En: Opinión
7 Feb 2011A Olivia le contaron que al dúo Buena Fe le tiraron cosas y les gritaron comunistas, esto ocurrió en Pinar y en La Habana y no en la calle 8. Olivia está asustada y no quiere volver: “Te mando lo que sea pero yo aquí no vuelvo” fueron sus palabras de despedida. Creo en su relato, porque Olivia siempre regresó bien de sus viajes, dispuesta a volver en un próximo enero cargada de paquetes para su madre.
El general en la encrucijada
Por Eduardo Mesa . http://www.lacasacuba.com/
Olivia viajó a Cuba en enero, tiene su madre allá y va cuando puede. A ella no le preocupa la política, no sabe quién es quién ni le interesa. Llamó ayer para contarnos sobre su viaje, para decirnos que le dijo a su madre “mírame bien porque yo aquí no vuelvo”. Dice que se metió en la casa porque los hombres la miraban con ferocidad, que nadie está conforme, que todo aquello que comió y bebió era peor que hace un año, que se respira inquietud en el ambiente, que gente conocida le habló de armas guardadas, de revancha y de sangre. Que los cuentapropistas están disgustados, y los militantes están disgustados, y los que tienen un trabajo, y los que no tienen cuentapropismo ni trabajo también lo están.
A Olivia le contaron que al dúo Buena Fe le tiraron cosas y les gritaron comunistas, esto ocurrió en Pinar y en La Habana y no en la calle 8. Olivia está asustada y no quiere volver: “Te mando lo que sea pero yo aquí no vuelvo” fueron sus palabras de despedida. Creo en su relato, porque Olivia siempre regresó bien de sus viajes, dispuesta a volver en un próximo enero cargada de paquetes para su madre.
Mal debe andar la cosa porque el general dice “que hay que tener los pies en la tierra y las orejas pegadas al suelo” como en las películas de indios y vaqueros que ponían en el cine de su hermana Juanita en Birán. Poco puede la retórica en un país que se hunde a plazos, el general lo sabe, pero no acaba de soltar las amarras o quizás no puede.
La Iglesia comienza a decir que se están agotando las horas, que no debemos temer a la riqueza, que las reformas no pueden ser tan lentas, que urge un nuevo pacto social y continúa con su labor humanitaria, y salen los presos a cuenta gotas, pero salen.
Se inician otras huelgas de aquellos que han perdido la esperanza. El general no sabe a dónde ir, no tiene que ofrecer y se perfila la triste convivencia de un capitalismo sin ética y sin ley con un socialismo sin garantías sociales, ni subsidios; un esperpento para la supervivencia de un régimen que será duramente juzgado por las generaciones venideras.
Nadie puede embridar al potro de la Historia, nadie mata a su sucesor, nadie deja las cosas bien atadas. El general tiene pesadillas borbónicas, no será Napoleón, ni Pétain, aunque aquellos que han deambulado por su despacho cuentan que es fan de los mariscales soviéticos, esos que indigestaron con sus medallas al cocodrilo de un cuento de Pepito. Malos ejemplos los del general, si en vez de venerar a los paladines soviéticos que combatieron en mal con el mal se fijara en los alemanes, esos señores sobrios y metódicos, que se inventaron la economía social de mercado y refundaron una nación en ruinas, pero los Castro nunca se han caracterizado por su responsabilidad y el modelo alemán implica libertad y la libertad es una incomoda compañera de viaje para estos discípulos de Markus Wolf.
Mientras el general fabrica expectativas con su nuevo congreso, la Isla duerme su rencor tranquilo y los que están en ese atolladero sueñan escapes, venganzas y suicidios. Para nosotros la vida es diferente, tenemos nuestras cuentas checking y de savings, la rutina del mortgage, por eso preferimos discutir el Embargo o el intercambio cultural charanguero que revuelve Miami, si en algo coincidimos es en el hábito es esperar.
El general no acaba de morirse, ni deroga la pena de muerte porque mata a plazos, y aunque no es increyente prefiere olvidar la hora de la llamada definitiva, ese regalo de Dios que nos iguala y libera.
El general no quita la tarjeta blanca y el pasaporte habilitado porque el temor se ha hecho costumbre y oficio en una Isla que prefiere marcharse.
El general está en la encrucijada y nosotros también, aunque de esta tragedia hay culpables prominentes, la responsabilidad por lo ocurrido será de todos.
Dice Olivia que hay gente que ya tiene armas y espera el momento de usarlas, puede que los cuentos que Olivia escuchó estén exagerados, pero aun así revelan una peligrosa fantasía. A Olivia no le importa si es verdad o es mentira, con lo que vio le basta, me dijo en serio que no vuelve a Cuba, porque allí puede pasar cualquier cosa.
Febrero 7 de 2011
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".