La eterna espera.

En: Opinión

7 Ene 2010

Las amenazas lanzadas por Raúl Castro a la sociedad civil también patentizan la pretensión de querer solucionar las consecuencias políticas de las crisis, provocadas ante todo por el mal manejo de la economía, a través de la violencia. Un terrible error, pues denota falta de comprensión sobre la situación actual y la presencia de nuevas generaciones sin compromisos con el pasado, atenazadas por un régimen que cierra las oportunidades de crear un justo futuro.



La eterna espera.
Oscar Espinosa Chepe

Las esperanzas del pueblo cubano sobre la llegada de transformaciones estructurales y de conceptos, que liberen a la sociedad de la terrible crisis que afronta desde hace decenios, continúan sin concretarse. Mientras, los problemas se acumulan a niveles insoportables, con el incremento de  las penalidades y sufrimientos de una ciudadanía asfixiada bajo los efectos de un sistema disfuncional que impide el desarrollo del poder creativo de las personas. La destruida economía es cada vez menos sostenible, lo cual trae como consecuencia que las perspectivas de Cuba como nación estén bajo una seria amenaza; peligro  advertido, incluso, por  académicos oficiales.

En ese preocupante contexto, el Presidente Raúl Castro pidió más tiempo para evitar los riesgos de lo que llama “la improvisación y el apresuramiento”, en su discurso en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular en diciembre de 2009, después de 19 meses de gobierno provisional y casi dos años de gobierno efectivo. De sus palabras se desprende que las urgentes reformas requeridas para un país sumamente enfermo continuarán postergándose.
La situación es incomprensible a todas luces. Ni siquiera la Conferencia del Partido Comunista esperada durante la segunda mitad del año se realizó, sin que exista idea de cuándo se efectuará. Mucho menos se vislumbra el eternamente pospuesto congreso del Partido Comunista, la autoproclamada “vanguardia” de la sociedad cubana.  Únicamente existe un alto nivel de incertidumbre e inmovilismo, mientras Cuba se desmorona.
En ese discurso también se aprecian serias contradicciones. Al mismo tiempo que se plantea la necesidad de ahorrar y que no se puede gastar más que lo que se tiene, a fines de noviembre se efectuaron costosísimas maniobras militares, en momentos cuando en Estado Unidos la Administración Obama ha dado señales evidentes de su disposición a efectuar pasos efectivos para reducir la confrontación  entre  ambas naciones. Tal parece que esos ejercicios, más el notable incremento de la represión contra la sociedad civil, constituyen un intento de destruir las perspectivas de acercamiento y prolongar el enfrentamiento.
Paralelamente, después de los hipócritas y contradictorios pronunciamientos sobre el actual Presidente norteamericano en la etapa pre-electoral y en el momento de su elección, ahora  se le ataca y provoca desembozadamente, cerrando filas con los sectores más conservadores de Estados Unidos, con los objetivos de boicotear la oportunidad de mejorar las relaciones, y dificultar la labor del presidente Obama, enfrentado a colosales dificultades heredadas de la anterior Administración.

Las amenazas lanzadas por Raúl Castro a la sociedad civil también patentizan la pretensión de querer solucionar las consecuencias políticas de las crisis, provocadas ante todo por el mal manejo de la economía, a través de la violencia. Un terrible error, pues denota falta de comprensión sobre la situación actual y la presencia de nuevas generaciones sin compromisos con el pasado, atenazadas por un régimen que cierra las oportunidades de crear un justo futuro.
El Presidente, en su exposición, reiteró la necesidad de representatividad de los negros y mulatos en cargos de dirección. La revolución creó muchas expectativas sobre el mejoramiento de la situación socio-económica de este importante sector de la población. Aunque con posterioridad a 1959 hubo avances en tal sentido, resulta indiscutible que quedaba mucho por hacer. Así,  los cubanos tuvieron mayor acceso a la educación y la salud, siendo abolidas prácticas segregacionistas y ofensivas a la dignidad humana, como los clubs exclusivos para blancos. Sin embargo, al fracasar estruendosamente el proclamado proyecto económico, y sobre todo desde 1990 con la pérdida de las subvenciones soviéticas, el nivel de vida de la inmensa mayoría de los cubanos se  desplomó.
Pero el de negros y mestizos, por ser los mayoritarios en el sector más pobre de la población, es el más afectado por el incumplimiento de las promesas iníciales de progreso y oportunidades para todos las personas.
Institucionalmente se puede dar iguales derecho a todos los ciudadanos, pero si unos continúan hacinados en cuarterías y afrontan serias carencias existenciales, ellos y sus hijos difícilmente pueden competir con quienes tienen mejores condiciones para su desarrollo, reproduciéndose la pobreza, la incultura y la marginación en las nuevas generaciones.
En adición, quizás por las expectativas creadas de igualdad y avance social, relativamente pocos negros y mulatos abandonaron Cuba, por lo cual, actualmente en un porcentaje significativamente superior al de los cubanos blancos, carecen de familiares en el exterior que los ayuden económicamente, de manera que su situación material es muy delicada.
La política para promover a cargos de dirección a los negros y mulatos mediante mecanismos burocráticos no es justa ni efectiva, ya que se designa desde arriba sin tener en cuenta las capacidades reales, sino la obediencia política. Existen eminentes antecedentes en políticos e intelectuales como Antonio y José Maceo, Juan Gualberto Gómez, Nicolás Guillen, Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias, entre una larga lista de personalidades aceptadas unánimemente como glorias nacionales, que llegaron a cimeras posiciones por sus méritos y esfuerzos, sin depender del clientelismo.
En tanto, el  gobierno ha discriminado a relevantes figuras de diversas esferas del saber y las artes, como Celia Cruz y Bebo Valdés por haber tenido opiniones políticas distintas y haberse marchado, lo cual, además, ha privado al pueblo de disfrutar sus valores. El problema de la falta de representatividad racial, es otra consecuencia del fracaso político, económico y social de más de cincuenta años de voluntarismo, y no tendrá solución hasta tanto no se remueva totalmente el sistema que ha llevado al país al  desastre.

Raúl Castro, al asumir el poder provisionalmente el 31 de julio de 2006 y especialmente con su discurso del 26 de julio de 2007, creó grandes expectativas de cambios. En sus intervenciones desde entonces, ha dado la impresión de tener consciencia de la grave crisis nacional. Sin embargo, no ha sido consecuente en los hechos.

La Habana/ene. 2010.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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