La eterna cadena

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11 Ene 2012

De nuevo ha ocupado lugares estelares en el debate oficial las demoras en los cobros y los pagos entre las empresas e instituciones, y de algunas de ellas con el sector privado. Este fenómeno ha estado presente en la economía permanentemente a lo largo de los años y con intensidad se vuelve a discutir a la luz de grandes escándalos de corrupción cometidos al amparo de la larga cadena de impagos, y a otras cuestiones relacionadas con el gran descontrol imperante.



La eterna cadena


Por: Oscar Espinosa Chepe

Economista y Periodista independiente

Ex preso de conciencia grupo de los 75

Enero 10 de 2012

De nuevo ha ocupado lugares estelares en el debate oficial  las demoras en  los cobros y los pagos entre las empresas e instituciones,  y de algunas de ellas con el sector privado.  Este fenómeno ha estado presente en la economía permanentemente a lo largo de los años y con intensidad se vuelve a discutir a la luz de grandes escándalos de corrupción cometidos al amparo de la larga cadena de impagos, y a otras cuestiones relacionadas con el  gran descontrol imperante.
Hasta el presidente Raúl Castro se refirió a este asunto en su discurso resumen de la sesión de la Asamblea Nacional, efectuada  el 23 de diciembre. El tema está unido a las características de la economía centralizada cubana. Su génesis se halla fundamentalmente en la improductividad y falta de eficiencia de las empresas, que hace que  una cantidad elevada de ellas trabaje con pérdidas, y por consiguiente no puedan cumplir sus compromisos de pago.  Por supuesto si  las empresas acreedoras no pueden cobrar, también deben retener los pagos a otros sujetos económicos, produciéndose la llamada “cadena de impagos”, que en mayor o menor magnitud siempre ha existido.
En adición influye la indisciplina y el descontrol existente en las empresas y entidades presupuestadas. Problemas promovidos por muchos factores como una contabilidad ineficiente, con personal mal retribuido, peor priorizado y sin el debido reconocimiento social, a lo que se agrega un considerable atraso en las técnicas para registrar correctamente los hechos económicos. También influye negativamente la variedad de precios existentes para  un mismo producto, formados por lo regular sin tener en cuenta los costos reales y el mercado; a lo que se une la irracional diversidad de formas de comercialización (racionada y venta libre, mercados de oferta y demanda, mercados controlados, bolsa negra, todos en pesos, así como diversas modalidad de las tiendas de venta en divisas), y la dualidad monetaria.  Además, durante años muchos los dirigentes de las empresas y entidades presupuestadas han sido seleccionados por la militancia política, sin otorgar adecuada importancia a los conocimientos económicos, lo que ha originado poca atención a esos temas e incomunicación con el personal dedicado a ellos.

Todo este entramado irracional,  en una economía altamente centralizada, llena de trabas burocráticas y de prohibiciones absurdas, crea  unas condiciones ideales para la desorganización y el descontrol,  caldo de cultivo para el desarrollo de los delitos. Por otra parte, las empresas carecen de potestad de decisión, están depauperadas tecnológicamente, reciben los planes de los niveles superiores, y por lo general no tienen control alguno sobre el aseguramiento de los recursos materiales necesarios para producir o prestar servicios. En esas condiciones difícilmente pueden ser rentables, si no tienen posibilidades de decidir y tomar medidas sobre sus niveles de producción, inversión, empleo, formación de precios de los artículos y servicios que generan y otros decisivos elementos de su gestión.
En cuanto al empleo, el gobierno ha reconocido que sobran más de un millón de trabajadores.  Eso se debe a que en muchas unidades productivas las plantillas están infladas, lo que impide organizarlas, y aumentar la productividad y el salario real. Según cálculos del conocido economista Carmelo Mesa-Lago -coincidentes con evaluaciones realizadas por otros especialistas residentes en la Isla-  el salario real de los trabajadores cubanos cayó el 73,0% entre los años 1989 y 2010.  Los datos brindados a la sesión de la Asamblea Nacional, el pasado diciembre, por el ministro de Economía y Planificación, Adel Yzquierdo, en 2011 el salario nominal medio mensual solo creció en  2,3% con respecto al año anterior,  y aunque no citó el índice de inflación, está claro que fue muy superior, teniendo en cuenta, entre otras, las considerables alzas en la electricidad, los alimentos y los artículos de tocador y limpieza, lo cual indica que el salario real  continúa deteriorándose. En cuanto a la pensión media mensual, la ministra de Finanzas y Precios, Lina Pedraza, la ubicó en 255 pesos en 2011,  para un crecimiento del 4,1%, respecto al 2010 (244.86 pesos), un porcentaje que también debe ser inferior al incremento de los precios en el recién finalizado año.
El proceso de reorganización de la fuerza de trabajo se ralentizó y se calcula extraoficialmente que la cantidad de empleados relocalizados no pasó de 150,000 en 2011.  Para 2012 se espera que  solo  serán reubicados 170 000 trabajadores, según el ministro Yzquierdo.  A ese paso ni la ampliación a 5 años del cronograma de reorganización, previsto inicialmente para 3 años, será suficiente, por lo que se mantendrán los bajos niveles de productividad y los salarios reales desmotivadores de la eficiencia laboral.  El pago de acuerdo con el trabajo tampoco se podrá aplicar en la extensión necesaria, a lo cual también contribuye negativamente la falta de autonomía de las empresas, en un sistema con un alto grado de gestión centralizada que asfixia las iniciativas.
Paralelamente el gobierno está priorizando el establecimiento de contratos entre las entidades estatales, y de ellas con el sector privado, lo cual posee aspectos positivos.  Sin embargo, la falta de autonomía de  éstas dificulta que eso funcione correctamente, pues dependen de muchas decisiones y factores ajenos a su control.  Al mismo tiempo no existe un sistema jurídico plenamente constituido para determinar las responsabilidades de los sujetos económicos, por ejemplo en la determinación de  penalidades efectivas a las empresas incumplidoras, leyes de bancarrota y otros mecanismos jurídicos.  Pero incluso aunque se establezca un cuerpo coherente de normas, será muy difícil su cumplimiento, si antes no se realizan transformaciones estructurales que independicen las empresas y entidades del fuerte control central.
Como en otros aspectos de la economía, los cobros y los pagos dependen de una profunda reestructuración estructural de la sociedad cubana desde el punto de vista económico, político y social, de forma integral.  Si continúan demorándose estos cambios urgentemente necesarios, no se solucionarán los problemas con los cobros y  los pagos, y  seguirán agudizándose las dificultades generadas por esa situación.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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