En: Derechos Humanos
29 Jun 2010En reciente reportaje del noticiero televisivo, se veían grupos de jóvenes que salían del Yara y hablaban eufóricos de los partidos, en la esquina de L y 23; mostrando camisetas, banderas y maquillajes en las mejillas con las banderas de Alemania, Argentina o Brasil. No obstante algunos preferían quedarse callados por miedo, quizás a expresarse en demasía.
Promociones dependientes.
Por Aimée Cabrera.
La ventanilla del bar cafetería San Juan en la calle Infanta, municipio capitalino de Centro Habana, muestra una decena de ofertas de rones y cigarrillos, todos en moneda nacional.
No se venden caramelos, jugos ni galletas. Tal parece que lo único sano que existe es el cigarro y el ron. Otros puntos de venta cercanos venden similares mercancías, son tan caras como los vegetales y las frutas, pero hacen dependencia en el ser humano que prefiere abstenerse de comer, que dejar de fumar o beber alcohol.
En días pasados se celebró en Cuba el evento internacional Estomatología 2010, que sesionó durante cinco días en el Palacio de las Convenciones. Especialistas del ramo destacaron la importancia de prevenir el cáncer bucal, el cual puede desarrollarse, entre otros aspectos, por hábitos como el de fumar y el alcoholismo.
Quedó aclarado que después de un examen en el que se detecten manchas rojas o blancas, así como ulceraciones se debe acudir de inmediato al estomatólogo. Lo que no se aclara es lo angustioso que resulta ser atendido en una clínica estomatológica, aún si el caso es de urgencia, debido al burocratismo, al mal trato y al oportunismo de quienes se han acostumbrado a recibir dádivas por sus servicios.
Tal parece que como el cigarro y el ron aparecen por doquier, acompañan hasta a los adolescentes que se agrupan cada sábado en la tarde por los alrededores de las principales discotecas ubicadas en la céntrica zona de La Rampa-Calle 23 desde L hasta Malecón.
A pesar de que está prohibido vender estos productos a los jóvenes menores de edad, ellos se las arreglan para obtenerlos, deseosos de mostrarse exhalando humo a la vez que hablan de sus temas preferidos. Una vez que están dentro de estos locales beben ron o cerveza si lo único importante es que tengan el dinero para pagarlas.
En la noche, las chicas vestidas con ropa de marca aparecen por la avenida 23 con largos cigarrillos que recuerdan a las boquillas de antaño, acompañadas por hombres vestidos al último grito de la moda, que van con canecas (pequeñas botellas) de ron o latas de cerveza en una de sus manos.
Nadie hace un brindis con un té, un jugo o una limonada. Los limones con jugo cuestan más de dos pesos y no aparecen en cualquier agromercado, las frutas están a partir de tres pesos la libra, las más baratas; por lo que los más desesperados prefieren no perder el tiempo con elaboraciones, si es más fácil comprar lo que está listo para ser degustado.
La calidad de lo que se fuma o bebe es cambiante. Si están los antes descritos, hay otros que recogen cigarros del suelo y beben ron de la peor calidad, se ven en grupos, diseminados por los parques y las escasas paradas de ómnibus techadas, como en el tramo de Infanta que va desde 27 hasta San Lázaro.
Por allí se les ve en grupos alrededor de una botella, y pasándose un cigarrillo. Son hombres sin casa que lucen sucios, mal vestidos y de lejos, en la oscuridad, parecen bultos indescriptibles.
Unos evaden sus penas a golpe de cigarrillos y buches de ron, otros se embriagan con sus más reconocidas marcas, mientras que poco se hace por mejorar las costumbres del cubano medio, es como si se sintiera satisfacción en promover malos hábitos, causantes de efectos tan negativos en la sociedad como son la muerte y diversas enfermedades.
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Derecho inaplicable.
Por Aimée Cabrera.
