El Estado ejerce la propiedad social sobre las empresas estatales, por lo que controla y regula todas las disposiciones económicas. Las administraciones rinden cuentas a través de las instrumentaciones establecidas.
El gobierno de la capital no ha preparado condiciones que garanticen el bienestar de quienes pertenecen a la tercera Edad, al solo brindarles escasos servicios de muy mala calidad entre los que están los comedores donde los más humildes pueden buscar almuerzo y comida a bajo precio, o ayudas que la Asistencia Social promete y nunca son disfrutadas por los ancianos necesitados.
Comentarios de la actualidad cubana
Decadencia empresarial
Por: Aimée Cabrera
Mayo 10 de 2011
Periodista y Sindicalista Independiente
El interés por descentralizar y fortalecer el trabajo que corresponde a cada institución trató de implementarse a través del Perfeccionamiento Empresarial, el cual no obtuvo logros generales.
A esto hay que añadir que los organismos de la administración central del Estado promovieron un paternalismo que, aún repercute de manera desfavorable en las empresas del país.
Los dirigentes empresariales no tienen poder de decisión y ante situaciones que exigen de ellos una respuesta rápida y certera, tienen que esperar por “las decisiones de arriba”.
El Estado ejerce la propiedad social sobre las empresas estatales, por lo que controla y regula todas las disposiciones económicas. Las administraciones rinden cuentas a través de las instrumentaciones establecidas.
Estos administradores o empresarios “del montón” tienen que sortear muchos obstáculos para correr el riesgo de ser removidos de sus cargos, ya que son pocos los que obtienen reconocimiento y se mantienen estables, frente a sus colectivos de trabajadores.
Lo que nadie se explica es cómo suceden hechos de corrupción que llegan a la categoría de escándalos, en empresas e instituciones cuyos dirigentes son de la entera confianza del gobierno.
El último ocurrió en la industria tabacalera cubana. Como siempre la noticia apareció primero en Internet. La revista británica The Economist publicó en su sitio Web que Manuel García, vicepresidente de esta industria fue arrestado y que 10 de sus empleados pudieran ir a juicio por corrupción.
Se piensa que los once aceptaron sobornos, a cambio de vender, a distribuidoras caribeñas del mercado negro, el tabaco de alta calidad, a precio rebajado.
No es Manuel García el único empresario corrupto en Cuba. Otros destacados también lo fueron y no hace tantos años. Pedro Álvarez, ex director de Alimport, se fue del país de forma abrupta, para evadir su culpabilidad.
Rogelio Acevedo quien presidió el Instituto de Aeronáutica Civil fue acusado junto a otros de sus funcionarios, de adueñarse de altos ingresos provenientes de los vuelos de carga y de pasajeros, no registrados en los libros de cuentas.
Un cable publicado por Wikileaks muestra las opiniones de un diplomático estadounidense y de un empresario suizo al respecto. Ambos hablan de cómo la corrupción y el soborno, son prácticas usuales llevadas a cabo, por los empresarios cubanos.
El economista cubano Esteban Morales radicado en la Isla y miembro del Partido Comunista, publicó una impactante columna en abril del 2010. En la misma, resaltó que la corrupción era una amenaza para el gobierno, mayor que la contrarrevolución.
Estas prácticas corruptas desacreditan a las empresas cubanas y opacan todo esfuerzo por otorgarles la autonomía que necesitan. Con este nuevo escándalo, los controles estatales aumentarán, y el prestigio de las empresas e industrias cubanas en el exterior, irá en acelerado descenso.
Preocupación por los ancianos
Por: Aimée Cabrera, mayo 10 de 2011
Los jóvenes se mueven por la capital cubana a través del transporte urbano y los taxis particulares conocidos como “almendrones”, en sus trayectos o en la espera para trasladarse, comentan sus inquietudes.
Cuestiones como la liberación de alimentos y otros productos subsidiados preocupan, cuando los más fuertes ven con lástima cómo los ancianos desandan las calles desde el amanecer, vendiendo desde café en termos, hasta diarios, bolsas de nylon o lo que aparezca.
Ellos se cohíben de sus gustos y necesidades para aumentar en algo la precaria pensión o jubilación que casi nunca llega a los 10 CUC – moneda convertible equiparada con el dólar de EE UU- que no es en la moneda en que se realizan los pagos a trabajadores y jubilados.
Una madre en sus treinta, vive en la periferia de la ciudad y opina como “la gente se solidariza con los viejitos porque ellos son los más desvalidos. Mira, el padre de mi hijo no vive aquí, pero no le falta nada porque él le manda dinero y yo trabajo, pero a esos viejitos quién los ayuda- cuestiona la joven.
Ramona se sienta cada mañana en un quicio cercano a la panadería de su barrio. Otras ancianas y ancianos le hacen compañía. Ellos llevan sus mercancías en viejos bolsos de tela y las exhiben, mientras el Jefe de Sector u otros agentes de la policía no arremetan contra ellos.
Las represalias van desde llamarles la atención y decirles que se marchen hasta decomisarles las mercaderías. En caso de quienes se han resistido a entregarlas, han sido conducidos a la estación; sin contar con que han sufrido registros en sus casas o han tenido que pagar multas demasiado altas para sus ingresos.
“Mis hijos y nietos trabajan pero no les alcanza lo que ganan para ayudarme. Yo arranco pa´ la calle todos los días, vendo lo que tenga, ahora me van a traer un café que está bastante bueno, la gente me lo quita de la mano”- dice Ramona y ordena unos pares de medias que tiene en una de sus manos.
“Una monedita pa´ mi mano partida” –exclama una ancianita acompañada de su perro. Ella se sitúa bien cerca de una cafetería particular ubicada en una céntrica zona en el barrio del Vedado. Con su súplica e imagen despierta la compasión de los transeúntes que le dejan caer monedas y billetes de diversos valores, que le permiten almorzar gratis.
El gobierno de la capital no ha preparado condiciones que garanticen el bienestar de quienes pertenecen a la tercera Edad, al solo brindarles escasos servicios de muy mala calidad entre los que están los comedores donde los más humildes pueden buscar almuerzo y comida a bajo precio, o ayudas que la Asistencia Social promete y nunca son disfrutadas por los ancianos necesitados.
Frases como “El problema más grave es la falta de atención a los mayores” o “tienen miedo de que quiten la libreta (de productos racionados) porque lo que ganan apenas les alcanza” se repiten sin cesar junto a “que el salario alcance para vivir” pues la inquietud de quienes trabajan es también la inquietud ante un futuro tan incierto.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".