En: Opinión
30 Mar 2010Estos y otros programas de orientación semejante en Bolivia, Ecuador y también en otros países, como El Salvador, Guatemala y Paraguay ponen de manifiesto la labor de zapa y de penetración que instituciones como el CEPS fomentan en los países de América Latina con el propósito de desviar el concepto democrático hacia la centralización del poder y la internacionalización de una ideología neocomunista del Siglo XXI. Esto es preocupante porque, además de Cuba, el CEPS colabora estrechamente con universidades en Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Venezuela.
Interesante articulo publicado en Democracia Participativa:
29 de marzo de 2010
El Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), ubicado en Valencia, proclama que “fue creado en 1993 como lugar de encuentro de un amplio grupo de profesionales, profesores e investigadores de varias Universidades Españolas, que pretenden contribuir con la aplicación práctica de su trabajo intelectual a la transformación de la sociedad en una realidad más justa, democrática y solidaria”. Según sus propias palabras, su misión principal es: “Promover el debate y la investigación en el ámbito político-social con el objetivo de lograr una sociedad más justa y solidaria mediante la redistribución de la riqueza, el fomento de la democracia participativa y las garantías efectivas de protección de los derechos humanos”.
Estos loables propósitos están respaldados por la Universidad de Valencia, a través de la cual el CEPS ofrece programas de cooperación a Cuba, Bolivia, Ecuador y otros países. Además, ofrece asesoría sobre cuestiones constitucionales a Colombia, Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia. De hecho han sido promotores importantes de las reformas constitucionales introducidas en esos países durante los últimos años.
Es notable observar que sus actividades públicas en defensa de los derechos humanos se concentran en los problemas de Colombia, hasta el punto de promover varias concentraciones ante el Consulado de Colombia en Valencia para reclamar contra el “terrorismo de Estado” y el “genocidio político” que achacan a ese país, pero no hacen mención alguna de sus violaciones en otros países a los que ofrecen su colaboración.
Apoyan, sin embargo, “los procesos de cambios sociales en América Latina y la reelección de Evo Morales a la presidencia de Bolivia” o brindan su resuelto apoyo a la “Plataforma Bolivariana de Solidaridad con Venezuela”, que es un instrumento fundamental de los cambios constitucionales en ese país, con el fin de consolidar la autoridad del Presidente Chávez y prolongar indefinidamente su mandato. Es más, el CEPS fue el motor de la reunión del 10º Aniversario de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, organizado por el Tribunal Supremo de Justicia de ese país, en diciembre del 2009, donde se proclamó con matices triunfalistas “el nuevo constitucionalismo latinoamericano”. Por añadidura, este Centro “defensor de los derechos humanos” y de “una sociedad más justa”, se atreve a afirmar que “Venezuela es uno de los pocos países donde, desde la llegada de Chávez al poder, no se han impuesto sanciones graves contra ninguna televisión o radio… es uno de los pocos países con una política clara de democratización de las ondas…Todo lo contrario de lo que ocurre en el resto del «mundo libre»”. Cabe preguntarse si los crecientes ataques contra la prensa libre en ese país los harían cambiar de idea o si es que viven en otro planeta.
Los programas de colaboración con Cuba abarcan cursos de Doctorado y Maestría auspiciados por la Universidad de Valencia y la financiación del periódico de la Federación de Estudiantes Universitarios de la Universidad de La Habana, entre otros proyectos.
En Bolivia han sido en los últimos años promotores fundamentales de sus cambios constitucionales y asesores importantísimos en la redacción de sus textos. Su curso sobre “Bolivia: historia, política y revolución”, dictado en Madrid, pretende “ofrecer una visión para entender el papel protagónico de los movimientos sociales de Bolivia y su extraordinaria contribución en los recientes procesos de movilización antiliberal y el devenir de Bolivia desde la llegada de Evo Morales a la presidencia” . También crearon recientemente una “Escuela de formación de formadores en Derechos constitucionales” en Bolivia.
Estos y otros programas de orientación semejante en Bolivia, Ecuador y también en otros países, como El Salvador, Guatemala y Paraguay ponen de manifiesto la labor de zapa y de penetración que instituciones como el CEPS fomentan en los países de América Latina con el propósito de desviar el concepto democrático hacia la centralización del poder y la internacionalización de una ideología neocomunista del Siglo XXI. Esto es preocupante porque, además de Cuba, el CEPS colabora estrechamente con universidades en Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Venezuela.
Lo más inquietante de esta realidad, que no se limita al CEPS ni a la Universidad de Valencia, es que parte del financiamiento que la hace posible proviene del mismo gobierno español que favorece y promueve el “acercamiento a Cuba” y la anulación de la “Posición Común” europea respecto a ese país. Mucha de esta responsabilidad recae en la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores, en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, y también en la diputación de Málaga y en la Generalitat de Catalunya.
Estos datos han sido extraídos de la página WEB de la Fundación CEPS. Conviene ir descubriendo a quiénes promueven los regímenes autoritarios y totalitarios en América Latina, que son muchos y muy variados, desde instituciones académicas hasta gobiernos, tanto los que transitan por procesos democráticos, como el de España, como los que promueven la subversión y la violencia, como los de Corea del Norte, Irán y hasta la propia Rusia, hoy día manejada por un antiguo represor de la KGV.
Los gobiernos autoritarios que se aplican a este tipo de subversión internacional son fácilmente reconocibles, pero no así las instituciones académicas que se amparan en la libertad de enseñanza que les permiten los países democráticos desde los que promueven esta labor.
El recurso académico les permite desde sus cátedras impulsar propuestas filosóficas e ideologías que fomentan el “neohabla” o “neolengua” tan magistralmente desenmascarado en la famosa obra “1984” de George Orwell. En ese libro, por ejemplo, el gobierno totalitario elimina los significados no deseados de la palabra “libertad”, de forma que el propio concepto de libertad política o intelectual deje de existir en las mentes de los hablantes. La trama gira alrededor de esta enorme confusión de las ideas mediante el idioma. En la vida real, los regímenes comunistas del siglo XX utilizaron tácticas semejantes con palabras tales como “popular”, “pueblo” y “democracia”. La penetración ideológica consiguió que el mundo entero adoptara el término de “democracia popular” como sinónimo del sistema soviético y que el imperialismo totalitario del bloque comunista se identificara como una variante ideológica del “socialismo”.
Hoy día se vuelve a recurrir a la palabra “socialismo” para justificar proyectos y programas de gobierno que conducen al centralismo del poder y a sistemas represivos. También proclaman gobiernos como el de Cuba, Venezuela o Bolivia, que sus reformas constitucionales y sus leyes represivas son producto de una “democracia participativa” que rige desde las “Asambleas populares”. El “Socialismo del Siglo XXI” que proclaman como la panacea reformadora impulsada por las masas en participación democrática y multitudinaria utiliza ominosamente esta misma “neolengua” para encender ilusiones y justificar abusos.
La “democracia participativa” así manipulada no es otra cosa que una oclocracia implantada por un caudillo y su cuadrilla de testaferros que gobiernan impune y caprichosamente con el apoyo de las turbas ciegamente manipuladas por el aparato estatal. El tal Socialismo del Siglo XXI no es siquiera una ideología analíticamente identificable sino una suma de lemas, consignas y proclamas orientadas a polarizar la población y consolidar el poder centralizado. En este contexto, la tarea de las instituciones académicas donde se proclaman las bondades de estos regímenes consiste en estructurar la “neolengua” como una forma prestigiosa de darle un barniz de legitimidad a los abusos y la represión.
Gerardo E. Martínez-Solanas
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".