En: Opinión
17 Oct 2010La clave de todo aquí es entender que mientras Fidel Castro viva no habrá ningún primer paso para una reforma económica más amplia, como afirma el lamentable gobierno socialista de España. El único objetivo del castrismo al mutar de estalinismo a “timbirichismo” es evitar la hambruna y la postración del régimen mediante una economía de subsistencia –medieval– férreamente controlada.
YOANI SANCHEZ: El saco de los inconformes
Una imagen endulzada muestra a Cuba como un país donde triunfó la justicia social a pesar de tener como enemigo al imperialismo norteamericano. Durante más de medio siglo, se ha alimentado el espejismo de un pueblo unido en torno a un ideal, trabajando denodadamente por alcanzar la utopía bajo la sabia dirección de sus líderes. La propaganda política y la turística, distorsionadoras de nuestra realidad, han echado a correr la voz de que quienes se oponen a la causa revolucionaria son mercenarios sin ideología al servicio de amos extranjeros. Cabe preguntarse cómo ocurrió el proceso que llevó a millones de seres en este planeta a creer que la unanimidad se había instalado —de manera natural y voluntaria— en una isla de ciento once mil kilómetros cuadrados. Qué les hizo creerse el cuento de una nación ideológicamente monocromática y de un Partido que representaba y era apoyado por cada uno de sus pobladores. En el año 1959, cuando triunfó la insurrección contra el dictador Fulgencio Batista, los barbudos llegados al poder lanzaron a sus enemigos a un saco con el rótulo “esbirros y torturadores de la tiranía”.
A lo largo de la década del sesenta y como consecuencia de las leyes revolucionarias que terminaron por confiscar todas las propiedades productivas y lucrativas, aquel reservorio inicial tuvo que ensancharse y le añadieron las etiquetas “los terratenientes y explotadores de los humildes”, “los que pretenden regresar al bochornoso pasado capitalista” y otras de igual corte clasista. Al llegar los años ochenta cayeron en el depósito de los contrarios al sistema también “los que no están dispuestos a sacrificarse por el futuro luminoso” y “la escoria”, ese hallazgo lingüístico que pretendía definir a un subproducto del crisol donde se forjaba no solo la sociedad socialista sino también el hombre nuevo, que tendría el deber de construirla y algún día el placer de disfrutarla. Los rotuladores de la opinión no hacen ninguna diferencia entre quienes se opusieron a las promesas iniciales de transformación social y los creyentes que terminaron frustrados ante su incumplimiento. Porque toda promesa tiene un plazo, sobre todo si es política y cuando caducan las prórrogas proclamadas en los discursos, se agota la paciencia y aparecen posiciones difíciles de etiquetar por esos eternos clasificadores de ciudadanos. De manera que desde hace varias décadas han aparecido en Cuba quienes sostienen que las cosas debieron hacerse de otra forma, los que llegaron a la conclusión de que toda una nación fue arrastrada a la realización de una misión imposible, un gran número que quisiera introducir algunas reformas e incluso los que pretenden cambiarlo todo.
Pero ahí está el saco con su insaciable boca abierta y la misma mano arrojando a su interior a todo el que se atreva a enfrentarse a la única posible “verdad” monopolizada por el poder. No importa si es socialdemócrata o liberal, demócrata cristiano o ecologista, o simplemente un inconforme independiente; si no está de acuerdo con los dictados del único partido permitido —el comunista—, es tomado como un opositor, un mercenario, un vendepatria, en fin, se le clasifica como un agente a sueldo del imperialismo.
Obstinadamente muchos siguen mirando la estampita edulcorada que muestra un proceso social justiciero y tratan de justificar la intolerancia que lo acompaña a partir de sus logros —ya bastante deteriorados— en la salud y la educación. Son quienes no pueden entender que los modelos usados para perfilar el retrato triunfalista del sistema cubano, se tornan muy diferentes cuando se bajan del pedestal donde posan. Paciente hospitalario y alumno de una escuela no son sinónimos de ciudadanos de una república. Cuando un hombre o una mujer de carne y hueso —con aspiraciones personales y sueños propios— se encuentra fuera de “la zona de beneficios de la revolución”, descubre que no tiene un espacio privado donde fundar una familia, ni un salario correspondiente con su trabajo, ni un proyecto de prosperidad lícito y decente. Cuando además reflexiona sobre los caminos que tiene a su alcance para modificar su situación, encuentra que solo le queda emigrar o delinquir. Si llega a meditar en como modificar la situación del país, descubrirá lleno de pánico el amenazante dedo acusador de un Estado omnipresente, el insulto descalificador, la intolerancia revolucionaria que no admite ni críticas ni propuestas. Se dará cuenta entonces que ha ido a parar al saco de los disidentes, donde por el momento sólo le aguarda la estigmatización, el exilio o la cárcel.
