Los retos de la sanidad en Cuba

En: Opinión

22 Feb 2011

Ya sabíamos que el castrismo siempre utiliza la propaganda y la demagogia como instrumento cada vez que se acumulan errores, ineficiencias y torpezas en la dirección del país, pero esta vez ya han alcanzado tal nivel que va a ser difícil superarlo. Me refiero a un artículo que se ha publicado en Granma con el título, ciertamente sorprendente, “¿Cuanto tendría usted que pagar por servicios médicos?” y sobre cuyo contenido me propongo aportar algunas reflexiones.



Los retos de la sanidad en Cuba


Elías Amor Bravo

Febrero 18 de 2011

Economista ULC

Ya sabíamos que el castrismo siempre utiliza la propaganda y la demagogia como instrumento cada vez que se acumulan errores, ineficiencias y torpezas en la dirección del país, pero esta vez ya han alcanzado tal nivel que va a ser difícil superarlo. Me refiero a un artículo que se ha publicado en Granma con el título, ciertamente sorprendente, “¿Cuanto tendría usted que pagar por servicios médicos?” y sobre cuyo contenido me propongo aportar algunas reflexiones.

Vaya por delante que, como economista, no tengo claro cómo se puede realiza el análisis de los costos de la salud pública cubana, sobre todo cuanto no existe una referencia privada a la que poder contrastar los cálculos, ciertamente sorprendentes, que se hacen por los expertos.

Cierto es que los sistemas públicos de prestación de servicios sanitarios, como en España, han realizado este tipo de cálculos para informar a los usuarios del coste del servicio. Pero en España, como en la mayor parte de los países del mundo, la sanidad pública, de alta calidad y universal en sus prestaciones, compite directamente con una sanidad privada que tiene como modelo y referencia la colaboración con el sector público, lo que permite realizar este tipo de análisis de coste de oportunidad. En Cuba, donde la actividad médica privada no existe, y mucho me temo que en los “Lineamientos” no hay referencia alguna a ello, cualquier contraste de costes plantea numerosas dificultades.

Una simple selección de costos de los servicios de salud y procederes médicos, haciendo la convertibilidad a pesos cubanos de los gastos en divisas (un CUC igual a $25), ofrece unos cálculos que sorprenden, pero en el fondo, lo que esconden es el manejo y manipulación de la opinión pública. Pero, ¿de verdad nos podemos creer que con el nivel de salarios que cobran los médicos cubanos, la capitalización de las inversiones, el coste del capital o de las instalaciones, se puede llegar a concluir que un examen de Rayos X a un paciente cuesta $195, o que son $473 lo que corresponde a un Ultrasonido y $1.269 por una Tomografía Axial Computarizada? Incluso, hasta han calculado lo que cuestan un parto fisiológico, $900 y a $1.730 cuando se realiza mediante cesárea.

La gama de precios cubre igualmente los costes de las intervenciones quirúrgicas en Oftalmología, por ejemplo, una catarata supone $1.600 en la de pterigion (carnosidad en los ojos), $940, y en la de miopía $2.200.

En el campo de los trasplantes, uno de médula ósea son $96.100; córnea, $25.800; de riñón, $110.000; de hígado, 127.600.; de corazón, $163.000.

Y continúan los precios, una consulta en una Clínica Estomatológica tiene un gasto de $60 en un Policlínico, $53 en un Clínico-Quirúrgico, $75; en un Hospital Pediátrico, $77.

Hasta han obtenido los costes de los ingresos, cada plaza-día en una Casa de Abuelo, cuando es semi interno, representan $84 y en los internos $320; en un Hogar de Impedidos Físicos y Mentales, $325. En un Hospital Clínico-Quirúrgico el ingreso día-paciente es de $330, en un Pediátrico $348, y en un Instituto de Investigación $460.

Ciertamente, una sorpresa. Estamos hablando de algunos precios que en Madrid o Barcelona parecen caros a simple vista, por ejemplo, las operaciones de miopía, que están tan de moda en las clínicas de estética. El artículo de Granma lanza la propaganda abiertamente: “lo apuntado a modo de ejemplo indica los incontables beneficios que reciben nuestros ciudadanos solo por concepto de atención médica y estomatológica, lo que contribuye a una gran seguridad individual y familiar nacida con el triunfo de la Revolución en 1959 como garantía para la salud en el ámbito preventivo, curativo y de rehabilitación”.

