Cuentapropismo cubano, un capitalismo por las malas

En: Derechos Humanos|Laborales

8 May 2011

Faltaba un aspecto por abordar, y lo hizo el viernes un reportaje fechado en La Habana y firmado por la productora de la cadena NBC Mary Murray,

«Cuban restaurateur learns capitalism the hard way» [«Dueño de restaurante cubano aprende el capitalismo por las malas»], se ocupa de la falta de conocimientos empresariales de estos valientes, de su ignorancia de principios básicos demostrados a través de cientos de años de experiencias en el mercado, que la mayoría de los cubanos de la generación post revolucionaria desconocen y muchos están aprendiendo ahora por el método de ensayo y error.



Cuentapropismo cubano, un capitalismo por las malas

Sábado, 07 de Mayo de 2011

Martí Noticias.com – La prensa independiente cubana, y la extranjera, han cubierto ampliamente algunos de los paladar_cubainconvenientes que enfrentan los nuevos cuentapropistas en la isla, como los altos impuestos, los múltiples trámites burocráticos o la falta de un mercado mayorista.

Faltaba un aspecto por abordar, y lo hizo el viernes un reportaje fechado en La Habana y firmado por la productora de la cadena NBC Mary Murray,

«Cuban restaurateur learns capitalism the hard way» [«Dueño de restaurante cubano aprende el capitalismo por las malas»], se ocupa de la falta de conocimientos empresariales de estos valientes, de su ignorancia de principios básicos demostrados a través de cientos de años de experiencias en el mercado, que la mayoría de los cubanos de la generación post revolucionaria desconocen y muchos están aprendiendo ahora por el método de ensayo y error.

Murray toma el ejemplo de Rolando Hernández, un camarero de hoteles estatales que decidió renunciar a su puesto para perseguir su sueño de abrir un pequeño restaurante.

Lamentablemente -dice la autora- Hernández nunca aprendió uno de los axiomas del negocio: «El lugar lo es todo».

El nuevo cuentapropista de 46 años invirtió todos sus ahorros y hasta vendió su computadora, su televisor y el juego de sala para poder inaugurar en febrero pasado «Las Margaritas», un restaurante de estilo familiar en La Habana del Este.

Una de las cuentas que sacó Hernández es que el establecimiento sería uno de los pocos que operarían en esa localidad, y que, sólo por eso, las cosas le iban a salir bien.

Así podría ser, si todo estribara únicamente en las condiciones del local y la calidad de la oferta.

La enviada de NBC dice que «Las Margaritas» cuenta con un salón comedor íntimo y agradable, decorado con buen gusto, con una cocina limpia y espaciosa y personal experimentado, pues todos provienen, como Hernández, de instalaciones turísticas administradas por el Estado. Los pocos clientes que han visitado el establecimiento aseguran que la comida es buena, y las porciones, generosas.

Sin embargo, salvo los fines de semana los empleados se pasan la mayor parte del tiempo sentados y sin hacer nada. Y Hernández se pregunta: «¿Qué he hecho mal?».

Pues para empezar, apunta Murray, sólo un psíquico o alguien con un olfato muy fino podría adivinar que detrás de aquellas puertas de madera hay un restaurante.

Hernández dice que está esperando a tener un poco más de dinero para fijar un letrero en el exterior del inmueble

Publicidad, no hay ninguna y, si pudiera pagarla, no existen diarios ni radioemisoras independientes en Cuba donde pudiera pagar un anuncio. Así que depende mayormente de Radio Bemba, de que la noticia se corra de boca en boca.

El camarero devenido gerente esperaba haber recuperado ya su inversión inicial, pero su «paladar» lleva abierta apenas tres meses, un periodo que cualquiera con alguna instrucción sobre administración de empresas sabe que es muy corto para que una empresa que empieza pueda trascender su punto de equilibrio y comenzar a obtener ganancias.

Pero quizás el mayor desafío para el éxito de Las Margaritas es, como decía Murray al principio, el lugar, la ubicación. La Habana del Este se encuentra a kilómetros de las zonas turísticas de la ciudad; y «Las Margaritas» está insertado en medio de los edificios de apartamentos cuadrados -un legado soviético– que se construyeron allí después de 1959.

Y está también el poder adquisitivo de la clientela: Sólo en alguna ocasión especial las humildes familias que viven en La Habana del Este se pueden dar el lujo de salir a comer fuera, lo que implica gastarse casi íntegramente en el festejo sus salarios, ganados con esfuerzo.

La productora de NBC señala que la queja más reiterada por muchos cubanos en los últimos 20 años ha sido la insuficiencia del salario. Y apunta que, aunque en el papel la gente está ganando más que nunca, en la realidad, el peso cubano tiene menos poder adquisitivo que hace veinte años.

Cita la autora al economista cubano Pavel Vidal, quien explica que cuando la economía de Cuba entró en caída libre, entre 1989 y 1993, se derrumbó el nivel del llamado «salario real», el salario ya ajustado a la tasa de inflación. Y Vidal ha determinado que, a pesar de que los salarios reales comenzaron a repuntar a partir de 1994, la gente siguió viéndose obligada a «rebuscársela» para llegar a fin de mes.

Vidal calcula que los ingresos reales de hoy oscilan alrededor del 25 por ciento de los niveles de 1980, por lo que -dice Murray– el cubano ha tenido que acudir a su «recursividad». Esto, traducido al criollo, es la capacidad para «resolver»que los cubanos se han visto obligados a desarrollar, empujados por la penuria, desde el período especial a la fecha.

La misma capacidad -agrega la autora– que motivó al gastronómico Hernández, disgustado por la lentitud con que se movía su paladar, a revisar, por pura intuición, su plan de negocios.

Ahora, además del menú formal, «Las Margaritas» oferta uno reducido de comida para llevar, más a tono con lo que los clientes de La Habana del Este pueden pagar.

Y termina el reportaje de Mary Murray citando al bisoño empresario cubano: «Las Margaritas podría llegar a ser mi sueño… o tal vez mi pesadilla. Sólo el tiempo lo dirá», asevera Hernández.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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