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25 May 2010Estos versos de Máquina, un poema de Testigo de uno mismo, pertenecen al último libro publicado en vida de Benedetti, pocos días antes de su muerte, en su querido Uruguay, a los 88 años.
Benedetti en la memoria.
Por Julio Cesar Gálvez.
Este 17 de mayo fue un día de especial recordación para los amantes de la poesía iberoamericana. En este Año del Tigre se cumple el primer aniversario de la desaparición física de Mario Benedetti, el gran cronista de los sentimientos.
“Mi primer compromiso es con la literatura”, dijo en muchas ocasiones el poeta uruguayo. Sin dudas lo demostró a lo largo de su vida y a lo ancho de su obra. Desde joven tomó conciencia interior que su primer compromiso era el del deber como ciudadano justo y honesto de este mundo. Y como tal cumplió. Su preocupación por el ser humano está en casi toda su obra, y muy en especial en sus poemas.
“La vida es una maquina
Para la que no hay respuestas
Ni repuestos”.
Estos versos de Máquina, un poema de Testigo de uno mismo, pertenecen al último libro publicado en vida de Benedetti, pocos días antes de su muerte, en su querido Uruguay, a los 88 años.
Nacido en Paso de los Toros, su mítico microcosmo literario, al cual regresó de todos sus exilios, él que se autotitulaba un desexiliado. Llegó a Cuba, por primera vez, en 1966 invitado como jurado del premio literario Casa de las Américas. En 1967 fundó en La Casa de las Américas El Centro de Investigaciones Literarias, y estuvo trabajando un tiempo en ella, hasta que regresó a su país.
Desterrado por quienes llegaron al convencimiento de que nunca lo podría domesticar, se fue a la Argentina, donde La Triple A-que asesinaba a liberales, progresistas e izquierdistas- puso precio a su cabeza. En Perú también tuvo dificultades, por eso Julio Cortázar decía que era uno de los literatos que siempre estaba en peligro.
Fue una época convulsa y brutal de dictaduras y golpes militares que asolaron América Latina. Benedetti siempre fue un defensor de ideas claras y justas. Pero jamás participó en política, a pesar de su compromiso con la izquierda uruguaya, lo que le costó marchar al exilio, tras el golpe de estado de 1973. Criticó los errores e insultos de la Revolución cubana, la Revolución que él quiso y respaldó hasta que fue desviando su rumbo. Esto repercutió sobre el poeta durante su estancia cubana.
Vivió en Alamar, en un pequeño y modesto apartamento, en uno de los tantos edificios construidos por las microbrigadas, donde su esposa Luz, con la que vivió toda la vida, en la libertad y en el exilio, en las verdes y las maduras, se veía obligada a elaborar los alimentos en una cocina de keroseno, ante la inexistencia de gas licuado en la zona, para no agudizar el asma perenne de Mario, mientras que estaba fuera del hogar.
Tomaba una guagua que lo llevaba hasta el Parque Central, donde luchaba como un cubano más para coger un “almendrón” que lo dejara en Línea o en la Calle 23, para caminar hasta su trabajo en Casa de las Américas.
Era un hombre que desarrolló una gran actividad; muy ingenioso e su vida real, como también en su poesía. Gran prosista, agudo periodista, novelista de altura, buen cuentero, destacado ensayista, pero sobre todo un exquisito poeta. Abordó temas medulares del ser humano: el amor y el desamor, el exilio y el “desexilio”, como él mismo llamó.
Era un veedor, un anticipado, un verdadero cronista de las cosas simples o aparentes que ocurrían a su alrededor, que él reflejaba como el hecho más importante del universo.
Noción de Patria (1963), Poemas de Otros (1974), Cotidianas (1979), El Olvido Está Lleno de Memorias (1995) le hicieron merecedor en 1999del premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante del género. Corazón Coraza, Hagamos un Trato y Táctica y Estrategia; las canciones de Daniel Viglietti y Joan Manuel Serrat con sus poemas, y los filmes El Lado Oscuro del Corazón de Eliseo Subiela, y la adaptación que hiciera Sergio Renán para el cine de La Tregua, candidata al Oscar en 1977, multiplicaron la popularidad del poeta más leído y seguido en América Latina después de Pablo Neruda.
La Tregua, Gracias por el Fuego, Primavera con una esquina rota, Letras del continente mestizo, son algunas de sus novelas de mayor impacto a través del tiempo. Padre Nuestro Latinoamericano, su gran poema. Cautivante, descarnado, directo, crónica viva de Latinoamérica, poema que cala hondo en el alma y la conciencia de quien lo lee o lo escucha.
La claridad de su verso y prosa, su decidida apuesta por las emociones lograron que los lectores se identificaran masivamente con la obra del autor de Poemas de la Oficina. Mario Benedetti era una leyenda antes de su muerte; en vida recibió el mayor premio al que puede aspirar un poeta: ser leído sin cansancio por sucesivas generaciones de jóvenes de todo iberoamérica y gran parte del mundo, que mantienen vivo su póstumo legado:
“Cuando me entierren
Por favor no se olviden
De mi bolígrafo”.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".