En: Derechos Humanos
17 Oct 2010Las noticias que llegan en las últimas horas, con todas las distancias éticas y dramáticas, revelan una obsesión gubernamental por permitir, conceder y obligar a salir de Cuba de manera definitiva a decenas de opositores que estuvieron años bajo la negativa tajante a que se les dejara viajar al exilio.
Orígenes, refranes y descubrimientos
Por: Raul Rivero
Octubre 17 de 2010
Hace muchos años que la sabiduría popular cubana –esos filósofos bisiestos de las tertulias en los portales despejados, las esquinas y los patios amables– lanzó al aire una sentencia, proveniente más que de sus sesiones de altos estudios o lecturas fervorosas de textos clásicos, de la experiencia personal. La frase estalló rotunda en la calle. Es esta: En Cuba, lo que está prohibido primero, después es obligatorio.
En su momento, se ponía como ejemplo de ese juego de valores, el caso de la moneda extranjera. La gente comprendió que si te sorprendía la guardia con un billete de 100 dólares podías ir a parar a la cárcel por algo así como tenencia ilegal de divisas, como pasó en centenares de familias.
Una vez que el gobierno autorizó la circulación de ese dinero, se convirtió en una obligación tenerlo para encontrar unas vías –clausuradas y pecaminosas hasta ese momento– de conseguir un poco de alivio para las mesas y los escaparates de las casas. En definitiva, una serventía enmarañada para la supervivencia.
Se hablaba de un caso similar de cierre y obligatoriedad en los casos de algunos músicos y cantantes. En los tiempos de sus primeras apariciones se sospechó de los contenidos de sus mensajes y los funcionarios salieron enseguida a desconectarles los micrófonos.
Después, cuando en las alturas se decidió que los recados melodiosos no resultaban perjudiciales se bajó a toda velocidad la orientación de que se difundieran aquellas obras. Así es que de la prohibición pasaron a ser la banda sonora oficial de los actos políticos, los bautizos secretos, las bodas, los cumpleaños, las navidades encubiertas, los velorios de santos, las peleas de gallos clandestinas, las romerías y las serenatas.
Las noticias que llegan en las últimas horas, con todas las distancias éticas y dramáticas, revelan una obsesión gubernamental por permitir, conceder y obligar a salir de Cuba de manera definitiva a decenas de opositores que estuvieron años bajo la negativa tajante a que se les dejara viajar al exilio.
Lo de siempre. Ayer no había tarjeta blanca para ninguno de ellos. Hoy, los citan para que se vayan, y convidan a abandonar su país a personas que no quieren moverse de ahí. El mecanismo que usaron para cerrar lo desatan ahora para que se marchen los presos políticos y sus familiares las Damas de Blanco y otras personas que son símbolos de la oposición pacífica.
Desde muchos ángulos esta línea de trabajo se percibe como parte de esa herencia de prohibir y obligar a voluntad. Y ahora, como un afán, una necesidad de minimizar el movimiento interno de resistencia cívica.
Como ha pasado siempre, de la observación del camino inalterable del tiempo se sirven también los sabios sin doctorados.
Se trata de una necesidad y una exigencia de la ciudadanía. Los hombres y las mujeres de los grupos opositores, de derechos humanos, de la nueva sociedad civil, del periodismo independiente, de los artistas y blogueros jóvenes no se eliminan por decretos, leyes y disposiciones. Saldrán al exilio y permanecerán en Cuba los que quieran. Ese es su derecho.
A la oposición pacífica la renueva la esencia misma de la dictadura y los flecos derrotados del totalitarismo.
Tomado del:Nuevo Herald
———————————————————— o ————————————————————-
Ángel Moya Acosta: Le manifesté al cardenal Ortega, mi decisión de no
abandonar el país*
Por Magaly Norvis Otero Suárez / Hablemos Press.
Ciudad Habana, 13 de octubres.– Ángel Moya Acosta, prisionero político y de
conciencia, declaró desde la prisión Combinado del Este, que el día 9 de
octubre, un oficial de la sección 21 del Departamento de la Seguridad del
Estado, le comunicó que el cardenal Jaime Ortega quería conversar con él.
«Entre otras cosas, le manifesté al cardenal Ortega, mi decisión de no
abandonar el país y le hice saber que tampoco aceptaba libertad o licencia
extrapenal», dijo Moya Acosta.
El prisionero de conciencia destacó que «es de interés que se conozca que
mi conversación telefónica con el cardenal Ortega, no fue privada,
porque todo
el tiempo estuvieron presentes un oficial del la sección 21 y el teniente
coronel Campiño, nuevo jefe de la unidad numero 2, cárcel Combinado del
Este, por lo que es de suponer y no tengo la menor duda que la misma fue
grabada».
Ángel Moya Acosta, fue sancionado a 20 años de privación de libertad en la
conocida Primavera Negra del 2003 en Cuba.
_______________________________________________________________________________
Roberto de Jesus Guerra Perez, Director del Centro de Informacion Hablemos
Press. Tel. 867 97 38 o moviles 5 319 69 27 Roberto y 5 237 72 62 Magaly.
Dirección: Virtudes 509 e/t Perseverancia y Lealtad, Apto 11, segundo piso,
Centro Habana
www.cihpress.com
http://cubanheroes.blogspot.com/
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".