Haz lo que digo, y no lo que hago y Racismo en Cuba, un tema controvertido

En: Opinión

1 Jun 2010

Los que provocan mi reacción son los comentarios sobre el tema realizados en Cuba. Ya se sabe que el sistema totalitario establecido en nuestra Patria no desperdicia una sola oportunidad de atacar al vecino del Norte, pero si hay algún tema en que el castrismo no tiene un ápice de fuerza moral para criticar es precisamente éste.



HAZ LO QUE DIGO, Y NO LO QUE HAGO

31-05-2010.

René Gómez Manzano

Abogado y Periodista Independiente

Foto: Rene de Jesus Gomez Manzano

Foto: Rene de Jesus Gomez Manzano

(www.miscelaneasdecuba.net).- Desde hace semanas, la opinión pública de todo el mundo ha estado pronunciándose sobre la Ley SB 1070, dictada a fines de abril en el estado norteamericano de Arizona.

La mayoría de los criterios son harto hostiles al documento, que ha sido calificado como “anti inmigrantes”. Las protestas han resultado especialmente significativas en los propios Estados Unidos, donde el pasado primero de mayo hubo manifestaciones en veintenas de ciudades.

No es mucho lo que puedo comentar al respecto. Ése es un país democrático, y es perfectamente normal que los ciudadanos que se consideran afectados injustamente —en especial inmigrados y sus familiares— expresen su inconformidad con la medida.

Los que provocan mi reacción son los comentarios sobre el tema realizados en Cuba. Ya se sabe que el sistema totalitario establecido en nuestra Patria no desperdicia una sola oportunidad de atacar al vecino del Norte, pero si hay algún tema en que el castrismo no tiene un ápice de fuerza moral para criticar es precisamente éste.

Primero escribieron sobre el particular los propagandistas del régimen, pero eso —al menos en teoría— eran simples opiniones personales. Sin embargo, el pasado jueves se publicó una Declaración de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Ante esto no puedo quedarme callado, porque resulta verdaderamente inaudito que el régimen de La Habana critique a otros por lo mismo que él hace constantemente.

El documento oficial cubano afirma que la ley en cuestión tiene “carácter racista”, y critica especialmente que ella permita a la policía “usar el perfil racial para detener a cualquier persona si tiene sospecha razonable de que es un ilegal”.

¡Las cosas que hay que leer! ¿Será posible que los señores diputados que integran la Comisión no sepan que los agentes represivos de Cuba, cada vez que se les ocurre, detienen en la vía pública y demandan la exhibición del carné de identidad a cualquier ciudadano, y esto sin que exista “sospecha razonable”!

Ese actuar arbitrario —el cual, por cierto, no está basado en disposición legal alguna— se realiza de modo preferente —como todos saben— contra los jóvenes de ascendencia africana; por consiguiente, se trata de una práctica viciosa de carácter claramente racista.

Acto seguido, la flamante Declaración pasa a criticar de modo virulento que la citada disposición SB 1070 actúe “criminalizando de hecho a los inmigrantes sin papeles”. Eso es cierto, ¡pero es el colmo que esa crítica parta de los diputados cubanos, cuando en nuestro Código Penal aparece plasmado —desde hace muchos años— exactamente eso mismo que ahora se reprocha a la ley de Arizona!

¿Qué, si no criminalizar el mero hecho de penetrar ilícitamente al país, es lo que hace el artículo 215 del vigente código represivo cubano, referente al delito de Entrada Ilegal en el Territorio Nacional? ¡Ese precepto prevé sanciones de hasta tres años de privación de libertad!

Nada, que los funcionarios y los publicistas cubanos parecen empeñados en aplicar el conocido refrán: Haz lo que digo, y no lo que hago.

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5 de abril, 2000

Racismo en Cuba, un tema controvertido

Mario J. Viera González, Cuba Voz

Foto: Pareja interracial

Foto: Pareja interracial

LA HABANA, abril – El tema del racismo en Cuba o del prejuicio racial es uno de los más escabrosos en el actual contexto sociológico del país. El gobierno socialista afirma rotundamente que la discriminación racial ha sido definitivamenhte suprimida por la aplicación de su política de igualdad.

Dentro del ordenamiento jurídico del socialismo cubano el racismo, o más bien su manifestación como acto discriminatorio, constituye un hecho delictivo. El artículo 42 de la ley suprema del Estado socialista declara: «La discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo, origen nacional, creencia religiosa y cualquier otra lesiva a la dignidad humana, está proscrita y es sancionada por la ley».

Por otra parte, el Código Penal o Ley 62 establece en su artículo 295 una sanción de seis meses a dos años de privación de libertad o multa de 200 a 500 cuotas, o ambas, al que discrimine a otra persona o incite a la discriminación o difunda ideas basadas en la superioridad u odio racial o cometa actos de violencia o incite a cometerlos contra cualquier raza o grupo de personas de otro color u origen étnico. Sanción ésta, no obstante, muy benévola si se la compara con la prevista para el muy sui generis delito de «propaganda enemiga» que es sancionado hasta con ocho años de privación de libertad o con la de hasta tres años de prisión por el denominado delito de desacato al presidente del Consejo de Estado, al presidente de la Asamblea Nacional y a los miembros de los Consejos de Estado y de Ministros o a los diputados de la Asamblea Nacional.