Yoani Sánchez La Habana Este artículo de Yoani Sánchez aparece publicado en el número 2 de la revista independiente VOCES.
————————————————————- o ————————————————————–
JOSE AZEL: Manual de la transición perfecta
Gutenberg Martínez Ocamica, ex presidente de la Cámara de Diputados de Chile, señala en su «Manual de la perfecta transición latinoamericana» que nada atemoriza más a un dictador que una oposición pensando en el futuro y presenta diez condiciones para una transición exitosa.
Tristemente, la mayoría de los requerimientos de la formulación de Martínez Ocamica están ausentes hoy en Cuba. El postula, por ejemplo, que para llevar a cabo una transición exitosa, hace falta una oposición unida que pueda proyectar una imagen de alternativa poderosa al gobierno.
Razona que la oposición será considerada una opción cuando los coroneles cubanos perciban que su oportunidad para hacerse generales dependerá de la oposición gobernando democráticamente. En otras palabras, no es suficiente luchar contra la opresión, también es necesario que la oposición sea vista como una alternativa que ofrece una gobernabilidad capaz y juiciosa. .
El castrismo no terminará con el fallecimiento de los hermanos Castro, quienes legarán a los cubanos un sistema político-económico decadente y una sociedad civil sin preparación para las exigencias ciudadanas de una democracia liberal. Un legado pernicioso de la historia cubana es que la sociedad civil no ha apreciado las vicisitudes del gobernar democráticamente y se aferra a la creencia histórica en la violencia como método legítimo para el logro de objetivos políticos. Estas condiciones presentan un desafío muy difícil para la planificación de una transición pacífica hacia la democracia.
La oposición cubana (dentro y fuera de la isla) es una oposición que no se aproxima a reunir los requisitos de unidad, proyección de fuerza, y de estar en una posición de ofrecer una alternativa político-económica viable ante el castrismo. ¿Cómo entonces puede la oposición cubana preparar una transición exitosa?
Un paso requerido es el reconocimiento pleno de que una transición debe responder a los intereses y aspiraciones de la ciudadanía y que en un sistema que ha negado por largos años libertades básicas, la sociedad está debilitada por un miasma de miedo. Iniciativas que dejan al miedo en su lugar y buscan primordialmente alterar políticas para mejorar condiciones económicas tienen pocas probabilidades de éxito sostenido. La democracia es, fundamentalmente, un sistema político que propone potenciar a los individuos. Entonces, sentirse libre de miedo es el primer paso para una transición exitosa.
La perfecta transición cubana es una que procede legalmente y pacíficamente; de ley a ley. Dentro del marco de lo que es posible, es una transición en la cual la clase gobernante decide cambiar las reglas del juego y abre el proceso político convocando elecciones libres, justas y competitivas para elegir un parlamento nuevo que elaborará una nueva Constitución.
Pero una transición de arriba-abajo liderada por oficiales gubernamentales da lugar a la pregunta: ¿Cómo puede una oposición inarticulada y débil persuadir a la clase gobernante poscastrista a que emprenda reformas que posiblemente resulten en su pérdida de poder político? Principios modernos de técnicas de comportamiento y de la «arquitectura del escoger» pueden ser utilizados para inducir a un gobierno poscastrista –seguramente renuente– a emprender reformas políticas para desmantelar las instituciones comunistas.
Aquellos oficiales esperando gobernar en el interregno poscastrista han de heredar una economía en bancarrota, instituciones disfuncionales, una ideología desacreditada, enormes problemas sociales, y más. Tal vez podrán ejercer control militar, pero estos oficiales serán los herederos de una situación insostenible y peligrosa con pocas probabilidades de controlarla.
