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23 Feb 2011Este 23 de febrero de 2011 se cumple el primer aniversario de la muerte del mártir cubano Orlando Zapata Tamayo tras una prolongada huelga de hambre que inició después de recibir una más de las tantas palizas que sufrió de manos de los carceleros en una prisión oriental cubana por sostener una digna posición rebelde. El ayuno era su manera de pedir respeto a sus derechos como ser humano. Desdichadamente esta decisión le costó mucho más que dolor físico, porque la indolencia del régimen ante esto le causó la muerte.
El legado de un héroe
Blog: Voces del destierro
Por: Pablo Pacheco y José L. García Paneque
Ex presos de conciencia causas de los 75
Febrero 22 de 2011
Este 23 de febrero de 2011 se cumple el primer aniversario de la muerte del mártir cubano Orlando Zapata Tamayo tras una prolongada huelga de hambre que inició después de recibir una más de las tantas palizas que sufrió de manos de los carceleros en una prisión oriental cubana por sostener una digna posición rebelde. El ayuno era su manera de pedir respeto a sus derechos como ser humano. Desdichadamente esta decisión le costó mucho más que dolor físico, porque la indolencia del régimen ante esto le causó la muerte.
No dudo que la orden de negarle el agua durante 17 días a este hombre en huelga de hambre –no de sed-, se dictó desde la máxima dirección del país. Trataron de neutralizar a Zapata Tamayo por todos los medios y sólo consiguieron hacer de él otro mártir de nuestra patria y al mismo tiempo escribir otro capítulo oscuro en la historia criminal de la dictadura comunista de La Habana.
Zapata poseía varias cualidades incompatibles con la dictadura: era rebelde, valiente, decidido, consecuente y disidente negro. Esto último fue lo que más irritó al régimen e inclinó la balanza en contra del joven Albañil.
Por primera vez en 51 años de totalitarismo, la prensa oficial se vio obligada, a causa del revuelo internacional que el hecho provocó, a mencionar el ayuno de un preso político cubano, aunque fuese después de su muerte. La cúpula del PCC usó todo su poder mediático para desprestigiar a Orlando Zapata Tamayo y manipular el dolor de su madre, Reina. Les salió mal la maniobra, pues pocos creyeron en la burda artimaña.
La muerte de Zapata Tamayo fue el principal detonante para que comunidad internacional uniera sus voces con relación a la situación de los presos políticos en la isla. Una buena parte de la izquierda internacional, hasta entonces incondicional al régimen, despertó del letargo que por años le vendó los ojos y se sumó a las críticas. La diáspora cubana se volcó a las calles y fue escuchada como nunca antes.
El movimiento pro amnistía a los prisioneros de conciencia se multiplicó en diferentes latitudes. Muchos políticos, siempre dispuestos a tomar un mojito cubano con el dictador de La Habana se pronunciaron por la excarcelación y condenaron el hecho. Sólo unos pocos continuaron con el silencio cómplice frente a la dictadura.
El sacrificio de Zapata Tamayo, seguido de inmediato por la huelga de hambre de Guillermo Fariñas propició la liberación y posterior destierro a España de varios de nosotros, prisioneros de conciencia de la Primavera Negra del 2003 y posteriormente de otros presos políticos cubanos.Aún seis de sus compañeros de causa siguen tras las rejas por no aceptar abandonar a la tierra que les vio nacer.
Cegaron la vida de Orlando Zapata Tamayo, pero impregnaron la rebeldía y la toma de conciencia de muchos cubanos. Tengo la seguridad de que con el concurso de todos los cubanos, los de dentro y los que hoy nos encontramos en el exilio, pronto en Cuba se vivirá en democracia y los verdugos del mártir y de todo nuestro pueblo responderán por sus crímenes.
Asesinaron al negro rebelde, pero su muerte no ha sido en vano, su legado es hoy el pilar que sostiene a los demócratas cubanos y su nombre es parte indisoluble de la historia nacional. Rendirle tributo en cada aniversario de su asesinato es, más que un derecho, un deber y un honor a quien fue capaz de darlo todo por sus ideales, incluso lo más preciado, la vida.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".