El manual de urbanidad de Carreño

En: Opinión

19 Feb 2011

Hace días Eulalio «Lalo» Beruvides, en un almuerzo en honor a Maurilio Márquez, me preguntó qué estaba pasando en Cuba y respondí que pocas veces sé qué pasa en la isla. Estoy a demasiadas millas del pueblo cubano, y el hecho de vivir en libertad, y ellos en el miedo, nos hace establecer dos tipos diferentes de realidades, la mía anclada en el recuerdo; la de ellos, en una lucha diaria por subsistir, tratando de no morir cada minuto un poco.



El manual de urbanidad de Carreño


Por: Nicolas Perez. El Nuevo Herald. Febrero 18 de 2011

Hace días Eulalio «Lalo» Beruvides, en un almuerzo en honor a Maurilio Márquez, me preguntó qué estaba pasando en Cuba y respondí que pocas veces sé qué pasa en la isla. Estoy a demasiadas millas del pueblo cubano, y el hecho de vivir en libertad, y ellos en el miedo, nos hace establecer dos tipos diferentes de realidades, la mía anclada en el recuerdo; la de ellos, en una lucha diaria por subsistir, tratando de no morir cada minuto un poco.

Todas las semanas amigos me dicen que con tantos ataques que recibo por qué sigo escribiendo en El Nuevo Herald. Ellos no son capaces de entender que no puedo vivir sin esas críticas. Si un jueves por la mañana no recibo al menos una docena de substanciosas difamaciones por Internet, me siento como un niño el 25 de diciembre que no encontró un solo juguete bajo su árbol de Navidad. Aparte de que por la cantidad de improperios, valoro la calidad del artículo y la impotencia de mis detractores.

Pero bien, iniciando el tema de hoy, el exilio cubano es diverso y multifacético. Unos son exiliados que aunque radicalmente enemigos de Castro son moderados pero conscientes que mientras vivan Fidel y Raúl no puede haber ningún tipo de arreglo. Está el exilio histórico de línea dura, liderado por desterrados que llegaron a Estados Unidos en 1959 y 1960, mientras más cerca de 1959, más históricos. En tercer lugar los exiliados económicos, Cuba les importa poco, y su guabineo es cobrar todos los viernes en la factoría para comprarse un par de six pack de cerveza, un cuarto de libra de picadillo de jarrete, un paquete de galletas cubanas e irse por la noche a ver a los Van Van en un acto con poco de música y mucho de burda provocación. Está finalmente el castrista, que aboga por la liberación de los cinco espías y apoya las posiciones internacionales de La Habana, gente inconsecuente que no han fundado en Coral Gables Comités de Defensa de la Revolución por falta de quórum. Y adentrándome en el campo de la entomología, los comunistas exiliados a su vez se subdividen en agentes de Seguridad del Estado, profesionales que viven del procastrismo a través de prebendas económicas, almas débiles sujetas al chantaje, y por último, los que traicionaron a Castro en 1961 y ahora llevan años tratando de enmendar el «error» arrastrándose como culebras.

Estas subdivisiones, aparte de poner a pensar, también sirven para caer en cuenta que las diferencias entre moderados y exilio histórico son poco fósforo para tanta candela. Las diferencias son:

•  El embargo, que unos piensan que sirve para mucho y otros que para nada. Pero la discusión es bizantina porque la última palabra sobre darle o no kaput a este engendro la tiene el Congreso de Estados Unidos.

•  Algunos exiliados creen que mientras mayor intercambio haya entre el exilio y la isla es bueno para la democracia, y otros, que es bueno para el comunismo.

•  Los moderados piensan que lo óptimo sería un final del castrismo sin derramamientos de sangre. Y los históricos dicen, no exentos de buen juicio, que para evitar la catástrofe de Nicaragua, un poquitico de violencia es desgraciadamente necesaria.

•  Otro contrapunteo, ¿el peso de la lucha debe estar en manos de la disidencia y los blogueros o en manos del exilio?

•  Quinto ángel balanceándose en la punta de un alfiler: ¿Es más realista buscar una total soberanía para Cuba sin la tutela de Estados Unidos o tiene más peso geográfico, histórico y político, el plattismo que proclaman algunos en la Calle Ocho?

Me pregunto dónde está la verdad y creo que a mitad de camino. Y aparte que todos tienen derecho a pensar como les dé la gana, todos podemos creer o no creer en el cuento de la Caperucita Roja mientras aceptemos que el derecho a discrepar es inalienable, y que como demócratas no podemos atacarnos como animales furiosos en el plano personal, ni intentar destruir reputaciones ni prohibir pensar.

Y no es que algunos exiliados de Miami sean iracundos y extremistas, lo que les falta es educación. Esto lo intuí el domingo pasado en una fiesta que les ofrecimos por su entrada al Hall de la Fama a nuestros remeros del Club Naútico de Varadero que tanta felicidad nos dieron. Allí vi a Rosita Monroy, institución cardenense con sus espléndidos 93 años, maestra de piano de mi esposa y de mi hermana Aurora María, que cuando me besó me preguntó sonriente: «¿Te estás portando bien con La China?» También vi a El Kiko Torres. Y a Juan Castro, coach y alma de la canoa del Varadero. Y a mis tías Nuna, Lily y Elena, que me hicieron un análisis mesurado y educado de mis artículos. Y entonces, caí en cuenta que este exilio está lleno de personas básicamente buenas, solo que cuando niños, tuvieron la desgracia de que no les leyeron en la mesa diariamente, al menos, media página del Manual de Urbanidad y Buenos Modales de Carreño, como a tía Nuna, Lily y Elena. Concluyo, los insultos y las difamaciones de Miami no son asunto de deformación espiritual sino de una educación pésima. ¿Les digo algo? Este exilio debe tener el libro de Carreño junto a la Biblia en su mesita de noche, realmente lo necesita.

Nicop32000@yahoo.com

1 Comentario para El manual de urbanidad de Carreño

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Raoul Duval

febrero 19th, 2011 at 3:15 am

Hay de todo en la viña del señor. También están aquellos que, a pesar de los años vividos en este gran país, reúsan integrarse a sociedad y persisten en mantener sus costumbres de tribu de lanzas y taparrabos. A éstos, no hay Manuel de Carreño que les entre.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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