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7 May 2010Los cambios necesarios en Cuba, no son solo de dirigentes incapaces de hacer funcionar un sistema económico inoperante, que solo responde a intereses políticos ideológicos de una casta gobernante ambiciosa y corrupta. Las transformaciones tienen que ser profundas y estructurales, dentro de un marco constitucional democrático, que garantice los derechos por igual a todos los cubanos, donde estos puedan participar en un sistema libre de economía de mercado. Para esto es necesario que el sistema totalitario cubano desaparezca, y se transforme en un Estado de Derechos.
Innegablemente que el nombramiento de Antonio Enrique Luzón, un ex dirigente octogenario no es más que una muestra del atrincheramiento del régimen cubano. A todas luces se puede constatar la crisis de valores y principios que corroe al País. En todos los países democráticos del mundo la renovación generacional es una señal inequívoca de la evolución hacia formas más eficientes de dirección en las cuestiones que tienen que ver con el desarrollo y el mejoramiento de vida de la Nación. En Cuba es evidente que a los actuales dirigentes del gobierno no les interesa para nada el futuro, solo les importa conservar sus prebendas y beneficios, los mismos dirán: que después de ellos el caos.
En el País los ciudadanos no se sienten motivado a trabajar, la remuneración salarial es una de las más bajas del continente, lo que provoca el abandono de puestos de trabajos estatales, sobre todo aquellos donde no existe la posibilidad de desviar alguna mercancía hacia el mercado negro. La mediana y pequeña empresa casi no existe, solo se permiten algunos minúsculos negocios familiares, como restaurantes de doce sillas, y ahora más reciente, Barberías, Peluquerías, taxis y algún que otra actividad donde el estado se ha mostrado incapaz de brindar servicios de calidad mínimos a la población, permitiendo a los empleados ejercer la profesión por su cuenta, todos con altas tasas impositivas, que en muchos casos no hacen rentables esta actividad.
Los cambios necesarios en Cuba, no son solo de dirigentes incapaces de hacer funcionar un sistema económico inoperante, que solo responde a intereses políticos ideológicos de una casta gobernante ambiciosa y corrupta. Las transformaciones tienen que ser profundas y estructurales, dentro de un marco constitucional democrático, que garantice los derechos por igual a todos los cubanos, donde estos puedan participar en un sistema libre de economía de mercado. Para esto es necesario que el sistema totalitario cubano desaparezca, y se transforme en un Estado de Derechos.
A continuación dos trabajo que nos dan una visión más exacta de la situación económica del País en la actualidad:
¿LLEGARON LOS CAMBIOS A CUBA?
Estupefacción causaron los enroques y defenestraciones en el gobierno cubano el 3 de mayo.
Raúl Castro había abierto la Caja de Pandora en 2007 al reconocer la imperiosa necesidad de cambios para enfrentar la difícil situación económica existente. Luego los pospuso indefinidamente, y el 1 de mayo, el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) llamó a apoyar la actualización del modelo económico. No informó a los trabajadores si había preguntado al gobierno cómo afrontaría la crisis económica, política y social, ni cómo pretendía hacer el recorte de más de un millón de trabajadores, que el Presidente pocos días antes auguró.
Pero si aún quedaba alguna esperanza de que al menos se modificara algo en la (anti) economía cubana, el nombramiento del octogenario General Antonio Enrique Luzón como vicepresidente del Consejo de Ministros a cargo de transporte apunta al estrechamiento del círculo de poder con compañeros de la época guerrillera. Ya había sido ministro del ramo durante 10 años por la década de 1970, sin que se puedan encontrar sus logros. En esa posición sustituyó a Jorge Luís Sierra, de 40 años, quien parecía una estrella en ascenso desde su posición en el Buró Político y también ministro de transporte. En este último fue reemplazado por el militar de 51 años Cesar Ignacio Arocha. Según la escueta información oficial, Sierra cometió serios errores, pero a la usanza cubana no se especifican.
