La trajedia de Haiti conmociona a los cubanos

En: Internacional

17 Ene 2010

La solidaridad internacional con Haití tendrá que ser cuantiosa y de largo plazo para procurar no sólo que ese pueblo traumatizado por la pérdida de sus seres queridos, fundamentalmente los niños sin padres, y mutilados sus cuerpos, logre sobreponerse, sino que inicie sólidamente el camino del desarrollo sostenible. Nuestros corazones están con ellos.



LA TRAGEDIA DE HAITI CONMOCIONA A LOS CUBANOS
Rostros desconcertados,  ojos incrédulos,  niños llorando,  cuerpos despedazados,  cadáveres, sólidos edificios en pedazos, madera y adobe de pobrísimas viviendas amontonados.  El Palacio Presidencial con sus cúpulas apenas sostenidas y el Presidente Preval, milagrosamente ileso, con entereza procurando pronto auxilio para su pueblo.  La sede de las Naciones Unidas, cual macabra tumba, tragó al representante del Secretario General, su asistente y más de cien colaboradores. La catedral  sepultó al Cardenal.  Sin distinción de jerarquías, ni ricos ni pobres, todos haitianos en Port au Prince arrasado por el poderoso terremoto y sus réplicas.
El país más pobre de las Américas fue el primero en alcanzar la independencia en 1804, con el levantamiento de los esclavos contra los colonos franceses.  Pero las dictaduras y las violentas luchas han lastrado su desarrollo como nación.  En 1957 comenzó la dinastía de Francois Duvalier (Papa Doc), proclamado presidente vitalicio en 1964, y sustituido al morir por su hijo Jean Claude (Baby Doc) hasta la insurrección popular en enero de 1986.  Las elecciones no cambiaron sustancialmente el autoritarismo y las pugnas, hasta que se iniciara en 2004 una etapa de normalización con el Presidente René Preval, bajo los auspicios de los cascos azules de las Naciones Unidas, al mando de Brasil.  Ese año las catástrofes naturales también dejaron miles de muertos y desaparecidos, por lo que se diseñó un programa para sortear la pobreza y comenzar a desarrollar el país, con el expresidente Bill Clinton como enviado especial de la ONU.
La temporada ciclónica de 2009 pasó sin grandes envestidas y parecía que Haití finalmente tendría su cielo despejado.  No se conocía o recordaba que en 2008 científicos habían vaticinado que  podría ocurrir un gran terremoto o varios menores en los próximos años.  El personal médico cubano, que se encontraba allí este 12 de enero, indudablemente está desplegando todo su sensibilidad y profesionalidad de forma encomiable.  Desde hacía varios años, el gobierno de La Habana realizaba su tradicional envestida propagandística, que muy eficientemente utiliza para ganar espacio a costa de nuestros profesionales y el dolor humano.  La solidaridad de las autoridades es muy interesada para recibir réditos políticos, que en esa ocasión está manipulando.
La población de Cuba se siente conmovida por la catástrofe humanitaria en Haití, y al mismo tiempo comenta la suerte que tuvo la ciudad de  La Habana porque los tres devastadores huracanes de 2008 no pasaron por ella, pues con el estado calamitoso de sus construcciones hubiera sido devastada.  Seguramente los dirigentes cubanos han sentido igual alivio, porque el resto del país lleno de inmuebles decrépitos se derrumbó, pero eso no tiene el mismo impacto a los ojos del exterior.  Ahora claman que las viviendas haitianas son de adobe, pero no reconocen que las cubanas son de madera carcomida o yagua, con techos de viejas tejas, finas láminas de zinc, asbesto cemento u hojas de palma.  La mayor parte de las familias que perdieron total o parcialmente sus moradas, aún esperan porque se les construyan o suministren materiales para repararlas.  No es cuestión de depender del “papá Estado”, es que no hay opción de compra y reparación sin la tutela estatal.
No pueden esconder la inmediata movilización internacional para socorrer al pueblo haitiano, con brigadas de salvamento, personal médico y ayuda humanitaria.  Todo eso fue brindado para los cubanos cuando gran parte del archipiélago  fue barrido por los huracanes, pero el pueblo no pudo decidir como es usual.  El gobierno se negó a recibir asistencia con su tradicional prepotencia, y la poca que ha admitido, ha debido sortear grandes dificultades.
La dolorosa experiencia de Haití debería motivar a los gobernantes a reflexionar, porque Cuba no afrontó huracanes en 2009, pero podrían ocurrir desastres naturales este año y las condiciones serán todavía más adversas, ya que la crisis económica, política y social se agudiza aceleradamente por el inmovilismo y el egoísmo de las autoridades.  Cada día es menos fiable la subvención de Venezuela, debido a las crecientes dificultades que afronta el Presidente Chávez.  Es más que tiempo ya de andar con pies soberanos, y liberar la autodeterminación y la creatividad de los cubanos.
La solidaridad internacional con Haití tendrá que ser cuantiosa y de largo plazo para procurar no sólo que ese pueblo traumatizado por la pérdida de sus seres queridos, fundamentalmente los niños sin padres, y mutilados sus cuerpos, logre sobreponerse,  sino que inicie sólidamente el camino del desarrollo sostenible.  Nuestros corazones están con ellos.

La Habana, 16 de enero de 2010

Miriam Leiva
Periodista Independiente

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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