Bueno, pues tenemos que decir que nada de todo esto es correcto.
Ya hemos mostrado que no tiene por qué existir una salud pública única en un país para que ésta se preste con niveles de calidad y universalidad. El modelo más adecuado es combinar lo privado y lo público, porque de ese modo, la competencia no sólo favorece la elección por parte de los ciudadanos, sino que, a la sombra de este sector, se desarrolla un importante volumen de empresas y de actividades económicas que generan empleos y crecimiento económico.

Además, ¿de dónde cabe concluir que estas cifras mostradas son reales e incluso, coinciden con los costes que cabe esperar de la prestación de los servicios? Una sanidad pública en régimen de monopolio, no garantiza en absoluto que los recursos destinados, que no conviene olvidar proceden del trabajo de todos los ciudadanos que aportan su productividad para la obtención de los mismos, sea más eficiente. Por el contrario, el monopolio como forma de mercado generalmente presta niveles de servicio inferiores a los que serían deseables en una situación normal de competencia y lo que es peor, a costes (y precios) más elevados. La experiencia observada en la realidad no admite cuestionamiento.

Allí donde florece la competencia empresarial privada y pública, los precios descienden, la provisión de bienes y servicios aumenta en calidad y cantidad y los ciudadanos por ello obtienen un mayor beneficio. Esta es una de las reglas básicas del funcionamiento de los mercados libres, precisamente los que el castrismo abolió como principio ideológico desde sus comienzos.

En Cuba, donde sobran médicos y por ello se exportan a cambio de petróleo, es ineficiente destinar recursos a más y más profesionales porque desde hace décadas, esa acumulación e buenos profesionales, que han mostrado su valía en todos los países en los que se han visto obligados a desarrollar su actividad, eran tantos dentro de la Isla, que el valor de su trabajo se movía en esos niveles salariales de 12-15 dólares al mes.

Por lo tanto, si es ineficiente la política de generar médicos, que ha llevado a Cuba a tener  la tasa de médicos por habitante más elevada del mundo, uno de los denominados “logros” de la revolución, más ineficiente es aún aumentar sin control alguno las inversiones en el sector, sin tener en cuenta la demanda, su comportamiento previsible y sus necesidades reales. Rara vez el monopolio se preocupa por estas cuestiones. Tal vez por ello, no me extraña que para las autoridades sanitarias estos “precios” de los servicios médicos se utilicen más para “reflejar el nivel de actividad alcanzado, el grado de eficiencia con que se utilizan los fondos financieros y la óptima utilización de los recursos materiales consumidos y aplicados a la actividad en un periodo económico determinado”. En fin, más y más burocracia y cada vez, menos productividad.

Si el sistema sanitario castrista realmente quiere prestar atención a los costos reales del servicio, la solución no consiste sólo en erradicar problemas contables o eliminar plantillas “infladas”, evitar lo que ellos denominan el “uso irracional” de los medios (tal vez porque alguien les ha acostumbrado a que sea así) o de los medicamentos por la población.  Hay una solución práctica que es la liberalización del sector.

Recomiendo que vayan teniendo en cuenta estas cuestiones. ¿Por qué los médicos cubanos de cualquier especialidad no se pueden establecer por cuenta propia y prestar sus servicios a la población a cambio de un precio? ¿Por qué no se permite a las cooperativas de servicios impulsar establecimientos sanitarios propios? ¿Por qué no se autoriza la entrada de capital privado extranjero en este sector que permita aumentar el valor de la investigación médica y científica que se hace en Cuba, por cierto de alta calidad, a pesar de las restricciones económicas del gobierno comunista? La competencia es la vía para la eficiencia y la mejora de la calidad de los servicios. En Cuba hace falta.

Por supuesto que nada de esto se prevé en los “Lineamientos”. Es más fácil mantener una población esclava y calcular costes ficticios que llaman poderosamente la atención. ¿Es que tal vez ya incorporan el nivel de beneficios? Entonces esa visión de la sanidad como “principio sagrado y esencia misma de  la Revolución” se puede ver comprometida.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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