Simultáneamente se informó la aceptación de la renuncia de Luis Manuel Ávila como ministro del Azúcar, luego de reconocer las deficiencias que le señalaron. Había sido nombrado en noviembre de 2008 y su defenestración ocurrió días antes de concluir la actual zafra azucarera, que casi seguramente será la peor en la historia del país otrora “mayor azucarero del mundo”. Entre la población se dice que éste no heredó centrales ni caña, pues antes de entregarle el cargo, el actual ministro de agricultura desactivó el 60% de los centrales y los demás están muy depauperados, mientras los campos cañeros son ralos y de bajo rendimiento. En su lugar nombraron a Orlando Celso García, viceministro del mismo ministerio, quien tendrá que ser mago para revertir la situación.
Estos movimientos no pueden verse aisladamente, sino en el contexto de la caída de personas que parecían poseer la confianza de la más alta autoridad, como Lage, Rogelio Acevedo y Sierra. Con estos truenos, no habrá en Cuba dirigente de partido, gobierno o militar que se sienta cómodo en la ejecución de sus responsabilidades ni mucho menos ose expresar iniciativas para revertir la crisis general. Si bien se habla sobre extendida corrupción y otros males, es muy difícil discernir la veracidad, pues ha sido tradicional lanzar comentarios a la calle sobre los destituidos.
Es indudable que en la sociedad cubana hay creciente malestar por el inmovilismo y el mantenimiento de las prohibiciones, cuando las medidas de supuesto cambio adoptadas son cosméticas y no repercuten en la solución de los graves problemas existentes. La efervescencia ambiental aumenta al mismo ritmo que se acumula la miseria hogareña y disminuye la oferta de productos básicos para la alimentación, incluso en las tiendas estatales de venta en divisas. La lógica elemental de que haya surtido, pues venden a precios exorbitantes que rinden extraordinarias ganancias, no funciona en Cuba. Dejaron de pagar y retuvieron el dinero de los empresarios extranjeros depositados en bancos cubanos, con el resultado del desabastecimiento. A nivel de macroeconomía, el gobierno no puede obtener créditos sencillamente porque no paga desde hace muchos años, y los países salvavidas tienen sus propios problemas e intereses, incluida Venezuela.
Hay un ambiente de incertidumbre y descrédito, que posiblemente pretendan controlar con el incremento de la represión. En su ocaso, los máximos dirigentes parecen recelosos de cualquiera que procure modificar algo en su poder absoluto, cuando en realidad tendrían que enfrentar su responsabilidad con la Patria, cuyo desastre actual han ocasionado durante 51 años de voluntarismo e imposiciones. Ya no pueden ganar tiempo, porque el tiempo vital se acaba, mientras muchísimos cubanos capaces dentro del pueblo están amordazados y atados. Tampoco existe tradición dinástica como para dejar herederos en el poder.
La Habana, 7 de mayo de 2010
Miriam Leiva
Periodista Independiente
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¡AY, MAMA INÉ, LOS CUBANOS NO TOMAMOS CAFÉ!
Extensos artículos sobre la calamitosa situación de la producción cafetalera cubana fueron publicados por los periódicos Trabajadores y Juventud Rebelde, en abril. Según el autotitulado órgano de los proletarios cubanos, “el país requiere importar hoy más de 19 mil toneladas de café por un valor aproximado de 50 millones de dólares para garantizar el consumo de este producto que tradicionalmente constituyó una importante fuente de ingresos en divisas.”
Esto significa que al igual que el azúcar, el café desde hace rato ha dejado de ser un producto exportable para convertirse en otro renglón de importación, con las subsiguientes dificultades financieras para Cuba. Desde los años 1960, su venta a la población está racionada, por mucho tiempo a razón de 2 onzas cada 10 días por persona, mezclado en más del 50,0% con chícharo u otros granos. A finales de 2005 comenzó a venderse 4 onzas mensuales de café -supuestamente puro- a 5 pesos cubanos.
El cultivo del cafeto en Cuba tiene una rica tradición y su consumo se relaciona con la idiosincrasia del pueblo cubano, demostrado en el folklor y la literatura. Su introducción en la isla data de mediados del siglo XVIII, alcanzando en los primeros decenios del XIX un extraordinario peso económico al calor de la revolución en Haití, traído por los emigrantes franceses y sus esclavos. Al destruirse la riqueza cafetalera allí y transferidos los conocimientos se incrementaron los cafetales y con ello la exportación del grano.
