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12 Abr 2011Tarea titánica entrevistar al ex jefe de información del diario Prensa Libre, al ensayista de Las raíces del castrismo y El sueño y la distancia, al escritor de Yo soy el Ché (único retrato honesto del asesino de La Cabaña), al articulista, al poderoso editor que conoció muy de cerca a Fulgencio Batista y a Eduardo Chibás, pero mejor aún a Fidel Castro, de quien fuera mentor y, como todos los cubanos, su víctima; al periodista sin banderas, al que reclamaron que vendía su pluma y con sarcasmo respondió: «no la vendo, la alquilo».
«Nada más triste que vivir demasiado»
Por: Armando López, abril 11 de 2011
Redactó el panfleto tras el golpe de Estado de Batista y presentó a Chibás y a Fidel Castro en la esquina de 23 y 12. Luis Ortega, el gran testigo de la república, ha muerto en Miami.
Luis Ortega, para muchos el mejor periodista cubano del siglo XX, para otros un cínico, aplaudido, temido, repudiado, acaba de morir a los 95 años. Hace dos años lo visité en su piso de Miami, frente al mar. No fue fácil conversar con el viejo maestro. Sus ojos me escrutaban. Su memoria, su sagacidad, estaban intactas. Pero estaba sordo. A gritos, me dijo:
«No hay nada más triste que vivir demasiado. La edad correcta para morir está entre los 65 y los 70. De ese modo, todos quedan satisfechos y uno deja una buena atmósfera». Luis Ortega no lo logró. Vivió lo suficiente para que no lo comprendieran. Para que lo olvidaran.
Tarea titánica entrevistar al ex jefe de información del diario Prensa Libre, al ensayista de Las raíces del castrismo y El sueño y la distancia, al escritor de Yo soy el Ché (único retrato honesto del asesino de La Cabaña), al articulista, al poderoso editor que conoció muy de cerca a Fulgencio Batista y a Eduardo Chibás, pero mejor aún a Fidel Castro, de quien fuera mentor y, como todos los cubanos, su víctima; al periodista sin banderas, al que reclamaron que vendía su pluma y con sarcasmo respondió: «no la vendo, la alquilo».
Fidel asaltó el cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Al otro día, Ortega preparaba la edición del asalto en su recién inaugurado diario Pueblo cuando el temible coronel Salas Cañizares irrumpió en el periódico con doce agentes, rompió los linotipos, repartió culatazos. El articulista de la columna «Pasquín» (firmaba Sol), milagrosamente logró refugiarse en la Asociación de Reporteros. Tres días después, a sus 37 años, Ortega escapó para Miami. De poco le sirvió haber escrito la proclama del golpe de Estado de Batista, el 10 de marzo de 1952. A los periodistas o se les paga o se les pega, repetía Rolando Masferrer.
«Con Prío de presidente, Batista logró salir senador y regresó a Cuba. Y uno de los pocos periodistas que lo atendió siempre fui yo —me dijo Ortega—. Lo invité a escribir una columna en Prensa Libre. Una vez por semana, tenía en una esquina a Ramón Grau San Martín y en la otra a Batista. Los irreconciliables enemigos frente a frente. Convertí a Batista y a Grau en periodistas para lograr el equilibrio. Pero ese equilibrio se rompió con el golpe de Estado».
«¡Fue un golpe muy raro! ––agregó Luis––. Cuando llegué al campamento de Columbia, los soldados no sabían que había ocurrido golpe alguno. Me encontré a Batista en un cuarto, asustado porque no tenía respuesta de la tropa. Aún así me ofreció un ministerio. Le dije que no me interesaba, que seguiría en Prensa Libre».
¿Es cierto que escribiste la proclama por el golpe de Estado?
Todavía era de noche, y le dije: «General, ¿por qué no hace una declaración pública explicando por qué ha dado el golpe?» Y me respondió, «¿por qué tú no me la escribes?» Me dieron una máquina Remington. Me dijo algunas cosas y le escribí una paginita. Las relaciones entre nosotros eran buenas entonces.
¿Justificabas un cuartelazo, destruir la democracia?
La economía cubana estaba mejor que nunca, pero los gánsteres tenían el país muy alterado. Yo no estaba viviendo en mi casa. Los pandilleros me habían condenado a muerte porque en Prensa Libre pedía prisión para ellos. Habían asesinado a Cosío del Pino, gran amigo mío, y, en el diario, armé una gran protesta. El grupo que lo había asesinado comenzó a perseguirme.
¿Y el presidente Carlos Prío, no hacía nada?
