esto. Tengo que considerar que esto es  un inicio, y no vamos a pedir que se logre en un inicio lo que debe lograrse en el final. Hay que hacer un camino, pero hay que comenzarlo por algún lado.  Hay que comenzarlo, y se ha comenzado. El camino ha comenzado por lo humanitario, pero para que todo esto se transforme en una situación de cambio político hay que ir, más bien, a las  bases del sistema, al marco legal que sustenta la represión que, si no  cambia, volverá a haber presos políticos muy pronto.

¿Usted cree que la  Iglesia debe insistir en el tema del marco legal?

Por supuesto. Creo que es una cuestión elemental, que la cuestión no es sacar  a los que están, sino cerrar la fábrica de presos. Y la fábrica de presos existe a  partir de unas leyes que castigan el disentimiento, que castigan la honestidad. Eso es lo que hay que resolver fundamentalmente.
Ahora, iniciar estos intercambios por una cuestión humanitaria me parece bien.  Sí, efectivamente, yo creo que ha sido un buen comienzo. Y es un planteamiento con el que todo el mundo está de acuerdo, porque nadie se ha opuesto, ni dentro ni fuera de Cuba, a que se libere a los presos, y a que se
haga un esfuerzo para lograr un entendimiento en esta situación que nos afecta a todos y que es un problema para todos.

¿Cómo se siente después de haber recibido el Premio de la Comunidad  de Democracias? ¿Es un reconocimiento al trabajo que ha hecho por promover una transición en Cuba?

No diría que mi trabajo ha sido el de promover una transición. Mi trabajo ha consistido en defender a la gente. Realmente, no tengo una agenda política. Mi agenda es humanitaria, de carácter religioso, espiritual. Y, en cuanto todo lo que ataca o atañe al ser humano incide en lo espiritual y lo religioso (porque para mí no hay religión separada de la justicia, de la verdad y del bien de la gente), yo defiendo a la gente que está en una situación muy difícil. Creo que ese es mi deber. Es un premio por el compromiso de muchos años tratando de decir lo que pienso, tratando de ser honesto, incluso de decirlo a las autoridades responsables de la situación en la que está el país. Me siento feliz, me siento conmovido. Sobre todo, por el apoyo que me ha brindado, en primer lugar, el cardenal Stanislaw Dziwisz (de Cracovia), que fue el secretario del papa Juan Pablo II, y que ha sido un hombre tan importante en los últimos treinta o cuarenta años de la vida de la Iglesia, y que ha sido conmigo como un padre. También Madeleine Albright, el ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Lech Walessa, Hillary Clinton, que escuchaba mis palabras con mucha atención.

¿Hay algún peligro de que la Iglesia Católica cubana siga el comportamiento político que ha tenido el Consejo de Iglesias de Cuba en los últimos años?

No. La verdad es que no veo a la Iglesia en eso. La Iglesia ha sido muy celosa de su independencia en Cuba y creo que no hay cambio en eso. El hecho de que el gobierno haya tomado a la Iglesia Católica como interlocutora es una  señal de que hasta ellos mismos reconocen la seriedad de la Iglesia.

Déjeme hacerle una pregunta incómoda. Hay quienes piensan que usted debería ser obispo desde hace tiempo, ¿le ha sido esquivo el  nombramiento?

Hum, esa no es mi vocación, yo lo tengo clarísimo. El nuncio de Su Santidad, Luigi Bonazzi, amigo mío, me dijo hace unos años: «Como usted comprenderá, padre, nunca lo podremos hacer obispo». Y yo le dije: «Nunca lo he intentado, ni lo he soñado. No ha estado entre mis pretensiones». Los dos nos reímos mucho, y le conté entonces que, cuando yo era seminarista, unos 45 años atrás (yo estaba en segundo año de seminario y estaba vivo Pérez Serantes todavía, estamos hablando del año 66), estábamos preparando en la Catedral una ceremonia a la que iba a ir el obispo y había que ensayar cómo se le ponía la mitra. El párroco de la Catedral de entonces me puso la mitra del arzobispo y todo el mundo se empezó a reír, y el padre José Vicente, que después dejó el ministerio desgraciadamente, un hombre muy bueno al que yo aprecio mucho, me dijo: Eres un puro mongol. Así que la mitra me da cara de mongólico. No es un sombrero que me siente bien a mí.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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