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1 Oct 2010Un comando de operaciones especiales ingresó por la fuerza en el Hospital de la Policía en Quito donde el presidente de Ecuador, Rafael Correa, estuvo retenido más de diez horas por efectivos del orden público.
Redacción
BBC Mundo
Un comando de operaciones especiales ingresó por la fuerza en el Hospital de la Policía en Quito donde el presidente de Ecuador, Rafael Correa, estuvo retenido más de diez horas por efectivos del orden público.
La operación militar se produjo tras una jornada de protestas generalizadas en todo el país encabezadas por la Policía Nacional debido a una disputa salarial.
El gobierno decretó el estado de excepción ante la sublevación de las unidades policiales tanto en Quito como en otras partes del país.
Según el corresponsal de BBC Mundo en Quito, Paúl Mena, el mandatario se había negado a dialogar con los policías que tomaron los cuarteles en la capital y otras ciudades en rechazo al veto presidencial a la Ley de Servicio Público donde Correa elimina una serie de beneficios que venían recibiendo los miembros de las fuerzas del orden.
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El mandatario fue evacuado del hospital en un pequeño convoy de autos resguardados por unidades especiales en medio de un intenso intercambio de disparos entre policías y efectivos del ejército.
La situación frente al centro médico fue de total caos con decenas de efectivos militares disparando y la policía respondiendo. Las imágenes en vivo transmitidas por la televisión local mostraron al menos a un efectivo del ejército herido.
Correa estuvo retenido en el hospital de la policía de Quito durante más de diez horas.
Minutos después el presidente Correa llegó al Palacio de Carondelet, en el centro de Quito, donde fue recibido por una multitud de personas.
«Sin duda es el día más triste de mi gobierno (…) por la infamia de los conspiradores de siempre», dijo el mandatario.
«Nos han tratado de retroceder siglos», dijo Correa para referirse a épocas de gobiernos de facto.
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El presidente pidió un minuto de silencio por las víctimas que podrían haberse producido tras la operación.
«Cuando fui liberado me dijeron que por lo menos hay un caído», dijo Correa desde el balcón del palacio a través de un micrófono y se lamentó de que se derramó sangre inútilmente.
La Cruz Roja habló de dos policías muertos. El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas también informó de cinco militares heridos en la operación de rescate.
Correa responsabilizó al ex presidente Lucio Gutiérrez de la sublevación policial.
Sin duda es el día más triste de mi gobierno (…) por la infamia de los conspiradores de siempre
Rafael Correa, presidente de Ecuador
La protesta policial generó un ambiente de caos, en especial en Quito, donde el aeropuerto fue cerrado, aunque horas después fue reabierto, según informó el alcalde de la ciudad capital, Augusto Barrera.
El secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, dijo en rueda de prensa desde el Palacio de Gobierno que se declaró el «estado de excepción por una semana» y que en ese período las fuerzas militares asumirán el control de la seguridad.
Los disturbios provocados por las protestas dejaron al menos un muerto y varios heridos, según fuentes oficiales.
En conferencia de prensa, el ministro coordinador de Seguridad Interna y Externa de Ecuador, Miguel Carvajal, señaló que tanto el muerto como los heridos se produjeron en las afueras del hospital.
Además, la Cruz Roja confirmó que las protestas dejaron 88 heridos.
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La organización precisó en un comunicado que atendió «emergencias producidas por asfixia, politraumatismos, caídos, entre otros».
El gobierno denunció que la oposición estaba presionando para un golpe de Estado, aunque la cúpula militar le ha asegurado su respaldo al Ejecutivo, según afirmó el ministro de Defensa, Javier Ponce.
La seguridad de Correa estuvo en riesgo la mañana de este jueves cuando el mandatario confrontó a centenares de efectivos policiales que desde tempranas horas habían tomado las instalaciones del Regimiento Quito, un cuartel policial de la capital.
El jefe de Estado acudió al Regimiento Quito en compañía del ministro del Interior, Gustavo Jalkh, y desde la ventana de un edificio del lugar confrontó a los policías enardecidos al explicar las razones de su veto.
Atacado
«Antes ganaban sueldos de miseria», dijo Correa en medio de los gritos de los policías, y añadió: «Se están eliminando todas las canonjías, canastas navideñas, bonos adicionales, seguros de salud privados. La política es tratar de maximizar los sueldos, y de esa forma todos puedan dignamente adquirir los servicios que necesitan».
La policía protagonizó diversas protestas tanto en Quito como en otras ciudades de Ecuador.
La discusión subió de tono cuando el mandatario señaló: «Señores, si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo, pero seguiremos con una sola política de justicia, de equidad (…). Si quieren destruir la Patria, destrúyanla, aquí está, pero este presidente no dará ni un paso atrás».
Correa salió caminando del recinto policial, y mientras se dirigía al vehículo presidencial bombas lacrimógenas fueron lanzadas muy cerca del lugar por donde caminaba el mandatario.
El presidente tuvo que ser trasladado al hospital donde quedó retenido hasta que un comando especial lo sacó bien entrada la noche del jueves.
En una entrevista con medios locales dijo que necesitó tratamiento médico y acusó a los agentes de conspiración y traición.
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Los dirigentes de la policía intentaron dialogar con el gobierno mientras Correa estuvo retenido más de diez horas en el hospital policial.
«Estamos pidiendo que se nos respeten nuestras condecoraciones, y nuestros ascensos. No estamos en contra del señor presidente, le pedimos que se derogue las disposiciones de la Ley de Servicio Público que elimina las condecoraciones por el tiempo de servicio público», dijo al mediodía de este jueves el jefe de Estado Mayor de la Policía, Florencio Ruiz.
Mientras las protestas policiales, y de diversos grupos sociales se extendían en Quito, Guayaquil, Cuenca, Ibarra, y otras ciudades, el presidente Correa analizaba la posibilidad de aplicar la denominada «muerte cruzada», un mecanismo constitucional que lo faculta para disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones generales anticipadas.
Así lo afirmó la ministra de la Política, Doris Solís, tras una reunión efectuada la noche anterior con el primer mandatario para discutir la posición adoptada por una parte del bloque oficialista en la Asamblea Nacional, el cual decidió sumarse a la oposición en el rechazo a varios artículos del veto presidencial a la Ley de Servicio Público.
«La muerte cruzada es una de las posibilidades, nosotros estamos en un proyecto de cambio, necesitamos construir leyes de consenso», dijo Solís, al calificar de «inconsecuencia» la actitud asumida en la Asamblea por un sector del oficialista Alianza País.
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La Constitución ecuatoriana señala que el presidente de la República «podrá disolver la Asamblea Nacional cuando, a su juicio, ésta se hubiera arrogado funciones que no le competan constitucionalmente, previo dictamen favorable de la Corte Constitucional; o si de forma reiterada e injustificada obstruye la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo, o por grave crisis política y conmoción interna».
El mandatario puede aplicar la «muerte cruzada» sólo una vez en los tres primeros años de su mandato.
«La muerte cruzada no es el escenario que nadie quisiera, pero es una posibilidad cuando no hay condiciones para ir a un proceso de cambio», insistió Solís.
Entre tanto, el bloque parlamentario de Pachakutik, brazo político de las organizaciones indígenas, demandó este jueves la renuncia del presidente Correa y llamó a los sectores sociales a conformar un frente de unidad nacional.
Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".