Lento, insuficiente y dilatorio

En: Opinión

27 Feb 2011

Raúl Castro cumple tres años en la presidencia del país. Bajo un orden político distinto al que existe en Cuba, habría sobrepasado ya la primera mitad de su mandato como presidente constitucional y sería hora de recuento. ¿Qué ha sido lo más positivo y lo más negativo de este período?



Lento, insuficiente y dilatorio


Diario de Cuba (DDC). Madrid. Febrero 26 de 2011

Raúl Castro cumple tres años en la presidencia del país. Carlos Alberto Montaner, Uva de Aragón y Haroldo Dilla opinan sobre lo positivo y lo negativo de este período.

Raúl Castro cumple tres años en la presidencia del país. Bajo un orden político distinto al que existe en Cuba, habría sobrepasado ya la primera mitad de su mandato como presidente constitucional y sería hora de recuento. ¿Qué ha sido lo más positivo y lo más negativo de este período?

Carlos Alberto Montaner

Lo más positivo:

1. La liberación, aunque a cuentagotas, de varias decenas de prisioneros políticos. Todavía queda un centenar en las cárceles, y entre ellos el legendario Dr. Biscet.

2. La admisión del fracaso del régimen en el terreno económico y el comienzo, aunque de forma timorata, del desmantelamiento de ese viejo disparate colectivista.

3. Cierta piedad acústica con el sufrido pueblo cubano reflejada en los discursos más cortos y mejor estructurados de Raúl en contraste con la logorrea insufrible del Comandante. Eso se agradece.

Lo más negativo:

1. El mantenimiento de una dictadura de partido único y palo y tentetieso, en la que no se respetan los derechos humanos ni los cívicos, aparentemente fundada en las supersticiones del comunismo, pese al evidente abandono de la ideología. ¿No habíamos quedado en que la dictadura del proletariado sólo era una etapa lamentable en el glorioso camino al comunismo?

2. La obscena persistencia de la censura, de los actos de repudio, del acoso a todo aquel que públicamente discrepe del absurdo y cruel sistema de gobierno que hay en Cuba desde hace más de medio siglo.

3. El mantenimiento de la imposibilidad que tienen los cubanos para salir o entrar libremente en el país o tener acceso a internet y a la televisión internacional.

4. El mantenimiento de la estafa monetaria consistente en la existencia de dos monedas: el gobierno paga en el signo monetario que carece de valor adquisitivo y vende bienes y servicios apetecibles en moneda dura.

5. La burla de un VI Congreso del Partido Comunista, convocado para refrendar las elucubraciones de la camarilla gobernante y no para discutir abiertamente los graves problemas que afronta el país.

6. En definitiva, la terquedad de unos gobernantes que, a sabiendas, prefieren insistir en los errores con tal de mantener el poder, en lugar de abrir los cauces de participación de la sociedad para que los cubanos, libremente, se den el tipo de gobierno que deseen.

Uva de Aragón

Lo más positivo de los tres años en la presidencia de Raúl Castro ha sido su reiterado reconocimiento del fracaso del sistema y de la necesidad de reformas que disminuyan el tamaño del estado y abran posibilidades al sector privado, en especial los pequeños negocios.

Lo más negativo es que las reformas no sólo se implementan con lentitud, sino que son insuficientes. En especial, se habla de la necesidad de un cambio de mentalidad de parte del pueblo cubano, pero también los dirigentes tienen que pensar de otra forma. En vez de publicar una lista de profesiones que se permiten por cuenta propia —algunas parecen oficios del siglo XIX— deberían liberalizarse todos los sectores y publicarse sólo la lista de aquéllos que el Estado se reserve. No se puede amenazar a un sector privado que aún no ha comenzado con tasas impositivas elevadas. Por el contrario, hay que darle incentivos a los nuevos empresarios.

Otro cambio que podría ser útil sería que los cubanos de la diáspora, que envían tantas remesas a Cuba, no sólo fueran tratados mejor —se les cobra cantidades exorbitantes por trámites consulares, exceso de equipaje, impuestos de aduana, descuento de la moneda— sino que se les permitiera utilizar esas remesas como inversión para ayudar a familiares o amigos que deseen poner pequeños negocios.

Naturalmente que hay que aplaudir la liberación de presos políticos, pero todavía el gobierno necesita mejorar en el campo del respeto a los derechos humanos.

