En: Opinión
5 Sep 2010La ingobernabilidad democrática es una derivación de la lucha cívica no violenta. Toma de ésta, las demandas de todos los derechos: políticos, civiles, etc. pero no interfiere en los derechos de los demás, contemplados en las leyes internacionalmente reconocidas. Se fundamenta principalmente en el emplazamiento a los gobernantes para que respeten los derechos ciudadanos, incluyendo los contemplados en la Carta Universal de los Derechos Humanos.
La ingobernabilidad democrática como instrumento de lucha.
Víctor E Sánchez
Periodista Independiente
victorernestosanchez@ymail.com
Santiago de Cuba, 04 de septiembre del 2010 – La ingobernabilidad democrática es la reivindicación social de todos los derechos. Una actitud permanente en el ejercicio de la democracia, que comienza con la auto liberación de las personas, asumiendo como derecho lo conceptos universales de la libertad y desobedeciendo todo aquello que la coarte. La ingobernabilidad democrática es aplicable en todos los regímenes dictatoriales: totalitarios, autoritarios, etc. pero siempre tomando en cuenta sus propias peculiaridades.
La ingobernabilidad democrática es una derivación de la lucha cívica no violenta. Toma de ésta, las demandas de todos los derechos: políticos, civiles, etc. pero no interfiere en los derechos de los demás, contemplados en las leyes internacionalmente reconocidas. Se fundamenta principalmente en el emplazamiento a los gobernantes para que respeten los derechos ciudadanos, incluyendo los contemplados en la Carta Universal de los Derechos Humanos.
Los métodos de los sistemas totalitarios son procedimientos científicamente probados y metodológicamente aplicados. Se necesita para enfrentarlos un procedimiento que contenga los elementos mínimos de comportamiento diario y ante las acciones represivas como: los actos de repudio, los registros, las detenciones y los encarcelamientos. Se deben tener en cuenta aquellas prácticas comunes, tanto físicas como psicológicas, que los órganos de inteligencia usan contra los activistas políticos y sociales, para que conozcan premeditada como reaccionar ante ellas.
La ingobernabilidad democrática necesita de una voluntad cívica, que debe formar parte de una disciplina espiritual y psicológica de los líderes, para llevarla a cabo. Y de una conciencia nacional, comenzando por la dirigencia superior opositora, para evitar que las artimañas del poder puedan hacerlos caer en su propia trampa.
La indefensión adquirida es parte de los mecanismos sistémicos de los regímenes totalitarios, que se establece como una cultura. El uso excesivo de la fuerza y el castigo ejemplarizante de cualquier actitud contestataria, impiden el surgimiento de reclamos públicos o manifestaciones. Incluso de los servicios básicos de la población, entonces qué decir, de los derechos civiles y políticos, que conllevan más riesgos y son menos atractivos para la población común.
La fuerza de la ingobernabilidad democrática está en su reclamo y cuestionamiento generalizado al gobierno, responsable de todo: de lo que se atribuye y de los daños y perjuicios que su incompetencia causa a la población. La inconformidad social, política y económica deben ser las herramientas básicas para emplazar a los representantes del régimen a cualquier instancia. La sociedad debe interiorizar que le asiste la razón moral para defender su derecho a reclamar y protestar ante las condiciones en que vive el país. Las demandas sociales son los pilares de los fundamentos políticos, no se puede ver una cosa separada de la otra. La representación política se adquiere liderando las aspiraciones sociales de los pueblos.
La ingobernabilidad democrática, aunque es un fenómeno de masas, debe ser orientada, canalizada y liderada por la oposición política y la sociedad civil. La estrategia consiste en empoderar a la población en su justo de reclamo de sus derechos, comprometer a las autoridades con su responsabilidad de servir ante la sociedad y saturar la represión como estrategia de lucha.
Los líderes de la oposición política y de la sociedad civil son los primeros que deben interiorizar el alcance y estrategia de la ingobernabilidad democrática. Entender que con la implementación masiva de sus métodos alcanzarán el propósito de la unidad en la lucha, sin buscar esa unidad estructural, que muchos se proponen y que se hace imposible de lograr. No obstante, la efectividad de la ingobernabilidad democrática depende de la capacidad de los líderes de preparar y capacitar a sus activistas en este método de lucha, que a su vez serán los encargados de ponerlos en práctica y servir como detonantes en las demandas sociales.
Las acciones bajo este método de lucha deben ser de interés común, nunca en beneficio o propósito de una persona. Lo único que es individual es la actitud y comportamiento bajo estas prerrogativas, en las circunstancias especificas de enfrentamiento.
La estrategia ante la actitud de indiferencia o de oídos sordos, que las autoridades puedan asumir a los reclamos presentados por la población, será la divulgación masiva de las denuncias presentadas, los reclamos sociales y de las propias deficiencias del régimen, que aunque todo el mundo las conoce, al ser puestas en evidencias obliga la reacción de las autoridades gubernamentales.
Los reclamos masivos, no necesariamente tienen que ser manifestaciones populares, tal vez puedan aparecer espontáneamente en etapas subsiguientes, cuando las masas adquieran una mayor responsabilidad en la toma de decisiones. Sin embargo, la ingobernabilidad democrática, contempla el método de la protesta masiva interna, que hace más efecto, más civilizada, participan entes pensantes y ponen en menos riesgos a la población, que casi siempre queda como víctima de los excesos y abusos de las fuerzas represivas.
Uno de los propósitos más importantes de la Ingobernabilidad Democratícela es la masificación y diversificación de la lucha en busca de la represión saturada. No podemos tener hombres montañas, hombres orquestas, que sean objetivos ejemplarizantes del régimen y potenciales candidatos a la manipulación. La lucha tiene que estar presente en los campos y las ciudades. Los lugares de silencio tienen que adquirir su propia voz.
Eso es imposible de controlar y la ingobernabilidad se hará presente. Y lo fundamental, no existe el marco legal para reprimir a quien demanda lo que por moral se le debe dar. La causa inventada aquí no tiene cabida, no hay cárcel para tanta gente. ¡Pa’la calle!
La Ingobernabilidad Democrática no es ocultar lo que hacemos, sino desobedecer lo que se nos impone. La importancia de esta iniciativa es que aunque el enemigo conozca la estrategia, no tiene la capacidad de neutralizarla, porque parte de su propia naturaleza. La Ingobernabilidad Democrática tiene la fuerza de la lluvia, que aunque la veamos venir, no se puede evitar. Entonces, como dijera nuestro Apóstol José Martí: “Es la hora de los hornos, y no ha de verse más que la luz”
Nota: En estos momentos se está redactando la Guía de Estudios, a desarrollar por el Centro de Estudios Estratégicos para la Democracia Proactiva, José Ignacio García Hamilton de Santiago de Cuba, que contempla un Código de comportamiento, entre otras cosas, frente a las citaciones, registros, detenciones, interrogatorios y encarcelamientos.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".