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7 Sep 2010Rodeado por las tropas de Fidel Castro, herido de bala en las piernas y el brazo derecho, Agapito Rivera, sentado en medio de un cañaveral, sacó su pistola, prendió un tabaco y se preparó a morir en una última batalla.
Rodeado por las tropas de Fidel Castro, herido de bala en las piernas y el brazo derecho, Agapito Rivera, sentado en medio de un cañaveral, sacó su pistola, prendió un tabaco y se preparó a morir en una última batalla.
En vez de eso, se desmayó, fue capturado y estuvo preso 25 años. Y tuvo suerte. Dos de sus hermanos y nueve primos murieron, algunos en combate y otros frente a los pelotones de fusilamiento.
Hace 50 años, Rivera fue uno de los varios miles de cubanos que se alzaron en muchas partes de la isla contra el nuevo gobierno de Fidel Castro en una dura guerra de guerrillas que duró desde 1960 a 1966.
Las cifras del gobierno cubano muestran que desplegó 60,000 milicianos sólo para combatir a los alzados en el Escambray, el macizo montañoso en la región central de la isla, donde se desarrollaron los combates más sangrientos.
De los 3,995 guerrilleros anticastristas en el país, casi 3,000 murieron «en combate y, fundamentalmente, ejecutados después de su captura», escribió Norberto Fuentes en su libro Narcotráfico y Tareas Revolucionarias.
Casi 550 «revolucionarios» también murieron y unos 200 quedaron inválidos, añadió Fuentes, quien también escribió un libro y una serie de artículos periodísticos sobre la guerra en los años 60.
Un número desconocido de alzados capturados fueron ejecutados bajo la Ley 988, aprobada a fines de 1961 para permitir que los pelotones de fusilamiento de Castro ejecutaran, sin juicio, a cualquier guerrillero acusado de matar civiles.
Un artículo publicado el mes pasado en el periódico Granma alega que las guerrillas ‘‘asesinaron» a 196 personas, incluyendo campesinos, maestros, ancianos y niños. Los rebeldes han reconocido que ejecutaron a algunos colaboradores de Castro, pero nada cercano a las cifras de Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
Las fuerzas del gobierno también expulsaron a miles de civiles –estimados entre 6,000 y 80,000– de las áreas de combate y los trasladaron a «pueblos cautivos» estrechamente controlados para impedir que ayudaran a los rebeldes.
El gobierno cubano calificó a los rebeldes de «bandidos» y creó unidades antiguerrilleras elite dentro del ejército llamadas Batallones de Lucha Contra Bandidos (LCB).
En realidad, muchos de los guerrilleros eran veteranos de la insurrección que había derrocado al dictador Fulgencio Batista en 1959 y se habían rebelado contra el giro de Castro hacia el comunismo, afirmó Enrique Encinosa, comentarista radial de Miami y autor de varios libros sobre Cuba.
Muchos otros eran campesinos, irritados por la expropiación de fincas privadas realizada por Castro bajo la ley de Reforma Agraria de 1959, dijo Pedro Corzo, director del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo en Miami.
«Me alcé cuando Castro expropió una finca en mi pueblo que siempre había pagado [a sus trabajadores] lo que marcaba la ley», aseguró Rivera, un campesino analfabeto de 23 años cuando se sumó a las guerrillas el 2 de octubre de 1960.
Hoy, a los 73 años, los recuerdos de Rivera sobre la lucha son tan nítidos como su blanca guayabera de lino. De pelo negro y ojos castaños, se bajó los jeans para mostrar las cicatrices en su brazo, cadera derecha y piernas.
Rivera recordó que los primeros alzados se dirigieron a las montañas y llanos remotos a principios de 1960, en ocasiones con armas capturadas a las milicias de Castro. Para septiembre, la guerra estaba en pleno desarrollo.
La mayoría de los alzados se establecieron en el Escambray, aunque en varios momentos de la lucha hubo bandas rebeldes desde Oriente, en el este, hasta Pinar del Río, en el oeste, dijo Encinosa.
Usualmente se movían en grupos independientes de 20 o 30 hombres –e inclusive algunas mujeres– aunque algunos llegaron a tener hasta 200 combatientes, y se forjaron varias alianzas para coordinar sus acciones, como el Frente Revolucionario Unido del Escambray.
Mientras tanto, la oposición anticastrista en pueblos y ciudades ponían bombas en las instalaciones del gobierno, saboteaban sus operaciones y trataban –con pocos éxito– de asesinar a líderes revolucionarios, incluido Castro.
La resistencia urbana también llevaba alimentos, medicinas e información a los alzados, recordó Rivera, aunque esto se hizo cada vez más difícil después de que el gobierno empezó a racionar la comida en 1962.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) envió armas, municiones y equipos de infiltración como parte de su campaña por derrocar a Castro, y el artículo de Granma informó de 19 descargas de ayuda en paracaídas para los rebeldes. Pero en las primeras nueve semanas de 1962, las milicias capturaron las seis descargas de armas en el Escambray, añadió.
El 3 de diciembre de 1960, Castro envió 60,000 milicianos al Escambray en la primera de dos grandes operaciones conocidas como «limpias», destinadas a rodear, capturar o matar los rebeldes.