Los oficiales encontraran, como Odiseo, las amenazas de sus propios monstruos del mar, y como Odiseo, necesitarán escoger a qué monstruo enfrentar. Pueden mantenerse en el curso totalitario y enfrentar a Caribdis, con pérdidas catastróficas y un posible resultado a la Ceausescu. O pueden convertirse en líderes de una apertura democrática y enfrentar, al otro lado, las pérdidas políticas más manejables de Escila.
Preparar una transición exitosa significa discernir que la oportunidad se presentará sólo cuando los Castro estén fuera del poder, y requiere desarrollar una estrategia para inducir a los que asuman el poder a gobernar democráticamente. Por lo tanto, la oposición tiene que rechazar toda iniciativa que pueda prolongar la existencia política-económica del régimen de los Castro.
Tiene también que posicionarse para facilitar un conjunto extraordinario de asistencia internacional disponible a la petición de un gobierno cubano decidido a emprender una transición auténtica hacia la democracia. De esta manera, la oposición puede presentarse auténticamente como una alternativa gobernante.
Esta no es una propuesta de «zanahoria y garrote» diseñada a inducir un cambio en el comportamiento del liderazgo. Ningún cambio es solicitado y absolutamente ninguna zanahoria o inducimientos son ofrecidos a cualquier régimen sucesor interesado en mantener el status quo. Tampoco se esgrime el garrote; tan sólo se afirma muy consciente y públicamente una orden médica: no resucitar.
Investigador en el Instituto
de Estudios Cubanos y Cubano-
americanos de la Universidad
de Miami.
————————————————————– o ————————————————————-
Cuba: de Stalin al Timbiriche medieval
Por: Roberto Alvarez-Quiñones
Octubre 15 de 2010
La resurrección en Cuba
del trabajo por cuenta propia
y de pequeñitos negocios
es un ‘deja vu’ de la economía
de subsistencia de hace 500 años
***
La decisión del gobierno cubano de resucitar el trabajo por cuenta propia, hasta 178 oficios, y los pequeñitos negocios en los que se podrá contratar empleados, no es ninguna novedad, sino que equivale a montar a la isla en la máquina del tiempo y trasladarla a la mañana del 13 marzo de 1968, antes de que el dictador decretara la confiscación de los 57,280 pequeños negocios que todavía funcionaban en el país.
El régimen mata así dos pájaros de un tiro: cobrará impuestos a los cientos de miles de personas que hasta ahora han ejercido esos oficios clandestinamente; y como Poncio Pilatos se lava las manos y le pasa a “cuentapropistas” y “timbiriches” (precarios negocios privados) la suerte de los 500,000 trabajadores que están siendo despedidos al grito de “¡sálvese quien pueda! que papá estado ya no da más”.
Es ésta la aceptación institucional de que “el modelo cubano” no funciona, como admite hasta el mismísimo Fidel Castro. Por cierto, el comandante habla de un modelo cubano que él sabe no existe. El castrismo no es un socialismo original de palmeras y salsa como reza su propaganda, sino un régimen estalinista químicamente puro importado de Rusia al 100%, que es idéntico dondequiera que se aplique, no importa si es en Cuba, Corea del Norte o el planeta Marte.
¿Funcionará en el siglo XXI este “deja vu” del mercantilismo medieval? El “cuentapropismo” no es más que la economía rudimentaria de tipo artesanal que había en el planeta antes de que al compás de “la revolución de las máquinas” se iniciase en el siglo XVIII la edificación del mundo industrial que hoy conocemos.
El viaje del hombre a la Luna, los satélites, los rayos laser, la Internet, la biotecnología, la energía nuclear, los rascacielos, la TV, el cine, los aviones y la revolución científico-técnica a la que asistimos hoy no son hijos del pequeño taller artesanal y comercial que había en la época de Enrique VIII de Inglaterra.
La modernidad no emergió de la labor de entrenadores de perros, payasos para fiestas, cartománticas, vendedores de coquitos acaramelados, amoladores de tijeras, reparadores de colchones viejos y paraguas, afinadores de piano, cuidadores de plazas públicas, forradores de botones, maniseros, masajistas o floreros –oficios todos muy respetables–, sino de la inversión de capital en gran escala, la aplicación de nuevas tecnologías, el empleo masivo, y la elevación constante de la productividad del trabajo.
