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4 Abr 2010Pero, ¿por qué defender a Silvio, si entre sus “olvidos” está no haber prestado su voz para dar una visión más realista de la verdadera naturaleza del gobierno cubano a esos artistas extranjeros que tan tarde como hoy siguen en romance con La Habana?
Y ahora, ¿quién defenderá a Silvio Rodríguez?
La caricatura aparecida el martes en la opinión gráfica del periódico Granma parece un ataque si no directo a Silvio Rodríguez, al menos a lo que el gobierno cubano cree que este artista representó un día como miembro de la Nueva Trova, y el contraste con lo que hoy es.
Tendenciosa como todo lo que publica “el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba” -así reza el cintillo del periódico-, la caricatura muestra a un trovador, medio calvo y entrado en años y libras, que dice: “Sí, yo cantaba para los pobres de la tierra…”, para inmediatamente, en otro globito, expresar: “Eso fue antes de que ganara mucho dinero con la canción”.
Si la expresión tiene el sello del cinismo al que nos ha acostumbrado Rodríguez con sus sumisas declaraciones a favor del gobierno a lo largo de décadas, no deja de ser un ataque muy bajo al trovador (por cierto, la caricatura no duró más de 24 horas en el sitio del diario).
Aunque ésta pueda reflejar una supuesta verdad -la de que Rodríguez ha amasado una fortuna con sus discos y derechos de autor, la cual se rumora guarda en bancos fuera del país- no deja de ponerlo en una posición complicada y, si se quiere, peligrosa. No es ningún secreto que después de los ataques de Granma vienen represalias mucho más serias, que pueden llegar incluso al fusilamiento, como ocurrió en el caso de Ochoa y Tony de la Guardia.
Aunque la comparación pueda ser muy dramática, y las declaraciones hechas por Rodríguez sin duda muy tibias para la gravedad del momento histórico que vive su país, no deja de verse como un tímido paso de avance que el trovador se atreva a incorporar alguna crítica a su discurso oficialista.
¿Significa esto que vamos a sufrir desmayos en el exilio cada vez que algún artista comprometido con el régimen diga algo de esta naturaleza? No creo que el entusiasmo deba desbordarse porque, sin duda, llegan tarde y en un tono demasiado bajo.
En Miami casi nos morimos de risa cuando Rodríguez mencionó que había que analizar por qué los jóvenes se estaban marchando de la isla. El comentario parecía referirse a una situación de última hora, cuando es una realidad que incluso a él le había tocado de cerca.
Durante muchos años el trovador habrá tenido que lidiar con el dolor de su hija Violeta por crecer separada de su madre, quien en 1980 emigró a Estados Unidos por el puente marítimo Mariel-Cayo Hueso.
Muchos nos preguntamos qué explicaciones le daba Silvio Rodríguez en privado a su hija sobre los motivos del viaje de su madre a Miami (quien, por cierto, dos décadas después regresó a La Habana, dejando bastante sorprendidos a sus amigos).
Esperamos que los argumentos de Rodríguez hayan sido más sinceros y con más tino que los que ha estado dando públicamente a lo largo de los años para justificar las acciones del gobierno cubano.
Dicha, sin embargo, una pequeña parte de la culpa que pueda cargar el trovador en la manera en que algunos artistas de la isla han decidido silenciar la verdad de lo que ocurre en su país, propongo dar la bienvenida a sus recientes declaraciones, y como debe hacer toda persona defensora de las libertades, protegerlo de los ataques del gobierno cuando sea necesario.
¿Se recrudecerán estos ataques? ¿Se tornarán más certeras las críticas de Silvio? ¿Dejará de matizarlas con una condena al embargo o a los supuestos “desmanes” de la CIA? ¿Son estas declaraciones otro montaje más del gobierno para dar un paso que en el exterior nos cuesta prever?
Eso nadie lo sabe, pero por aquí la suspicacia siempre nos ronda. A manera de explicación, parafraseo a Guillermo Cabrera Infante en una carta al escritor chileno Jorge Edwards: “¿No hay delirio de persecución allí donde la persecución es un delirio?” Esto se ha quedado grabado en el adn, aunque ya no se habite en Cuba.
Pero, ¿por qué defender a Silvio, si entre sus “olvidos” está no haber prestado su voz para dar una visión más realista de la verdadera naturaleza del gobierno cubano a esos artistas extranjeros que tan tarde como hoy siguen en romance con La Habana?
Pues porque entre el joven que cantaba “Ojalá se te acabe/ la mirada constante,/ la palabra precisa,/ la sonrisa perfecta./ Ojalá pase algo que te borre de pronto:/ una luz cegadora,/ un disparo de nieve,/ ojalá por lo menos que me lleve la muerte,/ para no verte tanto,/ para no verte siempre/ en todos los segundos,/ en todas las visiones”… y el hombre que hoy responde con cinismo, hay quizás un buen tramo de censura e intimidación.
Si Silvio Rodríguez se calla y no hace más declaraciones, ya sabremos que el oscuro “cartero” llamó una vez más a su puerta.
Sarah Moreno
El Nuevo Herald
Foto: AP. Fidel Castro abraza a Silvio Rodríguez al finalizar el concierto que el cantautor ofreciera en la Plaza de la Revolución el 22 de julio de 2004.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".