«Romper esos cercos era terrible, suicida», recordó Rivera con un estremecimiento. Las milicias se alineaban prácticamente hombro con hombro y los rebeldes tenían que tratar de salirse por lo que esperaban que fuera el punto más débil de la línea.
Rivera dijo que pudo pelear como guerrillero porque operó en las planicies de Las Villas cerca de su pueblo, Corralillo, y porque las milicias no eran muy efectivas. Pero en julio de 1962 el ejército creó las unidades LCB y las cosas empeoraron mucho.
«Era un persecución total», dijo Rivera, describiendo la lucha diaria por evitar ser rodeados. «Pero tratábamos de seguir luchando, sabiendo que los pelotones de fusilamiento estaban esperando por nosotros».
Los peores combates se produjeron en 1963, dijo Encinosa, el año en que Rivera fue capturado.
El 21 de noviembre, las milicias rodearon a Rivera, su hermano Francisco, de 22 años, y otro combatiente. Francisco fue herido y murió en sus brazos, recordó Rivera. El otro guerrillero fue herido y murió posteriormente en un hospital.
Rivera dijo que se escondió en un cañaveral cuando fue herido dos veces en el brazo derecho y luego en las piernas. Se sentó, dejó el rifle porque no podía disparar con un brazo, y se puso la pistola .45 y tres cargadores sobre las piernas. Encendió un tabaco.
Pero se desmayó por la pérdida de sangre y fue capturado sin lucha. Pasó 25 años en prisión, donde aprendió a leer y escribir, y en 1988 fue puesto en un avión para Miami. Precisó que para él es un misterio que no haya sido fusilado.
El 13 de julio de 1963, un pelotón de fusilamiento en el pueblo de La Ceiba, en Las Villas, ejecutó a 19 rebeldes que habían sido capturados y mantenidos en la cárcel durante casi dos años, pero nunca juzgados, según varios relatos publicados.
También se reportaron ejecuciones extrajudiciales, y un libro publicado en La Habana en los años 70 cita a un oficial del ejército que acababa de matar de un tiro a un rebelde capturado diciendo: «No me pude contener».
Mientras tanto, las fuerzas de seguridad de Castro reprimían a los familiares y otros civiles que pudieran ayudar a los rebeldes. Las tierras, casas y hasta los animales de los sospechosos de ayudar a las guerrillas fueron expropiados.
Muchos hombres de Corralillo fueron reubicados por la fuerza para trabajar en campos cerca del central Senado y el pueblo de Gaspar, en Camagüey, recordó Rivera. Se apostaron milicianos en las casas de otras personas del pueblo, a las que acompañaban a donde quiera que fueran.
Alrededor de otros 60 residentes de Corralillo, incluidos su esposa, dos hijos y su madre, fueron llevados a casas abandonadas por familias que habían salido para el exilio en el barrio de Miramar, en La Habana. Su familia pasó un año allí pero se le permitió regresar a su casa para atender a su padre enfermo.
Las familias reubicadas no se podían trasladar lejos de sus nuevas casas sin permiso especial de las fuerzas de seguridad, y muchas de las mujeres fueron obligadas a asistir a clases de reeducación política, dijo Corzo.
Muchos de los civiles sospechosos de haber ayudado a los rebeldes terminaron en campos de presos en Pinar del Río, donde fueron a puestos a trabajar construyendo lo que serían una docena de «pueblos cautivos» como Sandino y Los Pinos.
Los pueblos no tenían cercas pero sus residentes eran estrechamente vigilados y no podían moverse libremente. Incluso hoy, la seguridad en esos pueblos es mucho más severa que en otros lugares y la policía habitualmente interroga a los visitantes desconocidos, dijeron los residentes.
Grandes grupos de civiles también fueron expulsados del Escambray entre 1971 y 1977 porque los que habían sido detenidos durante la lucha salían de las cárceles y regresaban a sus casas en las montañas, dijo Corzo.
Castro declaró victoria sobre los «bandidos» en un discurso el 26 de julio de 1965 –aunque las acciones rebeldes prosiguieron hasta fines de 1966– y los calificó como poco más que mercenarios de Estados Unidos.
Contra las más numerosas y mejor armadas tropas de Castro, y con la poca ayuda recibida de Washington, dijo Encinosa, «fue una verdadera proeza que llegaran a combatir tanto tiempo como lo hicieron».
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Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".
3 Comentarios para El alzamiento más prolongado contra Castro
Jose Vilasuso Rivero
septiembre 8th, 2010 at 3:57 pm
Libros de oro en nuestra historia fueron escritas por testigos como Encinosa y Fuentes. el mundo debe conocer estos episodios para valorar el sacrificio de tantos cubanos a favor de la libertad no importa las naciones ni las ideas. Lucharon por todos los hombres libres del continente.
Jose Vilasuso Rivero
septiembre 8th, 2010 at 4:06 pm
La crueldad se prueba fusilando a 3,000 hombres mal armados que lucharon contra 60.000 apertrechados con equipos y recursos modernos. Ahora el responsable de esa ejecutoria intenta borrar sus culpas revistiéndose de pacifista que niega el holocausto y objeta a Amadineyad.
Luisa Rodríguez GRillo
noviembre 13th, 2010 at 6:27 pm
Magnífico artículo, es necesario divulgar estas cosas ya que mucha gente piensa que los cubanos no hemos hecho nada para liberar nuestro país. La historia demuestra lo contrario.Enhorabuena