Lamentablemente, debido a sucesos relacionados con las contradicciones arancelarias entre Estados Unidos y la metrópoli española, la falta de fuerza de fuerza de trabajo esclava para su recolección, la feroz competencia brasileña y de otros países de la región, así como de la industria azucarera, y más tarde la destrucción de los cafetales durante las guerras de independencia y los efectos devastadores de fenómenos meteorológicos, hicieron declinar la producción cafetalera.
Durante los primeros 25 años del siglo XX, Cuba se convirtió en importador de un promedio de 25 millones de libras anuales, lo que empezó a cambiar en 1928 al entrar en vigor aranceles proteccionistas que estimularon el cultivo. Así, a partir de 1931 se comenzó a exportar pequeñas cantidades de café, y la cosecha de 1955-56 llegó a cerca de 60 000 toneladas, con exportaciones anuales de unos 4 millones de dólares y la satisfacción del consumo nacional.
El café cubano siempre tuvo altísima calidad. Las principales zonas productoras han estado en Guantánamo y Santiago de Cuba al oriente, con producciones también en las montanas del Escambray al centro del país, y en menores cantidades en la Sierra de Los Órganos en Pinar del Río, al oeste. Desde 1990, los anuarios estadísticos de Cuba no brindan datos sobre la producción cafetalera. Con posterioridad a 1970 los montos más altos logrados fueron en 1974, 1982 y 1988 con cosechas que alcanzaron las 28 000 toneladas.
El artículo de Trabajadores reconoce que “Cuba llegó a producir 60 000 toneladas de café. Ahora a penas alcanza el 10,0% de esa cantidad. Para sustituir las importaciones necesita no menos de 29 000 toneladas del grano limpio.” Con el incremento del turismo, por supuesto, las necesidades de compras en el exterior continuarán aumentando, pero de proseguir la tendencia actual se perderá una excelente oportunidad de que florezca una producción que puede dar magníficos aportes a la economía y satisfacción a los cubanos que hoy carecen del producto, si no tiene la moneda convertible para pagar los 3.35 CUC (4.31 US dólares) por un paquetico de 250 gramos de café cubano en las tiendas del Estado, prácticamente el equivalente a la cuarta parte del salario medio mensual.
Sobre las difíciles condiciones productivas en las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo, Juventud Rebelde señala que entre 1970-2000 la producción cayó en un entorno del 75,0% en la más oriental. Ante esta descomunal catástrofe, a partir de enero de 2010 el Estado incrementó los precios de acopio del café, que hasta este momento se encontraba en desventaja en relación con otros cultivos. Aunque esto podría tener consecuencias positivas, es probable que si no se adoptan otras medidas, difícilmente se resolverá el problema.
Las condiciones de vida en las montañas donde se cultiva son pésimas, y si no mejoran continuará el éxodo de los cultivadores hacia el llano. Allí es muy difícil encontrar transporte y hay gran aislamiento. Prácticamente no existen posibilidades de adquirir suministros ni herramientas para un cultivo que no es mecanizable, y por tanto requiere considerable fuerza de trabajo para la recogida de la cosecha en zonas muy agrestes.
Las plantaciones son muy viejas, no han tenido el mantenimiento ni la reposición indispensables; las instalaciones de secado y despulpadoras están deterioradas, por tanto es fundamental la rehabilitación intensa e integral, comprendidos los viveros para el suministro de posturas. A ellos se une otro problema muy serio. A diferencia de otras producciones en que los campesinos tienen que entregar parte de las cosechas, para el café existe un mercado único y obligatorio: el estatal. El agricultor que intente burlar ese monopolio, es castigado severamente.
Por todo lo anterior, la recuperación de la producción cafetalera no sólo dependerá del alza de los precios de acopio, sino de muchos otros factores que incentiven su incremento para contribuir al consumo nacional y aportar a la exportación. De otra forma y con la tendencia actual, llegará el momento en que únicamente quedará en las canciones. Posiblemente ni negros ni blanco tomaremos café.
La Habana, 7 de mayo de 2010
Oscar Espinosa Chepe
Economista y periodista independiente
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Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".
1 Comentario para ¿Llegaron los cambios a Cuba?
ALEJANDRO
mayo 8th, 2010 at 3:32 pm
EN RESUMIDAS HASTA QUE NO DESAPAREZCA EL GOBIERNO ACTUAL, LOS CUBANOS NO PODREMOS TOMAR CAFE DE CALIDAD COMO DIOS MANDA
JOSE’ MARTI’