La XIX Copa Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010 se celebra este año en una nación que se destaca por la identidad de los anfitriones, y la idiosincrasia heterogénea de sus visitantes.
Estos últimos han incorporado al maquillaje y atuendos con los colores de la bandera de su equipo favorito, el toque africano de esta cita del Deporte Rey; cuando las cámaras muestran a los extranjeros en las gradas, todos lucen felices de haber hecho realidad su sueño, que no es más que asistir allí y regresar a su país.
Casi todos los pobladores del mundo pueden hacerlo, pero el cubano aún no lo puede materializar después de tantas décadas en que la soñada apertura parece no llegar jamás.
Una nueva modalidad para que el público salga de casa es transmitir los encuentros en salas de cine.
Céntricos cines como el Yara y el Payret se suman a la novedad. Son muchos los que la han hecho suya porque la casa les queda chica y molestan a quienes desean ver otras programaciones. También se hacen concursos y se entregan souvenirs de La Copa a los ganadores que son los que tienen a mano un correo electrónico para responder cuanto antes.
En reciente reportaje del noticiero televisivo, se veían grupos de jóvenes que salían del Yara y hablaban eufóricos de los partidos, en la esquina de L y 23; mostrando camisetas, banderas y maquillajes en las mejillas con las banderas de Alemania, Argentina o Brasil. No obstante algunos preferían quedarse callados por miedo, quizás a expresarse en demasía.
El cubano que ama los deportes y no se pierde la transmisión de ningún evento celebrado en cualquier punto del orbe, se pregunta hasta cuándo sufrirá esta injusta prohibición. Según establece el Artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.
El Estado cubano dice que todos los artículos de la Declaración se respetan y ponen en práctica; sin embargo, el 13 no se lleva a la práctica en su totalidad. Hasta la fecha el gobierno ha agrupado a quienes pueden salir del país de la siguiente manera: los que salen por contratos de trabajo, o estudios, los que son invitados por un familiar o los que deciden emigrar, que aquí es sinónimo a destierro.
Duele ver que para que un cubano pueda asistir a un evento deportivo o cultural de renombre, tiene que residir en otra nación. El gobierno que representa a su patria, manipula, chantajea y presiona al ciudadano medio. Ese es uno de los porqués del obsesivo deseo de emigrar del cubano que busca esa vía para poder escapar de tantas prohibiciones.
Los que tocan los claxon de carros que llevan las banderas de los equipos predilectos, cuando estos ganan, se suman a la pasión de los que no se han perdido un partido, todos sueñan con poder viajar , pero deben decidirse por expresar sus criterios, con fuerza, ojalá sean escuchados y respetados en estos tiempos de cambio.
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Apagones sin cesar.
Por Aimée Cabrera.
Ningún municipio capitalino se ha salvado de los apagones, a no ser las escasas zonas con sistema soterrado, o las especiales, por lo que la población teme las roturas de sus equipos electrodomésticos.
En muchos barrios se mantiene bajo el voltaje durante un período de tiempo bastante largo, mientras que en otros se quita y pone la electricidad muy seguido, y en los alejados de la ciudad, ocurren apagones de varias horas sucediendo en horarios como los nocturnos, incluso los fines de semana.
Comentarios y opiniones resultan críticas abiertas a este control del ahorro de energía, el cual lejos de mejorar la situación, la empeora. Adela es una anciana residente en Centro Habana, ella comenta que “el otro día quitaron y pusieron “la luz” más de cuatro veces, y seguido, yo desconecté todo, ¡imagínate si se me rompe el refrigerador, que todavía no he terminado de pagarlo!”.
Otros como Carlos argumentan que “la cuenta de la luz viene siempre alta (tarifa eléctrica) no importa si te la quitan varias veces”, y las quejas van desde el pago mensual por dicho servicio, que no incluye las horas en que no se brinda, hasta los inconvenientes que trae la falta del fluido en el hogar.
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Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".