Siete lecciones de Taiwan
para Latinoamerica
Carlos Alberto Montaner
El Periodico (Guatemala)
Febrero 11 de 2012
Taiwán –más pequeña que Costa Rica, casi tan poblada como Venezuela, sin petróleo ni riquezas naturales— era en 1949 más pobre que Honduras y más tiranizada que Haití. Hoy es una democracia estable 2 veces más rica que Argentina. ¿Alguna lección que aprender? Al menos, siete. Chávez, Correa, Ortega, Morales y Raúl Castro, los 5 jinetes del Apocalipsis del siglo XXI, debían prestar atención.
Primera lección. En cuatro décadas superó la pobreza y el despotismo sufridos durante siglos entrando al primer mundo con un per cápita anual de $37 mil 900.
Segunda. La teoría de la dependencia es falsa. Las naciones ricas del planeta no asignan a los países de la periferia económica papeles de suministradores o abastecedores de materias primas para avasallarlos. Ninguno (salvo China continental) ha intentado perjudicar a Taiwán.
Tercera. El desarrollo debe beneficiar a todos. Pero el reparto equitativo de la riqueza no se logra redistribuyendo lo creado, sino agregándole valor a la producción. Los taiwaneses pasaron desde una economía agrícola a otra industrial introduciendo avances tecnológicos en la industria. Solo el 1.16 por ciento de sus habitantes cae por debajo del umbral de extrema pobreza.
Cuarta. La riqueza en Taiwán se fundamenta en la empresa privada. El Estado, fuerte e intervencionista antes, fue retirándose de la actividad productiva.
Quinta. En Ana Karenina, Tolstoi asegura que todas las familias felices se parecen. También los cuatro tigres asiáticos –Taiwán, Singapur, Corea del Sur y Hong-Kong– se parecen en cinco rasgos:
Crearon economías abiertas al mercado y con la existencia de propiedad privada.
Mantienen la estabilidad cuidando la inflación, el gasto público, el equilibrio fiscal y el valor de la moneda, Así potencian el ahorro, la inversión y el crecimiento.
Mejoraron el Estado de Derecho. Los inversionistas y agentes económicos tienen reglas claras y tribunales confiables para hacer inversiones de largo plazo y desarrollar proyectos complejos.
Se abrieron a la globalización, en lugar del nacionalismo económico que postula sustituir las importaciones.
Ponen énfasis en la educación, incorporación de la mujer al trabajo y la planificación familiar voluntaria.
Sexta. Taiwán demuestra que un partido único de mano fuerte, como era el Kuomintang, puede evolucionar pacíficamente hacia la democracia y el multipartidismo sin ocasionarles persecuciones a quienes detentaron el poder. La democracia es la alternabilidad y la existencia de partidos opositores que revisan la labor gubernamental. La prensa libre beneficia.
Séptima. El caso taiwanés confirma el valor de la libertad para convivir y tomar decisiones en todos los ámbitos de la vida personal, la economía o tareas cívicas. No hay contradicción entre la libertad y el desarrollo. Mientras más libre es una sociedad más prosperidad alcanzará. Claro, la mayoría de las personas, encabezadas por la clase dirigente, deberán someterse voluntaria y responsablemente al imperio de la ley.