Haroldo Dilla

La pregunta me resulta tremendamente difícil, pues no acostumbro a pensar los hechos políticos como positivos o negativos, toda vez que tanto uno como otro juicio dependen más del punto de mira del observador que de la naturaleza de la acción en sí misma. Por ejemplo, yo creo que haber logrado detener la debacle que meticulosamente venía organizando Fidel Castro es algo muy positivo, porque ahorró más sufrimientos al pueblo cubano y hace cualquier solución futura menos escabrosa. Pero reconozco que esto es algo muy general, por lo que pido la licencia para trocar el giro binario positivo-negativo en otro más dúctil: éxito-fracaso.

Creo que Raúl Castro ha ido exitoso —lo que repito que no es necesariamente positivo desde mi ángulo de observación— en varias cosas:

1. Ha logrado recomponer la élite política sin grandes sobresaltos tras la retirada de Fidel Castro.

2. Pudo retomar el proceso de apertura económica parcial liderada por los tecnócratas vinculados a las fuerzas armadas, que había sido congelado desde 1997 y retrotraído  desde el 2000 con los subsidios chavistas a la «batalla de ideas».

3. Ha logrado colocar el asunto del ajuste y del desmantelamiento parcial del Estado paternalista en la agenda pública.

4. Ha maniobrado hábilmente para neutralizar la débil oposición interna, insertar en su juego a la Iglesia Católica (lo que no significa necesariamente subordinar) y mejorar ligeramente su posicionamiento internacional.

Sus fracasos residen en el ritmo pasmosamente lento de cada acción, los zigzagueos y las dilaciones pusilánimes que han estado determinadas por la propia personalidad de Raúl Castro, su naturaleza política y de sus apoyos militares, así como por la alianza conservadora que ha establecido con la burocracia partidista.

De hecho, en cada una de sus acciones —antes mencionadas como exitosas— hay un «pero» dado por el juicio anterior: ha logrado restablecer la unidad de la élite pero posponiendo el establecimiento de mecanismos claros de circulación y manteniendo en plena beligerancia a una franja muy conservadora y muy vieja; ha logrado plantear opciones económicas más racionales que el estropicio heredado del hermano, pero son medidas incompletas, acotadas por el terror a la autonomía social y sin una alternativa clara al matadero social que supone el ajuste planificado; ha logrado desmantelar temporalmente la situación política crítica acumulada en los primeros meses del 2010, pero ha mostrado una debilidad escalofriante al negarse a liberar a los opositores presos, tal y como convino con la iglesia y con los aliados internacionales.

Obviamente pudiera decir que la omisión de acciones democratizadoras o en la dirección de una normalización de relaciones con la diáspora, para poner dos ejemplos, son muy negativas. Y lo son efectivamente de cara a una meta política alternativa al orden político existente en Cuba, sea esta de izquierda o de derecha, pero no necesariamente respecto a ese orden establecido que representan Raúl Castro, los tecnócratas y los militares que le acompañan. Y es así porque la élite cubana no experimenta presiones internas sustanciales como para incluir esas acciones en su agenda y para buena parte de la comunidad internacional eso no es un problema. Y para la pequeña parte que sí lo considera un problema —el caso de Estados Unidos— esas aprensiones desaparecerán sea al calor de una mayor importancia económica de Cuba (petróleo, recuperación económica, etc) o de ciertas conveniencias geopolíticas y de seguridad. Y eso lo saben los dirigentes cubanos.

En resumen creo que el General/Presidente ha sido exitoso en varios aspectos medulares al corto plazo, pero enfrenta retos aún mayores en un futuro no muy lejano, en unos casos debido a la propia evolución morbosa de las decisiones incompletas que hoy se toman (programa económico), y en otros debido a los temas que no se trataron y de las decisiones que no se adoptaron (democracia y relaciones con la diáspora).

Todo, incluso los juicios que podamos emitir, están muy condicionados por el timing, pues los dirigentes cubanos está apostando muy fuertemente al corto plazo. El lado negativo de esto es la posposición permanente de los problemas. La ventaja es que ya han dejado atrás la megalomanía milenarista de Fidel Castro, para quien tras él estaba el diluvio. Los militares que acompañan a Raúl no solo tratan de evitar un diluvio apocalíptico, sino también que los chaparrones inevitables les mojen sus crecientes pertenencias.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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