Estas previsiones jurídicas sobre el problema de la discriminación racial o étnica aparentemente constituyen un progreso dentro de la tradición jurídica cubana. Si bien es cierto que la Constitución Republicana de 1940 declaró punible en su artículo 20 «toda discriminación por motivo de sexo, raza, color o clase y cualquiera otra lesiva a la dignidad humana», también es cierto que en su ley penal objetiva, el Código de Defensa Social, no se recogió ninguna norma semejante a la del artículo 295 del Código Penal actualmente en vigencia. Sin embargo, ¿se puede negar objetivamente y con pleno ajuste a la realidad social que en Cuba no hayan manifestaciones de racismo y discriminación racial o prejuicios raciales?

La respuesta a esta interrogante conlleva cierta complejidad. Cuba es un país en el que predominan casi exclusivamente dos etnias: la raza europoide y la negra originada en el Africa y establecida en el país por la trata negrera que mantuvo la esclavitud hasta muy avanzado el siglo XIX. La convivencia de ambos grupos raciales atravesó por diferentes etapas que no son materia de éste artículo, y marcaron las relaciones de aceptación y rechazo entre un grupo y otro. Sin embargo, desde las guerras de independencia hasta la fecha, Cuba no se caracterizó por ser un país racista como pudo ser el Sur profundo de los Estados Unidos o la Sur Africa del apartheit.

Cuando es derrocado el gobierno de Fulgencio Batista, un mulato de origen humilde que llegó a ser jefe del ejército, presidente constitucional y tirano, el gobierno que asumió entonces la dirección del país manipuló exageradamente el tema de la discriminación racial para apoyar sus proyecciones populistas y ganarse el apoyo incondicional de los negros cubanos con el fin de reforzar sus posiciones frente a las clases cultas y acomodadas del país.

Cuarenta años después muchos negros se consideran discriminados. Pero cuando se les pide argumentos que demuestren la certeza de su discriminación, sólo pueden referirse a situaciones excepcionales aisladas o a criterios muy subjetivos. No obstante la población penal en Cuba es mayoritariamente negra, y en el gabinete cubano hay menos negros que en el de los Estados Unidos. Son pocos también los negros presentes en los niveles más altos del partido gobernante, y su presencia es escasa entre los secretarios generales de las organizaciones provinciales de ese partido. Este es un fenómeno al que muchos se han referido; sin embargo, por sí sólo no es una prueba irrefutable de la existencia de la discriminación oficial del negro.

El racismo es un fenómeno cultural, forma parte de la ideología. Su componente subjetivo es la etnofobia, el rechazo a los miembros de todo aquel que no pertenezca a la propia etnia, y esta clase de racismo existe en Cuba de blancos hacia negros y de negros hacia blancos. Y es un fenómeno de reciente resurgimiento en Cuba o de formación nueva adoptando formas que no se conocieron en la época republicana.

Manipulando al negro el gobierno exageró el racismo de la República y se presentó como si fuera el emancipador de los negros de toda discriminación. La insistencia en el tema de la discriminación racial presentó como a culpables a los blancos ante los ojos de toda la población negra: si los negros habían sido discriminados la conclusión lógica sería porque los blancos los habían discriminados. La concatenación de ideas llevaría a provocar la desconfianza de los negros hacia los blancos, considerados como antiguos racistas y enemigos de la gente no blanca.

Esta situación ha generado tensiones entre las dos etnias básicas de la población cubana y echado por el suelo el ideal de instauración de una verdadera sociedad daltónica. El negro «liberado» del socialismo ha servido como propaganda de uso externo y de ahí la palpable discriminación de los no negros en los equipos deportivos nacionales. Se necesitan las «morenas del Caribe», a los balompedistas y jugadores de basket negros para consumo del Africa que siempre aporta sus votos a favor del régimen de La Habana.

A la pregunta ¿hay racismo en Cuba? no se puede dar respuesta en circunloquios ni esquivarla, sino contestar llanamente: Sí, en Cuba hay racismo. Al menos esa parte psicológica que hemos dado en llamar etnofobia. Este racismo presente en Cuba tiene componentes muy diferentes al tipo que existía antes de 1959, que se manifestaba preponderantemente dentro de algunos sectores sociales y en determinados estratos de la clase media y de la élite social. Ahora la etnofobia es acción y reacción. Un doble vector que apunta hacia un grupo y otro. Es un choque silencioso entre las dos razas con matices gregarios, por lo general los negros prefieren asociarse entre sí aislándose de los blancos en actividades sociales comunes, en fiestas, reuniones de amigos, en el intercambio de tragos, y lo mismo se manifiesta entre los blancos. Cada uno por separado, pero sin llegar a una definida segregación al estilo de Atlanta año 1950. El racismo en Cuba no va más allá de un agudo prejuicio racial planteado en términos del «somos distintos».

Sin embargo, negros y blancos sufren una idéntica discriminación de carácter étnica y que les coloca socialmente por debajo de las prerrogativas que gozan los extranjeros en el país. Ambos grupos están privados por igual del acceso a los mejores hoteles, al disfrute de las mejores playas y balnearios, a la interdicción territorial de lugares exclusivos para los extranjeros como los cayos Coco y Largo, y esta es una humillante realidad, una, que sufren tanto los negros como los blancos cubanos: la discriminación de todo un pueblo.

El cubano es un pueblo apasionado, ardiente, a veces intolerante, pero es un pueblo que se quiere a sí mismo, que es capaz de llamarse uno a otro como hermano, que no se deja arrastrar por el fanatismo y el odio, y que es una verdadera mezcla de razas y culturas. Es un pueblo que es capaz de apretarse en un fuerte abrazo sin importar la raza o el color de la piel, y un día, cuando se le eduque verdaderamente en la cultura de la democracia, ya no habrá cabida en este país para los prejuicios raciales. Cuba algún día será, sin hipocresías ni tartufismos, una verdadera sociedad daltónica incapaz de distinguir colores.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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