Eso en China y Vietnam lo aprendieron bien y por eso en 1978 y 1986 (respectivamente) no se plantearon la disyuntiva ideológica entre capitalismo y socialismo, sino entre lo que funciona y lo que no funciona, como le dijo el líder chino Deng Xiao Ping a un periodista británico: “lo importante no es si el gato es pardo o blanco, sino que cace ratones”. Y ambos países se abrieron a las inversiones sin trabas, permitieron grandes empresas privadas, entregaron la tierra a los campesinos para que vendieran libremente sus cosechas.
Pánico al sector privado
Pero los Castro temen al capital privado como Drácula a la cruz, y no para para evitar que el “capitalismo explotador” regrese a la isla, como dicen hipócritamente, sino para no perder un ápice del control total que tienen del país y de cada ciudadano, control enfermizo que no tuvo nunca ni el zar Pedro el Grande de Rusia, uno de los grandes exponentes del absolutismo monárquico europeo.
Mientras Pekín y Hanoi decidieron beneficiarse del capital privado extranjero, la tecnología y la experiencia empresarial de todo el mundo, incluidos los millones de chinos y vietnamitas emigrados, los Castro rechazan la inversión extranjera real, con garantías de operación y repatriación de ganancias, y se niegan a recibir el capital, la tecnología y el “know how” de los cubanos que residen fuera de la isla, a los que califican de “gusanos” o “mafia de Miami”, aunque su dinero, sus relaciones y su experiencia podrían en poco tiempo dar un giro “milagroso” a la arruinada economía isleña.
Resulta asombroso lo anunciado por el coronel de la inteligencia Marino Murillo, ministro de Economía: quienes quieran abrir “paladares” (restaurantes de hasta 20 comensales como máximo), peluquerías, carpinterías, o ejercer cualquier oficio autorizado, tendrán que comprar todo lo que necesiten a precios minoristas a sus competidores, o en el mercado negro, pues el estado no puede venderles nada a precios mayoristas.
¿Es posible operar un negocio comprando a precios minoristas? La inflación será galopante. Si yo compro clavos, martillos, cola y madera a otro carpintero a precio minorista, o en el carísimo mercado negro, cada silla que produzca la venderé más cara que si comprara insumos y herramientas en un almacén. Entonces, o abandono mi intención de ser carpintero, o me busco buenos “contactos” para comprar los insumos a quienes se lo roban al estado, también a altos precios porque el que roba cobra siempre el riesgo de ser sorprendido.
El alza de precios hundirá aún más al peso cubano, de los actuales 24 pesos por un dólar, hasta 40 pesos, o más, con consecuencias devastadoras para la población.
Por otra parte, el banco central carece de liquidez para otorgar créditos a quienes aspiren a abrir un “timbiriche”, y los impuestos de hasta un 40% para los micro-restaurantes prácticamente matarán a la criatura en la cuna. Si alguien gasta una fortuna en el mercado negro para conseguir suministros y logra vender en su “paladar” 15,000 pesos (unos $625), el estado se lleva 6,000 pesos ($250). A los $375 restantes debe quitarle los gastos, incluyendo el sueldo de uno o dos empleados. ¿Puede crecer su “negocio”?
La clave de todo aquí es entender que mientras Fidel Castro viva no habrá ningún primer paso para una reforma económica más amplia, como afirma el lamentable gobierno socialista de España. El único objetivo del castrismo al mutar de estalinismo a “timbirichismo” es evitar la hambruna y la postración del régimen mediante una economía de subsistencia –medieval– férreamente controlada.
Lo que pasa es que a diferencia de lo ocurrido en los años 90, cuando los Castro aflojaron la mano ante el llamado “período especial” y la volvieron a apretar cuando comenzaron a recibir petróleo gratis y subsidios millonarios de Hugo Chávez, en esta ocasión la están aflojando pese a tales subsidios, que ya resultan insuficientes para mantener a flote a un sistema económico incapaz de generar riquezas.
O sea, esta mutación del estalinismo al “timbirichismo” ahora será definitiva, a no ser que surja otro Hugo Chávez adicional. El “cuentapropismo” se enraizará en la isla e irá creando una dinámica económica propia que inevitablemente abrirá ciertas posibilidades, todas con tufo medieval y siempre bajo la férula del generalato empresarial, verdadero dueño del país.
