Ya viene llegando

En: Derechos Humanos

20 Ene 2010

Los fallecidos eran todos de avanzada edad y que sufrían diferentes patologías crónicas, que requerían de cuidados especiales y atención médica constante y cuyo deceso se produjo por hipotermia. Ellos no murieron en medio de un evento meteorológico sino como consecuencia de la catástrofe que por más de medio siglo azota al pueblo cubano: el castrismo totalitario.



lazarotiradorblancoLázaro Tirador Blanco
2010-01-18
(www.miscelaneasdecuba.net).- El terremoto ocurrido en Haití ha conmocionado al mundo y ha sido realmente una catástrofe de envergadura aún incalculable. Todos hemos manifestado de alguna manera la solidaridad con el pueblo haitiano. El hecho ha ocupado las primeras planas de todos los medios de divulgación del mundo clamando solidaridad.

Pero en Cuba sucedió en este mismo tiempo un acontecimiento que nada tiene que ver con una catástrofe natural como la que sobrevino al hermano pueblo haitiano. El acontecimiento que ha estremecido a la sociedad cubana ha sido la muerte de 26 enfermos mentales del Hospital Psiquiátrico de La Habana (Hospital de Mazorra).

Los fallecidos eran todos de avanzada edad y que sufrían diferentes patologías crónicas, que requerían de cuidados especiales y atención médica constante y cuyo deceso se produjo por hipotermia. Ellos no murieron en medio de un evento meteorológico sino como consecuencia de la catástrofe que por más de medio siglo azota al pueblo cubano: el castrismo totalitario.

Las primeras noticias de este hecho no fueron proporcionadas por los medios oficiales del régimen, sino por una valiente denuncia ante la opinión pública por parte de un comunicado de Elizardo Sánchez, líder de la Comisión Cubana Pro Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), desde e La Habana.

Como ya se conoce, al descubrirse lo ocurrido, el gobierno castrista emitió de inmediato una nota, justificando que “estos hechos están vinculados con las bajas temperaturas de carácter prolongado que se han presentado, de hasta 3,6 grados centígrados, en Boyeros, donde se ubica el hospital» y que «los principales responsables de estos hechos serán sometidos a los tribunales correspondientes».

Es indignante que estas muertes de inocentes ancianos se produzcan no en sus casas, en algún evento violento u accidente, sino en uno de los hospitales cubanos que el castrismo ha elogiado como un “logro de la salud de la Revolución”; no en un lejano rincón rural lejos de los beneficios directos del desarrollo, sino en pleno corazón de la capital cubana, en un país que se jacta de ser una potencia médica mundial y que se da el lujo de exportar a su personal médico a numerosos países.

La otra paradoja es que, como dice la denuncia de los disidentes «murieron por hipotermia, lo cual es un absoluto contrasentido en un país marcadamente tropical como Cuba». La denuncia también señaló que este era «el número más alto de muertes evitables en un hospital cubano en toda la historia republicana».

La mala alimentación, las deficiencias del sistema hospitalario, el deterioro y mal estado de las instalaciones y la despreocupación del personal de dirección, mantenimiento, médico y paramédico –algo que ocurre en todos los sectores de los servicios y la economía cubanos-, parecen ser las causas reales del doloroso hecho.

Ahora el gobierno de Raúl Castro se propone “pedir sangre” por el hecho pero ya todos los cubanos sabemos que como siempre, se buscarán algunos culpables intermedios, se sancionarán y la aparente moral de la Revolución quedará lavada, sin manchas y sin arrugas.

Ya esto ha pasado muchas veces. La irresponsabilidad y los errores del régimen y su alta dirigencia –incluyendo graves delitos cometidos por sus líderes-, han sido endilgados públicamente a algunos de sus subalternos que han pagado los platos rotos, como ocurrió con los fracasos del Cordón de La Habana, la Zafra de los 10 Millones y casi todos los programas castristas y hasta con el narco negocio que dirigía la más alta cúpula comunista y por el cual sólo pagaron algunos oficiales de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, incluyendo al General Arnaldo Ochoa.

Esta vez pasará igual. El Presidente Raúl Castro armó su espectáculo y llegó a Mazorra con su séquito para “evaluar los hechos y exigir responsabilidades”. Se sancionará a algunos dirigentes menores, médicos y paramédicos, pero no creo que la “candela” llegue siquiera al Ministro de Salud Pública. Y todo quedará igual.

Lo trascendente de este hecho –amén de las muertes de ancianos inocentes que engrosarán las listas de muertos por causa del régimen-, es que pese a los esfuerzos que hace la cúpula castrista por mantener la imagen de una revolución popular que será eterna, el sistema se derrumba a pasos agigantados, cada día se desenmascara alguna de sus mentiras que han sido su principal sostén y el pueblo cubano gana más conciencia de la necesidad urgente del cambio total.

Aún Raúl Castro y su sistema de control totalitario, sostenido por las armas, la represión, la chivatería, el chantaje y el sometimiento por las mentiras unas veces y por las amenazas la mayor parte del tiempo, se desmorona cada día.

Hoy, como nunca antes se escuchan muchas voces de cubanos y cubanas dignos que han aceptado el reto de oponerse al sistema y propiciar el cambio, que salen a expresar sus ideas a las calles –aún en medio de amenazas, golpizas y aún asesinatos-; que se mantienen firmes en las cárceles sólo sobre los soportes de sus ideales patrióticos.

Es indudable que dentro y fuera de Cuba se está gestando un movimiento tal de repulsa al sistema castrista que muy pronto estremecerá los cimientos lastimados de nuestra afligida nación, como una eclosión justiciera que devolverá al sufrido pueblo cubano su integridad democrática, su libertad de expresión, vivir y gobernarse como el país libre que antes fue y que de nuevo pronto será.

Entonces, estos muertos inocentes también serán recordados, porque se sumarán a los cientos de miles que acusarán a los personeros del régimen ante los tribunales de justicia.

Ese día ocurrirá también en Cuba un terremoto –no como el que han sufrido hace unos días los vecinos haitiano-, sino un terremoto de ansias de reconstruir la nación, de restaurar a Cuba sobre sus ruinas y del cual surgirá un nuevo país –como esperamos que suceda en Haití-, que enfilará hacia un futuro mejor para los seres humanos, sus necesidades y sus sueños.

Ese terremoto –al menos en Cuba-, será recordado como el inicio de la libertad, del desarrollo, del bienestar y de la paz para nuestro pueblo.

Y ese terremoto para Cuba, ¡Ya viene llegando!

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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