En: Opinión
2 Ene 2011Nuestro hemisferio necesita que países como Haití evolucionen y den buenos ejemplos de convivencia en el marco democrático, económico y social porque formamos parte de un espacio terrestre peligroso donde germinan «libertadores» del molde de Castro, Ortega y Chávez, que lucharon contra dictaduras y contra la corrupción pero después que alcanzaron el poder los superan en el mal y en el tiempo. Haití está a tiempo de salvarse de ese otro cólera político.
El desafío de Haití
Por:Oscar Peña. Diciembre 30 de 2010
Nuestro hemisferio necesita que países como Haití evolucionen y den buenos ejemplos de convivencia en el marco democrático, económico y social porque formamos parte de un espacio terrestre peligroso donde germinan «libertadores» del molde de Castro, Ortega y Chávez, que lucharon contra dictaduras y contra la corrupción pero después que alcanzaron el poder los superan en el mal y en el tiempo. Haití está a tiempo de salvarse de ese otro cólera político.
Haití en el pasado fue vanguardia. En 1804 dio un paso histórico que no se puede borrar. Fue el primer país que suprimió la esclavitud. Los haitianos supieron vencer al colonialista francés, alcanzar su independencia nacional y liberarse del vasallaje humano. Para valorar aquel pasado mérito haitiano solo obsérvese que Brasil –hoy un gran país latinoamericano– fue el último del mundo en abolir la esclavitud. Haití dio un salto hacia adelante, pero después solo salta para atrás. ¿Qué pasa con las llamadas revoluciones nuestras? La de Cuba en 1959, Nicaragua en 1979 y la de Venezuela hoy son pésimos ejemplos. Son países que hoy solo ofrecen desdichas, necesidades, ruinas y más falta de libertades civiles y pobreza que ayer a sus pueblos.
Debemos ser francos entre nosotros los caribeños y latinoamericanos y reconocer que somos los máximos responsables de nuestros problemas. Haití parece estarse acostumbrando a que año tras año el mundo lo ayude y se solidarice con sus graves problemas. No me refiero a hechos como el lamentable terremoto, ya que hasta los países desarrollados, cuando sufren desastres similares, son receptores de la ayuda de la comunidad internacional. De lo que se trata es que si los haitianos no ponen de su parte y toda ayuda sigue cayendo en saco roto nunca lograrán nada. Los haitianos tienen que preguntarse por qué las fábricas norteamericanas se han ido a lugares lejanos en Asia y no han ido a un país tan cercano y con tanta fuerza laboral desempleada y necesitada como Haití.
El problema está en la forma de convivir en Haití. Si alguien lo duda, solo pregúntese por qué el trabajador haitiano es codiciado en otros países por su reputación de cumplidor y disciplinado.
Hay miedo a la irresponsabilidad, a la falta de disciplina ciudadana, laboral y social en Haití. La diferencia entre países no está en los recursos que disponen, la diferencia está en la actitud de sus gobernantes y ciudadanos. En Haití las discrepancias se quieren resolver con incendios callejeros y protestas violentas que solo agravan la situación de pobreza y hablan muy mal de la cultura política de la sociedad. Los propios haitianos agravan su situación.
Hoy hace falta otra victoria haitiana como la de 1804, pero la de ahora contra ellos mismos, contra sus errores. Una evolución cívica del gobierno de Haití, de las organizaciones e instituciones de la sociedad civil y del pueblo haitiano en general reconociendo que aparte del cólera que vino con las tropas de la ONU (también deben preguntarse con sinceridad los haitianos porque la necesidad de tropas de paz de la ONU en su país), hay un cólera social más dañino made in Haiti cuya erradicación todavía está pendiente. Haití es pobre y trágico por su actitud. Cambiar es su desafío.
Tomado del Nuevo Herald.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".