En: Opinión
9 Ene 2011Estamos hartos de mentiras e injusticias. La inmensa mayoría del pueblo quiere un cambio de sistema político. Hasta quienes en el pasado defendieron al régimen, cada vez apoyan más una transición hacia la democracia. Se sienten engañados, no quieren continuar con el fracaso castrista y desean ser parte de la próxima reconstrucción de Cuba.
Entre la libertad y el miedo
Por: Katia Sonia Martín Veliz
Compatriotas: Durante medio siglo hemos escuchado a los hermanos Castro asegurarnos que nos conducían hacia la sociedad justa y sin penurias del comunismo; pero cada vez estamos peor.
Vivimos en la pobreza y somos víctimas de los abusos e injusticias de un sistema corrupto e incompetente. No tenemos presente y se nos niega el futuro.
A finales del 2010 Raúl Castro tardíamente admitió que el sistema no funcionaba. Como siempre, él y su hermano son inocentes. Culpó a los demás del fracaso, incluso al pueblo cubano. Anunció que tenían que hacer cambios porque Cuba bordea el abismo.
¿Cuál abismo? ¿En el que ha vivido el pueblo por muchos años, o el que preocupa a la tiranía? ¿Cuáles cambios? ¿Los que facilitarán a la familia Castro seguir disponiendo de Cuba como su dominio, o los cambios que nos garantizarán el respeto a los derechos humanos y la prosperidad en una democracia?
Estamos hartos de mentiras e injusticias. La inmensa mayoría del pueblo quiere un cambio de sistema político. Hasta quienes en el pasado defendieron al régimen, cada vez apoyan más una transición hacia la democracia. Se sienten engañados, no quieren continuar con el fracaso castrista y desean ser parte de la próxima reconstrucción de Cuba.
Todos estamos en una encrucijada. Unidos tenemos que escoger entre la libertad y el miedo. No el miedo a la represión, sino el miedo a la libertad.
Ese es nuestro verdadero enemigo. Nuestros carceleros nos han convencido de que la alternativa a esta dictadura puede ser algo peor. Por eso muchos cubanos ven en la libertad una fuente de inseguridad, en lugar de un futuro de justicia y progreso.
No es así. Tenemos pruebas diarias de que los que han huido de aquí están mucho mejor que nosotros. En democracia el desarrollo nos beneficiará a todos; sin ella nos hundiremos más en el abismo.
Democracia no es construir a Cuba a la imagen y semejanza de los Estados Unidos. Los cubanos forjaremos nuestra democracia y nuestro destino con nuestras propias ideas y nuestro trabajo. Estudiaremos las experiencias de otros países y tomaremos lo que nos convenga. Recuperaremos medio siglo de tiempo perdido.
En una democracia no debemos temer a los exilados. Esta es otra invención castrista. ¿Quién en Cuba no tiene o desearía tener un amigo o un familiar en los Estados Unidos, o en cualquier otro país democrático? Con la mentira y el odio la tiranía nos ha dividido, con la verdad y el patriotismo la hermandad nos unirá.
Los exilados remiten anualmente a sus familiares en Cuba mil millones de dólares. Con estos recursos el régimen compra en los Estados Unidos el 85% de la comida del pueblo. Con esas remesas y otros envíos nuestros hermanos ayudan al 50% de la población en la isla. Estén donde estén, ellos son tan cubanos como nosotros y tienen los mismos derechos y obligaciones.
Los compatriotas que han escapado en busca de libertad, prosperan y se destacan en sociedades que respaldan la iniciativa individual y la empresa privada. Es lo que necesitamos, una sociedad dinámica y competitiva que saque a Cuba del atraso y al pueblo de la pobreza.
Una nación donde la educación, la salud, la justicia y la libertad sean el patrimonio de todos. Donde los jóvenes, en lugar de emigrar, sean los motores del desarrollo cultural, científico y material.
Luchemos por una democracia en la cual escojamos a los gobernantes en elecciones libres. Donde nuestros servidores públicos tengan que cumplir las leyes y estén sujetos al escrutinio del pueblo.
Compatriotas, desterremos el miedo, escojamos la libertad. Construyamos nuestro destino sin odios, revanchas, ni violencia. Que nunca más en nuestro país se amenace, insulte, arreste o se fusile a nadie por sus ideas o su activismo político.
Con alegría y con fe, con el favor de Dios, con las armas de nuestra decisión y nuestra voluntad, dejemos atrás la pesadilla del marxismo-leninismo y del castrismo. Abracemos el amanecer de la Nueva República.
No queremos más dogmas ni fórmulas perfectas. No queremos más iluminados infalibles. ¡Abajo la dinastía! ¡Viva la libertad!
Patria Pueblo y Libertad Cuba Independiente y Democrática (el CID)
La Habana, enero 1 de 2011
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".
2 Comentarios para Entre la libertad y el miedo
Raoul Duval
enero 10th, 2011 at 1:52 am
Estimada Katia Sonia:
Todas estas cosas a las que hace referencia en su artículo muchos las saben. Gracias por repetirlas porque, sobre todo viniendo de Ud. aunque sean las mismas palabras tienen más peso por decirlas desde suelo cubano y tener su valentía.
El problema de la gerontocracia es que ellos jamás permitirán una transición por la vía pacífica ni abandonaran el poder. Siempre he dicho que a los Castro hay que darle candela por donde se le da al macao para que suerten la mordida.
Deseándole a Ud. a Pedro Pablo Alvarez y a tantos otros que alzan su voz desde suelo cubano, un Feliz Año Nuevo. Que en este nuevo año podamos todos ver una Cuba libre.
Jose Vilasuso Rivero
enero 12th, 2011 at 12:36 am
Lamento opinar que el exilio no parece lo suficientemente consciente de su deber con el pueblo cubano del patio. Creo que son demasiados los exilados con recursos que muy poco hacen por mantener los lazos con los de allá y mucho menos emplear su potencial económico con un mínimo de solidaridad para quienes nos necesitan desesperadamente en la tierra que nos vio nacer. Pero estamos a tiempo. Se requieren recursos para publicaciones que entren al país y digan la verdad que la censura oficialista y extranjera sostienen como arma indispensable para la permanencia del sistema actual. Hay que comunicarse telefónicamente, con mensajeros y viajantes, escribir a los familiares y amigos de dentro, y enviarles todo lo que se pueda: comida, dinero, ropa, medicinas, juguetes, publicaciones, etc El contacto personal es la varita mágica para los desafortunados del patio. Y no olvidemos que esta es una lucha contra el mal, Dios está de nuestra parte, pero hay que acudir a El. Oremos por Cuba. .