Pero quien vea aquí una apertura voluntaria de los Castro hacia la democracia y el desarrollo, o se hace el tonto, o lo es.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".
3 Comentarios para Comentarios sobre una misma realidad
hector cornillot
octubre 19th, 2010 at 2:27 pm
PARTICIPA DEL PROXIMO TRAMO SIGNIFICANTE DE LA REVOLUCION CUBANA
EL IMPERIO NORTE AMERICANO IMPLOTO EN EL 2009, EL NUEVO GOBIERNO ESTA EN MANOS DE REVOLUCIONARIOS ELEGIDOS POR LA GENERACION NORTE AMERICANA CIBERNETICA DE HOY; MIENTRAS CUBA SIGUE EN MANOS DE LOS GENERALES DICTADORES DEL 26 DE JULIO; QUE EN LA ANTESALA DE LA MUERTE, REHUSAN RECONOCER EL MOMENTO HISTORICO DE DAR PASO A LA GENERACION CIBERNETICA REVOLUCIONARIA CUBANA DE HOY, POR VIVIR DE IDOLATRIA, MACHACANDO EN EL TEMA DE LOS “TERRORISTAS DE IMPERIO NORTE AMERICANO” DEL SIGLO PASADO.
EN MIAMI, LOS DEMAGOGOS CUBANOS ENTRONADOS EN LA POLITICA NORTE AMERICANA, TAMBIEN MACHACAN EN EL SIGLO PASADO, PERSIGUIENDONOS, COMO LA DICTADURA DE LOS GENERALES DEL 26 DE JULIO, PERSIGUEN A LOS QUE PIENSAN Y ACTUAN PROGRESIVAMENTE EN CUBA; COMENTANDO QUE SOMOS “COMUNISTAS” POR QUERER QUE SE REANUDEN LAS RELACIONES EDUCACIONALES, COMERCIALES, Y ECONOMICAS ENTRE CUBA Y ESTADOS UNIDOS, Y LLAMANDO “TERRORISTA” A TODOS LOS QUE PARTICIPAMOS DEL PROCESO INSURRECCIONAL DEL SIGLO PASADO, CONTRA LA DICTADURA DEL 26 DE JULIO, IGNORANDO LAS ORDENES DE LAS AGENCIAS DE INTELIGENCIA DEL IMPERIO.
SIN EMBARGO, LA IDEA DE LOGRAR LIBERTAD DE ACCION Y PENSAMIENTO PARA TODOS LOS CUBANOS, SIN DERRAMAR SANGRE, PRENDE CADA VES MAS EN CUBA Y EN EL EXILIO. EL NUEVO TRAMO SIGNIFICANTE DE LA REVOLUCION LLEGO CON LA GENERACION CIBERNETICA QUE INTERCAMBIA IDEAS DE SOLUCIONES PROGRESISTAS, INMEDIATAMENTE Y CON HONESTIDAD; Y CADA DIA SOMOS MAS. ATREVETE A PARTICIPAR.
HECTOR CORNILLOT
POR FAVOR, ORA UNOS SEGUNDOS A TU DIOS, POR LA FAMILIA EDUARDO AROCENA; AROCENA ES EL PRESO POLITICO CUBANO QUE MAS TIEMPO LLEVA ENCARCELADO EN ESTADOS UNIDOS
Jose Vilasuso Rivero
octubre 19th, 2010 at 4:02 pm
Repetir que mientras viva Fidel no hay cambios es ayudar al gobierno a mantener ese mito. Debemos enfatizar en que los cambios vienen a pesar del viejo enfermo y decrépito. Incluso los cosméticos actuales son indicios de cambios inaplazables. La gente le coge el gusto a algo mejor o menos malo sobretodo si pasa hambre que ya es realidad viviente en Cuba. Los premios ganados por los disidentes son otro paso de avance, hay que proclamar toda candidatura disidente internacional, toda publicación democrática que pueda entrar o editarse en Cuba. Ayudar con lo que se pueda y orar siempre.
Jose Vilasuso Rivero
octubre 19th, 2010 at 4:10 pm
Verdad como puño de boxeador. Pero que se sepa en toda América Latina, por favor