No se ocupaba, era muy abúlico, un hombre sin voluntad.
¿Era corrupto Prío?
Ahí tienes la causa de los billetes incinerados. Un cantidad enorme de billetes, 20 millones, que habían ordenado incinerarlos, quemarlos y sustituirlos por billetes nuevos. Carlos Prío y su hermano Paco no los quemaron, los mantuvieron en circulación.
¿Entonces, Eduardo Chibás tenía razón?
No cuando acusó a Aureliano Sánchez Arango de robar en el Ministerio de Educación. Aureliano era un hombre honesto. Murió en Miami en la miseria. Al no poder probar esa falsa acusación, Chibás se dio el tiro ante el micrófono. Aún no se sabe si murió del tiro o lo asesinaron.
¿Qué hubiera pasado si Chibás llega a la presidencia?
Era un loco, pero tenía gran popularidad. Podía haber ganado las elecciones de 1952. Pero era demasiado trastornado. Lo traté mucho, hacía cosas disparatadas. En la presidencia hubiera sido un desastre.
¿Peor que Fidel Castro?
A Fidel Castro lo conocí más que a ninguno. Le decían El Guajiro desde que estaba en el colegio jesuita de Belén. Se incorporó a la vida pública a través de mí. Me llamó la atención aquel tipo alto, fuerte. Me contó que estudiaba Derecho, y quería aspirar a la política. Entonces comienza a provocar escándalos. Un día, en una bronca contra la compañía de ómnibus, asaltó una guagua y la puso en lo alto de la escalinata de la Universidad. En otra ocasión se robó la campana del ingenio La Demajagua y la trajo de Bayamo a La Habana en un camión.
Fidel estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que saliera su foto en Prensa Libre, con sus 100 mil ejemplares de circulación. El resto de los periódicos que había en La Habana, unos quince, eran de mucho menor tirada. El Diario de la Marina circulaba entre el comercio español, pero no pasaba de 10 mil ejemplares. Prensa Libre arrasó porque recogía el espectáculo de la política. Y todos los columnistas eran intelectuales de nombre, como Vasconcelos, que atacaba al presidente Grau. Ahí fue cuando metí al propio Grau a escribir y para balancear convertí en periodista a Batista. Y claro, Fidel quería que su foto apareciera en Prensa Libre.
¿Cómo llega Fidel a la ortodoxia?
Le presenté a Chibás en 1947. Había quedado en verme con Eddy en Los Aires Libres de 23 y 12. Le dije a Fidel que cuando nos viera juntos, que se acercara a la mesa. Estuvieron hablando un buen rato. Cuando Fidel se fue, Chibás, furioso, dio un puñetazo en la mesa: «¡Yo no dejo entrar en mi partido a ese gánster!» Tenía razón. Fidel estaba mezclado con los matones de la UIR. Tuvo que morirse Chibás para que Fidel lograra postularse como representante por el Partido Ortodoxo. Si no hubiera sido el golpe de Estado de Batista, Fidel hubiera sido representante a la Cámara, y la historia de Cuba otra. El día de la muerte de Chibás, Fidel propuso desviar el entierro, llevar el cadáver hasta el palacio presidencial para que la turba asaltara el palacio. Fidel no perdía la oportunidad de armar escándalo.
¿Crees que asaltó al Moncada por publicidad?
Fíjate que llega a la puerta del cuartel, no entra, y es el primero que se va. Cuando vio que comenzaron a sonar los tiros, se fue. Y su hermano Raúl ni entró, estaba en un edificio cerca del Moncada. El asalto fue un acto de Fidel para lograr popularidad. Y lo logró cuando cayó preso.
¿Justificas la brutal reacción de Batista?
Fue un estúpido, le dio al Moncada una importancia enorme. Lo primero que hizo fue imponerle la censura a cuatro periódicos. Bohemia, Prensa Libre, Pueblo y El Mundo. Observa cómo fue la cosa, que los demás periódicos de La Habana fueron a ver a Batista para pedirle que les impusieran la censura.
Fidel cumplió sólo 20 meses de cárcel por el asalto al Moncada. ¿Por qué Batista lo amnistía?
Porque Batista siempre buscaba arreglar las cosas. En ese sentido había algo noble en él. Al día siguiente de que el gordo Salas Cañizares asaltara mi periódico, Batista me envía a Anselmo Alliegro, con el cuento de que el general estaba apenado, que quería pasarme la mano. Pero yo me negué: «mira, destrozaron el periódico, todavía tengo los golpes en la espalda, ¿crees que yo voy a ir a palacio a que Batista me de una coba?; ya aquí se acabo la libertad de expresión, no quiero trabajar apendejado porque el jefe de la policía tiene una vendetta en contra mía».
¿Y el desembarco del Granma y la Sierra Maestra, fueron también publicidad?
La guerra en la Sierra Maestra fue una coña. Fidel desembarca en diciembre, pasan meses, lo dan por muerto. Y a nadie le importa. El que revive a Fidel es el reportero del New York Times, Herbert Matthews, y Batista, que se puso a comer mierda. A comienzos de 1957, otro periodista americano, esta vez de la televisión, entrevistó a Fidel. Le pedí entrevistarlo para Bohemia. No aceptó, pero logré conversar con su fotógrafo. El ingenuo me contó que en la Sierra sólo había unos cuantos muchachos mal vestidos jugando a la guerra. Su relato ponía en ridículo al New York Times.
¿Cuando Fidel toma el poder regresas a Cuba?
Regresé en enero de 1959, con la idea de quedarme. Pero al cabo de un mes, ya me estaban persiguiendo… Y eso que había sido el intermediario para que Fidel le pidiera al ex presidente Prío el dinero para comprar el yate Gramma. A pesar de eso, supe que el Comandante que había ayudado a crear me había mandado a prender. Y volví a Miami, donde llevo 56 años.
¿De qué has vivido en Miami?
En mi primer exilio, con Batista, gané algún dinero como reportero de la revista Bohemia. En el segundo, en 1959, me convencí de que a Cuba no había regreso. Pasé mucho trabajo en Miami. Fui testigo de las distintas oleadas del exilio. He visto todo, he vivido todo. Contra Batista estuve metido en varias conspiraciones, pero gastábamos nuestros dineros, no había nadie que nos ayudara. Pero en los comienzos de Fidel (1959) me viene a ver un hombre importante, me reúno con el y dos más, y me piden que los ayude a montar un programa de radio en Nueva York (el primero que se hizo contra Fidel), yo les digo que sí, y el individuo me pregunta: ¿cuánto quieres ganar? Ya estaba saliendo el dinero americano.
¿Por qué crees que Fidel ha podido mantenerse más de medio siglo en el poder?
Porque se convirtió en héroe de los anti yanquis del mundo, que son muchos. Además, el millón de cubanos congregados en Miami ha sido incapaz de producir un movimiento lo suficientemente serio como para poder derribarlo. Y los cubanos que viven en la Isla, la mayoría nacidos con la revolución, sólo piensan en irse para regresar al año con maletines cargados de ropa de diseñadores para impresionar a los vecinos.
Por años defendiste a la revolución, hoy la atacas…
Regresé a Cuba en 1994. Fue impresionante la ruina que vi. Pensaba que el régimen se caía. Regresé el mismo año. Fidel me invitó a comer tres noches seguidas. Él no paraba de hablar. Pero yo no fui a escuchar, sino a ver. Recorrí la Isla de oriente a occidente. Me revolvió el estómago tanta miseria. Me cambió el horror.
¿Por qué el odio de Fidel a los americanos?
¿Odio? De eso nada, los recibe con cariño. Se ha pasado años llevándolos a ver la Ciénaga de Zapata. Contra quien Fidel tiene rencor es contra los cubanos. Le viene de familia. Es hijo del gallego Ángel Castro, soldado español que peleó contra los mambises. Cuando las tropas españolas regresaron vencidas a España, entre ellos iba el padre de Fidel Castro. Fidel desprecia al pueblo de Cuba. Ahí tienes la miseria en que viven los cubanos. Por eso fusiló a tres negritos por robarse un bote en la bahía de la Habana.
¿Qué va a pasar cuando Fidel y Raúl mueran?
Cuba no tiene otra salida que abrirse de piernas. Lo hizo en la república con los americanos, luego con los rusos, ahora con Venezuela, y lo volverá a hacer con los rubios del norte, que son los que tiene más cerca. Los americanos están convencidos de que la revolución de Castro ha sido tan disparatada que, cuando se produzca un cambio en la Isla, los cubanos estarán tan contentos de ser protegidos por Washington, que izarán banderas estadounidenses en sus hogares.
El exilio cubano es rico, ¿no crees que vaya a invertir en Cuba?
¿A invertir? Van a ver lo que sacan. El rico de Miami irá Cuba a poner a los negritos a trabajar.
NOTA DEL AUTOR: Esta entrevista a Luis Ortega la guardaba para incluirla en un libro en preparación. Hoy que el maestro de periodistas ha muerto, sea esta mi humilde homenaje.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".